"No todas las clases sociales ni todas las generaciones abandonan el mundo voluntariamente; y cuando se ven obligadas a hacerlo, inventan a menudo las más bellas filosofías, cuentos de hadas y mitos, para elevar a la esfera de la libertad, de la espiritualidad y la interioridad la necesidad a la que sucumben" A. Hauser: Historia social de la literatura y el arte
Así que, ¿yo soy yo y mi constructo, mis excusas y mi mística de la dignidad, antes bien que mis circunstancias?
El verdadero artista es un esclavo de sí mismo, donde la mayoría lo son de otros; por doquier huye del abismo sin saber que lo lleva dentro, y todo lo sacrifica a ese dios celoso que nada entrega a cambio. Os hablo del verdadero artista, no del creativo, sociable y amoldado, que se sirve de modelos aceptados para repartir caricias en forma de versos, cuadros, libros... que la gente aplaude. La sociedad deshace al artista, lo disuelve. El público empuja el arte hacia el suelo, como un lastre, y el comercio deja sus grasientas huellas sobre cualquier original, quedando éste irreconocible.
Hasta aquí todo lo que he dicho es constructo, como recuerda la cita de Hauser, pero ello no lo hace menos cierto pues la gente vive donde cree vivir.