Artista: Arturo MezaÁlbum: Venadito del sol
Año: 1993
Género: Etno-rock
Duración: 47:39
Referencia: discogs
Nacionalidad: México
El venado es uno de los animales con mayor presencia en las culturas indígenas de México. Sus huellas atraviesan prácticamente todo su territorio; las podemos encontrar entre los yaquis, mayos, huicholes, nahuas, zapotecos, chinantecos y mayas.Una de las relaciones entabladas por Arturo Meza a lo largo de su trayectoria y que ha dado excelentes resultados en el nivel artístico es la que ha mantenido con Tribu. La primera vez que coincidieron fue en Comala, disco de Jorge Reyes; años más tarde el grupo colaboró con Meza en la presentación de su primer libro de cuentos: Ansina como endenantes.
Poco después, Meza y Tribu desplegaron sus saberes en Venadito del sol, una cita con un toque étnico, pero en donde lejos de ceñirse a los parámetros impuestos por el género, Meza optó por efectuar un acercamiento nuevo, con una mirada experimental. Aunque en la producción encontramos algunos momentos percutivos y con flautas en donde las imágenes prototípicas de los rituales prehispánicos se imponen; la mayor parte de las composiciones poseen una atmósfera oscura.
Las preocupaciones de su autor: el hambre, el dolor, la angustia, los sueños, son revestidas con un alud sonoro que hace un llamado constante al inframundo y que hacen de Venadito del sol una de las obras más innovadoras que se han hecho con semejante instrumental en este país.David Cortés, del libro El otro rock mexicano
Como podemos observar el dibujo en la portada son dos plantas de Lophophora williamsii, comúnmente llamada peyote o hikuri (en lengua wixárika). La relación del pueblo wixárika (huichol) con el venado es muy profunda y antigua. Para ellos el venado es fuente de prosperidad (muy asociado con el peyote) todo ello se comprende al conocer su leyenda sobre el venado azul. De esta mitología emerge su adoración por el peyote y su agradecimiento a este generoso ciervo, cuyo espíritu salvó a este pueblo a través de esta planta sagrada.
Los ancianos nos contaban que hace mucho, mucho tiempo, en la Sierra Huichol los abuelos se reunieron para discutir sobre su situación. La gente se encontraba enferma, no había ni agua ni comida, no llovía y la tierra estaba seca. Ellos decidieron entonces, enviar a cuatro jóvenes de cacería, con la tarea de encontrar alimentos y llevarlos a la comunidad para compartirlos, no importando lo poco o mucho que obtuvieran cazando. Cada uno de los jóvenes representaría un elemento: fuego, agua, aire y tierra.
La mañana siguiente, los jóvenes comenzaron la jornada, cada uno cargando su arco y flechas. Caminaron durante días hasta que, una tarde, saltó detrás de unos arbustos, un venado grande y gordo. Los jóvenes se encontraban exhaustos y hambrientos pero, cuando vieron al venado, se olvidaron de todo y comenzaron a correr tras de él, sin perderlo de vista. El venado miró a los jóvenes y sintió compasión por ellos. Los dejó descansar una noche y, el siguiente día los incitó para que continuaran la persecución.
Pasaron muchas semanas antes de llegar a Wirikuta (en el desierto de San Luis, camino sagrado de los Huicholes). Cuando los, jóvenes se encontraban en el camino de la colina, cerca del cerro de las Narices, vieron al venado saltar en dirección al lugar donde habita el espíritu de la tierra. Juraban que habían visto al venado correr en esa dirección, y trataron de encontrarlo sin éxito. De repente uno de los jóvenes disparó una flecha que cayó dentro de la figura de un venado, formada por las plantas de peyote que había en la tierra que, con el sol, brillaban como lo hacen las esmeraldas, mirando hacia una sola dirección.
Los jóvenes se encontraban confundidos por lo que había pasado, pero decidieron cortar las plantas formado la figura del Marratutuyari (venado) para llevarlas al pueblo. Después de caminar durante varios días, llegaron a la montaña Huichola, donde todos les estaban esperando. Dirigiéndose inmediatamente a los ancianos, les contaron su experiencia. Los ancianos comenzaron a repartir el peyote entre la población y, después de un tiempo, y no sintieron más hambre o sed.
