Nuestra sección está dedicada en esta ocasión a Rodrigo Gómez, un joven pianista y compositor madrileño que aprendió a tararear antes que a hablar, como cariñosamente recuerda su familia.
PASIÓN POR LA MÚSICA DESDE LA CUNA
Nacido en 1983, siempre soñó con la música y, desde muy pequeño, intentaba crear ritmos y melodías. En casa le apodaban afectuosamente como “el niño de los sones”. Sus padres cuentan una curiosa anécdota: cuando era apenas un bebé, en lugar de esforzarse en hablar, señalaba las cosas para pedirlas. Sus primeras palabras fueron, en realidad, el canturreo de la canción “I just call to say I love you”, del gran Stevie Wonder.
Su familia no tiene vínculo profesional con la música, pero son grandes aficionados a escuchar piezas de todos los estilos a todas horas. Sin duda, esto le sirvió a Rodrigo para investigar diferentes géneros y épocas musicales.
El colegio supuso su aproximación a la formación musical básica y la oportunidad de rodearse de compañeros que acudían al conservatorio a estudiar piano, saxo, violín o guitarra. Siempre que podía, durante el recreo se colaba en el aula de música para poder tocar un piano centenario que tenían. Allí compuso sus primeras canciones.
UNA VOCACIÓN DIVIDIDA ENTRE LA MÚSICA Y LA SOLIDARIDAD
Con su mejor amigo, que estudiaba en el conservatorio, tuvo la oportunidad de improvisar tanto en su piano como en los de las tiendas de música del centro de Madrid. En cierta ocasión, Rodrigo acudió con su padre a una de esas tiendas. Se quedó tan sorprendido al escuchar sus composiciones que, sin pensarlo un segundo, le regaló su primer piano vertical.
Durante la adolescencia formó parte de varios grupos musicales, pero su vocación compartida entre la música y la salud, hizo que centrara su tiempo en la Facultad de Enfermería y, posteriormente, en la de Medicina Tradicional China.
Sin embargo, nunca dejó de sentarse al piano para expresar con notas aquello a lo que no encontraba palabras. Participó en conciertos benéficos a favor de la investigación sobre el cáncer infantil, tanto en su organización como con su música.
En 2013, acudió por primera vez a los encuentros de la oenegé Música por la Voluntad. En el mítico café madrileño Libertad 8 pudo participar con su música y conocer a muchos artistas y poetas, entre ellos, la Chica Metáfora, con la que comenzó a colaborar musicando sus poemas. De ahí surgieron los primeros viajes y la oportunidad de dar su primer concierto en solitario, en el Dog & Roll de Madrid.
DE LA MÚSICA EN DIRECTO A LA GRABACIÓN EN ESTUDIO
Después de dos años de conciertos en solitario o acompañando a poetas y cantautores por diferentes ciudades de España, en 2015 entró en Infinity Studios para grabar su primer EP, “Entre Sueños”.
Un año más tarde, llegó a la final del concurso de composición Manhattan International Music Competition, con mención especial del jurado por la intimidad y profundidad de sus composiciones. Rodrigo siente gratitud por todos los que le ayudaron a lograr este hito: Hinves, que le facilitó su exposición en Madrid para grabar el vídeo, Juan Francisco Gómez, que se encargó de la fotografía, grabación y edición, y Daniel Hare, por su trabajo como técnico de sonido.
Una de sus grandes ilusiones era dar un concierto en un teatro, lo que se hizo realidad en 2017, concretamente en el Teatro Municipal de Griñón (Madrid). A esa primera experiencia le siguieron muchas otras en el Teatro Prosperidad de Madrid.
Ese mismo año participó con los arreglos, transiciones y puentes en el corto “Goyim: el ritual” (Poor Society Films), junto con José Javier Delgado Pulpillo y Fran Soler. También en 2017 y para la misma productora, compuso la introducción del vídeo musical Conan, el artista de heavy metal español.
Conocer a José Ramón Mestre Valmaseda fue el principio de una amistad que le llevó a crear su segundo EP, “Impulso”. Este proyecto quedó paralizado por la pandemia, pero seguramente verá la luz a finales de 2023.
Sus colaboraciones con artistas y conciertos benéficos, así como sus propios eventos por diferentes salas y teatros de España, no han dejado de sucederse desde 2013. Entre otros, ha colaborado en los arreglos de piano para el disco “Pintaré”, del cantautor Juan Antonio Ordóñez, así como en la composición de la banda sonora de los proyectos audiovisuales “Plàstic” y “Constelaciones” (Aloha Lorenzo), premiados el Festival de cortos del Ayuntamiento de Torrejón, en Madrid.
Otras de sus composiciones son la banda sonora de la exposición fotográfica “Mapa Sensorial” (de la artista Ana Ramiro) y la música del disco-poemario “Hoy no es un día cualquiera”, de Kike Marcos.
