Artículo: Vidas Pasivas

Publicado el 22 julio 2014 por Tomás Michel

 

Ilustración: Doreene J. Pagán

“Mis agradecimientos a Raymil Belmont Por propiciar la sana discución”

Vivimos en un mundo en el que asuntos que debieran tener prioridad y la atención de todos, no la tienen. Un mundo en lo que lo superficial y vano, tiene más peso que lo sentimental e intelectual. Se nos manipula, y se nos acorrala a ser supporting actors incluso de nuestra propia vida. Una que aparenta girar alrededor de la sombra de celebridades que de manera vacía, dictan nuestros gustos, creencias y expectativas,  y quedamos siendo meros receptores, que bombardeados constantemente con mensajes respecto a nuestra irrelevancia, se nos denigra con respecto a través de los instrumentos mediáticos.

Se nos condena a no pensar, a no participar ni ser creativos; a no producir. Se nos insta a seguir como ovejas, el bastón pastoril de cantantes y actores cuya vida se enaltece por sobre la del resto, por sobre la nuestra. Nada de lo propio genera interés, ni nuestras vidas, ni pensares, ni accionar.

El fenómeno del reality show, ha contribuido en la propagación de esta problemática que tanto afecta de manera silente la autoestima masiva. En que personas deciden dejar de vivir sus vidas de manera plena, y a través de la pantalla de un televisor, optan por una “pseudovida” por medio de la experiencia de alguien más, que irremediablemente les ata a un sillón. Renuncian así a la inmediatez de su entorno, uno que se subordina ante el glamour y las vidas ostentosas o excitantes que aparentan tener muchas personalidades de la farándula. Esto por algún motivo, les hace digna de documentación y transmisión masiva, pese a lo irrelevante de su naturaleza y poco aporte social y carente de instrucción para los televidentes.

En lo personal no poseo una televisión en mi casa. Como sustituto, tengo un librero, el cual trato de mantener actualizado pese a las abofeteadas que el tercermundismo me ofrece cada día. Nunca le he tenido confianza a este aparato, pues siento que es un utensilio de distracción, el cual para nada te empuja a tener un pensamiento crítico, las verdades son parcializadas y la realidad alterada con fines muy ajenos al bien de común. Mas por lo contrario te adormece el cerebro coaccionando a la absorción de material pre-digerido y regurgitado, que moldea posiciones y puntos de vista.

¿Por qué no se muestra una programación más amplia en materia cultural? En algún tiempo mi vida fui un televidente ávido, y en tres diferentes países que viví, este tipo de programación brillo por su ausencia. Pues la programación era pura basura distractora y adormecedora de neuronas. Pese a lo que se nos engulle por boca y nariz a diario, sobre la irrelevancia que se nos hace creer que prepondera en nuestras vivencias, no deberíamos internalizar dicha aseveración. Pues cada quien es el protagonista de una vida. Cada quien es relevante a su entorno. Cada quien tiene la capacidad de superarse, hacer cosas grandes, llegar lejos. Nuestra vida es importante, nuestros amigos son importantes, nuestros sentimientos, emociones y pensares son importantes. No somos solo un numero más, ni tampoco vinimos a este mundo a vivir al margen de una celebridad ni sus vidas superfluas.

Deberíamos estar más despiertos y no ser victimas de los medios y sus tentáculos.