Desde entonces, los huicholes adoran al peyote que, al mismo tiempo es venado y maíz, su espíritu guía. Así que, cada año desde entonces, continuan peregrinando, manteniendo la ruta viva desde la sierra Huichola hasta Wirikuta, para pedirle a Dios lluvia, comida y salud para su gente.
En la mitología maya, Xibalbá o Xib'alb'a ( Dzibalba) es el nombre del inframundo. Es el mundo subterráneo regido por las divinidades de la enfermedad y de la muerte: Hun-Camé y Vucub-Camé. Forma parte importante dentro del ciclo mítico de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, narrado en el Popol Vuh de la cultura maya quiché.
Por otro lado, el venado es un animal muy complejo en su concepción porque se le asocia a una de la principales deidades del panteón maya, que es el sol; él presenta atributos como cazador, ante lo cual puede propiciar una buena cacería. Asimismo el venado encarna los valores de un guerrero valiente, cuya hazaña permite que haya buenas lluvias. El venado es un animal vinculado a la vida y a su vez a la muerte al representar al sol en su movimiento heliacal donde al amanecer es un dios joven o cría de venado y para el crepúsculo es un anciano o un venado agonizante.
Desde tiempos inmemoriales el venado es un símbolo sagrado para el mundo maya. La figura de este precioso animal de aspecto tierno aparece prácticamente en todo: en sus creencias, en su vida común, en sus registros, en sus nombres y por supuesto en su gastronomía.
Según la mitología maya fue un venado quien con su pezuña formó los órganos sexuales de la luna. Desde siempre el venado fue objeto de sacrificio para honrar a los dioses. Del vocablo “Ceh” (venado en lengua maya) deriva el apellido de muchas familias de la región.
Tan importante fue y ha sido el venado para los mayas, que en su piel quedaron plasmados (códices) los episodios más trascendentes de la historia prehispánica.
Por lo que hace a la gastronomía los mayas eran consumidores de la carne de este animal y hasta el día de hoy es muy común, sobre todo en las poblaciones rurales, encontrarse con un rico asado de venado o desmenuzado al estilo “tzic”, una variante criolla del salpicón preparado con jugo de naranja agria, rábanos, cebolla y cilantro.
Ceh, el Venado Sagrado
Los mayas de Yucatán nos narran que Itzamná, el Señor de los Cielos, la Noche y el Día, hijo de Hunab Ku, Dios Solitario, el mayor de todos los dioses, creó la Tierra. Como sus representantes eligió a tres animales, la Serpiente, el Faisán y el Venado. Itzamná, el dios omnipotente, se representaba como un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica. Fue el primer sacerdote de la cultura maya a quien se debe la invención de la escritura y los códices; de las ciencias y de los conocimientos. En su inconmensurable bondad, creó a los mayas y al Mayab, el lugar donde debían residir.
Los mayas antiguos acostumbraban sacrificar venados en honor a sus dioses, a quienes les ofrendaban el corazón de estos dulces animales, y los sacerdotes untaban la sangre en las figuras los ídolos. Asimismo, por su carácter sacro los mayas escribieron sus códices sobre la suave piel ya curtida del Venado, para que la posteridad pudiese conocer su historia antigua. Es así como conocemos que el Venado era un animal psicopompe, encargado de relacionar a los humanos con los ancestros; es decir, los dioses.
1. Dzibalba
2. Venadito del Sol
3. Chantil Lobolal
4. La cárcel de la Luna
5. Anciano oscuro
6. Cumiechicuaro
7. Luna preñada
8. El borde celeste de Mamá Felipa
9. Tragamezcal
Alineación:
- Arturo Meza - voces, mantrams, cánticos, percusiones, teclados, mezáfono, oglio y cuerdas pulsadas
Tribu - mitote en "Tragamezcal"
Alquimia - percusiones y voces en "Luna preñada"