Musicar poemas es uno de sus puntos fuertes. Sonia Jiménez Tirado lo ha comprobado con sus obras “Memorias de una contorsionista”, “Mil pedazos más” y “Vértices”. Su lado altruista se materializa en conciertos benéficos, como los de “Arte por nuestras Salas”.
NUESTRA ENTREVISTA CON RODRIGO GÓMEZ
Las composiciones e interpretaciones de Rodrigo han cruzado el Atlántico. Actualmente, su música suena en Radio Espectro, una emisora de Latinoamérica dedicada a cantautores de todo el mundo.
Durante la entrevista pudimos acercarnos a esta joven figura del panorama musical actual.
1. ¿Cuál es tu nombre completo?
Rodrigo D. Gómez Pastor
2. ¿A qué edad empezaste a tocar el piano? ¿Fue decisión tuya?
Desde que nací sentí la necesidad de expresarme con la música, ya fuera tarareando canciones o haciendo ritmos con las manos o cualquier objeto que atraía mi atención.
Fue cuando estaba en el colegio cuando pude tocar por primera vez un piano. En el aula de música había uno centenario y me colaba en los recreos a tocar. Tendría 13 años. Ahí sentí que era el instrumento con el que más me identificaba y con el que podía expresar todo lo que se pasaba por mi imaginación y lo que sentía.
3. ¿Cuál fue tu primer piano? ¿Lo sigues teniendo?
Además de tocar en el colegio, solía ir con mi mejor amigo, Dani, que estudiaba piano en el conservatorio, a las tiendas de pianos del centro de Madrid. Allí tocábamos hasta que nos pedían que nos fuéramos.
La primera vez que mi padre me escuchó en una de esas tiendas de Ópera, cerca del Teatro Real, cuando ya tenía 15 años, me compró un piano Shymphony de estudio que me ha acompañado en casa hasta hace dos años. Actualmente, está en una escuela de Pinto, Think in Music, donde lo doné a cambio de cumplir mi sueño de estudiar música. Me llena de alegría poder seguir tocándolo y saber que a diario los alumnos disfrutan de él también.
4. ¿Cuál ha sido el momento profesional más emocionante de tu vida?
Junto a la presentación de mi primer disco, “Entre Sueños”, en la sala Clamores de Madrid, el día que empezó a sonar mi música de manera programada en una emisora de Latinoamérica, Radio Espectro.
Aunque, el día quizá más emocionante, fue cuando M., una niña de 5 años enferma de cáncer, me pidió saber cómo sonaban las estrellas para mí, pues ella se convertiría en una muy brillante cuando ya no estuviera aquí. Así nació “Melodía de Estrella” y de esa manera M. brilla cada noche desde el cielo, iluminando nuestras oscuridades y velando por nuestros sueños.
5. ¿Y el más complicado o frustrante?
Tener que parar la grabación del segundo disco y los conciertos a raíz de la pandemia.
6. ¿Quién ha sido tu fuente de inspiración?
José Ramón Mestre, Mychael Nyman, Juan Dussán, Alexis Ffrench, Hania Rani, Chano Domínguez, Michel Camilo, Lyle Mays, Chick Corea, Art Tatum, Dirk Maassen, Gonzalo Rubalcaba, Bebo y Chucho Valdés, Dorantes, Chico Pérez, Andrés Barrios, Moisés P. Sánchez, Jorge Bedoya, Dani Catalá, Stevie Wonder, Elthon John, Jacob Collier, Ólafur Arnalds, Chopin, Mozart, Bach, Beethoven, Vivaldi…
La verdad es que toda música es fuente de inspiración para mí. Mis pacientes, las vivencias del hospital, mis experiencias personales y las de las personas que me rodean también me inspiran mucho para componer. Por eso siento que escribo mi propia banda sonora de vida en “Recuerdos de una Vida”, que refleja un poco toda esta sensación.
7. Si pudieras ser otra persona por un día, ¿quién te gustaría ser?
La realidad es que lo único que me planteo es ser una mejor versión de mí mismo cada día: más calmado, menos perfeccionista, humilde, sencillo, humano, cercano… En todo caso, me gustaría poder mirar a mi yo adolescente para darle las gracias por la pasión y cariño por la música. Y, si pudiera, me gustaría mirar a mi yo del futuro para saber qué anda componiendo.
8. ¿Tienes alguna manía antes de salir al escenario?
Pasar un rato en silencio a solas, respirar con atención y sonreír.
9. ¿Qué querías ser de pequeño?
Compositor de bandas sonoras. Me alucinaba la sensación de crear historias a través de la música.
10. Si no hubieras sido pianista y músico, ¿qué te hubiera gustado ser?
Compagino la música con mi profesión de Enfermería y Medicina Tradicional China. Siempre tuve, además de la música, vocación clara de ayudar a los demás.