Si nos remontamos a la época de los zares, en 1787, Catalina la Grande tenía que viajar por Ucrania y Crimea en compañía de su amante y ministro: el emperador de Austria, el mariscal duque Gregorio Alexandrovich Potemkin. Con el fin de agradar a la emperatriz preparó, a modo de decorado teatral, una serie de aldeas bien construidas a orillas del río Dniepper, rodeadas de árboles y jardines totalmente ficticios, y pobladas por figurantes disfrazados, bien vestidos y mejor alimentados mujiks. Apresuradamente estos actores se esfumaban tras representar su papel y se trasladaban con los decorados a otros lugares para continuar la farsa especialmente preparada para sorprender gratamente a la zarina. En definitiva, puro cine, para aparentar una realidad inexistente.
Curiosamente, esta aparente representación con aires de leyenda me recuerda la película "ARGO".Estrenada hace un mes y basada en hechos reales ocurridos en 1979,
nos cuenta la trepidante fuga de los rehenes estadounidenses de la embajada
americana en Irán.
Sin embargo, el mito de Potemkin, más conocido como "las falsas aldeas Potemkin",
fue propagado por los enemigos del valido para provocar su caída. A semejanza de
nuestro Godoy, también le otorgaban su ascenso y poder en la corte gracias a su
habilidad como amante y no por su talento diplomático y militar.
Fuese cierto o fueran cotilleos que circulaban por San Petersburgo para derrocar
a Potemkin, la credibilidad que se ostenta se pierde cuando se maquilla la realidad
para aparentar lo que no se tiene o no se es.
La manipulación nace de una representación que pretende hacernos creer una
mentira. Y también cuando en lugar de ajustarse a la verdad se dilata la información
para no reconocer una situación que no gustará a la ciudadanía.
Las cifras que nos presentan pueden ser las nuevas "aldeas Potemkin". Y podemos
ceñirnos a casos concretos como el déficit tarifario. Según datos del consejero de
Iberdrola, los 30.000 millones de euros se alcanzarán a finales de este año. Y esta
deuda proviene del año 2000 en que no se quiso "disgustar" a los consumidores con lo
que costaba la energía. Recordemos que el Gobierno en aquel año, quería controlar
la inflación a toda costa y la factura electríca era decisiva para conseguir ese
objetivo. Es decir, los póliticos no quieren inquietar a sus votantes.
En resumen, una imagen y un video que no tienen desperdicio nos permitirá
entender mejor que se trata de un artificio.