Autor: Juan José Domenchina.
Prólogo y compilación: Amelia Paz.
Editorial: Obra Fundamental. Fundación Banco Santander.
Encuadernación: rústica cosida con hilo. 24 x 17 cms .
446 páginas.
Idioma: castellano.
ISBN: 978-84–92543-15-1
PVP: 20,00 €.
Poeta absolutamente impar en la copiosa aritmética del 27, republicano convencido, secretario de Azaña, esposo de la también poeta Ernestina de Champourcín, uno de los creadores de la inolvidable revista «Hora de España», muerto del incontenible reúma del exilio en México, Juan José Domenchina fue además de personalísimo vate, asiduo periodista y el más reputado crítico literario anterior a la Guerra Civil en las páginas de «La Voz», bajo el seudónimo de Gerardo Rivera.
Olvidado cuando no simple y llanamente silenciado, la creación periodística de Domenchina acaba de ser recogida en «Artículos selectos», dentro de la colección Obra Fundamental que edita la Fundación Banco Santander, con prólogo y compilación de Amelia de Paz.
El señor Domenchina, desde luego, no tenía pelos en la lengua, y mucho menos en la máquina de escribir. Valgan dos afilados ejemplos. Sobre Ortega y Gasset: «Jesuitilla, remedadorzuelo». Sobre don Pío Baroja: «El ingreso del escritor vasco en la Academia se nos antoja un suceso lagrimable». Con esa labia, la vida de Juan José Domenchina no podía ser fácil. Nacido en 1898 y por lo tanto miembro de pleno derecho de la Generación del 27, sus coetáneos pasaron de él cuando no le atacaron directamente. Apenas Aleixandre y posteriormente Gerardo Diego fueron sus valedores, aunque siempre tuvo el apoyo de Juan Ramón, de Antonio Machado, de Azorín.
Para Amelia de Paz, «fue el crítico por excelencia en los años anteriores a la guerra, y sus artículos eran tan temidos como esperados. Su juicio insobornable no buscaba el aplauso, sino hacer justicia. No confundía su oficio con el panegírico y eso se paga caro. Literalmente, lo borraron del mapa. Fue sañudamente olvidado. Nunca se adaptó al exilio». Y allí, en México, en 1959, dejó este mundo. Como escribe De Paz, «Domenchina fue hombre corajudo y bueno, que lo leyó todo, que murió de España». Un hombre que fue dardo y fue diana en el juego de la palabra.
Fuente: ABC.
Más Información: Europa Press.
Nota de Prensa Fundación Banco Santander. (PDF)