Para hoy… Una de mis reflexiones. Quiero rescatar aquella en la que os comunicaba en su día que demasiadas personas viven pensando y discriminando sus relaciones mediante un baremo sencillo: Si no puedo tenerte del modo en que quiero tenerte, que te den por culo; voy a buscarme alguien que me lo de con más facilidad y menos tonterías.
Quiero rescatarla porque, de un tiempo a esta parte, me ha tocado vivir situaciones donde podría haber caído en esa discriminación yo mismo. La ocasión estaba ahí, en mis narices. Y al final recordé que mi satisfacción no se basa en la facilidad con la que me dan ciertas confianzas.
Bueno, queridos contertulios… Noé hablará de lluvias hoy. Aunque a Noé no le apetece demasiado y seguramente todos somos Noé en esta historia. Hoy hay que hablar de rechazo y ruptura. A veces nos encontraremos en esa tesitura… Y al hacerlo nos ofrecerán amistad. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol…
La diferencia estriba en el ofrecimiento de esa amistad. En el sentimiento real detrás de esta intención y ese ofrecimiento. Nunca sabes por qué motivo te lo pueden ofrecer, qué retorcido sentido puede llevar a ello. No sabes nada. Y yo tampoco, pero…
Entre otras tenemos la intención de no perder el contacto con una persona que ha tenido cierto peso y cierto valor en tu vida. Peeeeeero… A veces es nuestro amigo el rechazo educado, ese rechazo tipo “intentemos no hacernos pupita y llevarnos bien”.
Otros ofrecimientos son motivados por seguir pudiendo disfrutar de los beneficios que obtienes de la relación con la otra persona (y sí, entran todo tipo de beneficios en teoría).
Lo que no nos conviene hacer en estos casos
En este sentido… Lo que no nos conviene hacer es desquiciarnos y armar la de padre y muy señor nuestro, eso de primeras. Sin calma y mente fría no vamos a ningún sitio que no sea a tomar por culo, no sé si me explico.
Si no me explico bien, supongo que puedo remitirme a esos casos donde dos personas que antiguamente eran pareja, hoy día no se pueden ni mirar a la cara y se hacen el vacío mutuamente, aunque sigan frecuentando los mismos sitios y personas.
Por otro lado, si queremos que en nuestra vida prime el buen rollo… No podemos ir dejando el peor de los recuerdos cuando una relación termina. Más de uno lleva años diciendo oportunamente algo que gente como yo dijo primero: si una relación termina, deja a la persona mejor de lo que la encontraste… Sencillo sobre el papel, pero…
¿Qué puede uno hacer para lograr eso?
Todo y nada. Al mismo tiempo, eso es. Tienes millones de opciones con sus muchas variantes. Pero te ayudo a simplificar: aceptar o declinar todo cuanto se te presenta, desde el inicio de la relación hasta su propio final (obviamente el final hay que aceptarlo pero puedes declinar un sentido en favor del otro, véase negarse a mantener la amistad y sencillamente dejar de trataros). No hay mucho más que hacer al respecto
El resto ya se trata de ir a tu puta bola y hacer lo que sea necesario hacer (que no significa coaccionar, manipular ni nada por el estilo, significa actuar si es necesario).
Si nos saltamos alegremente todas las variables del suceso (entre ellas; los matices emocionales y los cambios en la relación y el trato mutuo o incluso la desaparición de estos aspectos) encontraremos que es mucho más sencillo decidir que atenerse a lo decidido. Sucede a menudo que si no nos saltamos lo que mencionaba, cuesta mil veces más atenerse… Y si por lo que sea hay facilidad para conectar, peor aún.
Podéis encontraros cual veletas, cambiando de decisión y de rumbo con cada soplo de viento que os pase cerca. Y eso está bien si lo que cambias son decisiones equivocadas, por supuesto. Todos tenemos derecho a rectificar.
No obstante, en ocasiones hay que mantenerse firme aunque a uno se le parta el alma en trece. Hay que seguir adelante, considerar todas las opciones que se nos presentan… Hay que darse cuenta de cuál es la que más beneficia a nuestro bienestar.
Y por ahora lo dejo aquí.
Segunda parte en ciernes.
Kheldar