Arvo Pärt - Fratres, Tabula Rasa y otras obras (1994)

Publicado el 22 abril 2020 por Moebius
#Músicaparaelencierro. ¿Nos ponemos serios? Nos ponemos serios. El encierro no es broma, en respetarlo va nuestra salud, así que hay que tomarlo con mucha seriedad. Hoy hablamos de Arvo Pärt, uno de los compositores más interesantes del mundo musical académico en el siglo XX, creador de un estilo vanguardista pero basado en el regreso a los sonidos y a la religiosidad de la música antigua. En este disco tenemos ejemplos de algunas de las obras más importantes de este compositor estonio que modificó el paisaje de las vanguardias del siglo XX y generó posibilidades para revalorar lo más sencillo.
Artista: Arvo Pärt
Álbum: Fratres, Tabula Rasa, Spiegel im Spiegel, etc.
Año: 1994
Género: Música clásica, siglo XX, música sacra, tintinabulum
Duración: 1:03:36
Nacionalidad: Estonia
La música de Arvo Pärt representó un respiro en el loco medio académico del siglo XX, un territorio donde parecía que sólo podía aparecer una vanguardia cada vez más loca que la anterior. Pärt dijo stop y propuso volver a la tonalidad, al acorde simple, a la sonoridad sencilla y, sobre todo, al papel espiritual de la música. Hombre religioso, dedicó su talento inagotable a devolverle a dios lo que César le había quitado.

foto reciente de Arvo Pärt

Arvo Pärt nació en Paide, en el centro de Estonia, en 1935, cuando este país báltico, con menos de 20 años de independencia, luego de una larga historia de disputas entre suecos, polacos, germanos, rusos y fineses, acababa de firmar un tratado de no agresión con sus vecinos, incluyendo a la Alemania nazi y a la Unión Soviética de Stalin. En la época en que Pärt nació, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Estonia se debatía entre la democracia y el autoritarismo. El estallido de la guerra la encontraría en la esfera de influencia soviética, según había sido establecida por el pacto Molotov-Ribbentrop entre Alemania y la URSS. Para 1940, Estonia ya había sido convertida en república socialista soviética. El régimen impuesto fue totalitario y de terror, al grado que la invasión alemana representó para muchos estonios la esperanza de sacudirse el yugo soviético. Sería peor: durante la ocupación nazi los países bálticos fueron convertidos en el Reichskommissariat Ostland cuyo régimen se encargó simplemente de expoliar recursos materiales y humanos para sostener la guerra absurda de Hitler en dos frentes. Miles de judíos y romanís estonios, y miles de prisioneros soviéticos fueron ejecutados o explotados hasta la muerte en campos de trabajo nazis a lo largo del Báltico. La contraofensiva del Ejército Rojo encontró en Estonia una férrea resistenica nazi y costó miles de vidas estonias a manos de ambos bandos. Finalmente, la fuerza aérea soviética barrió la capital Tallin, y una última arremetida terminó por expulsar a los alemanes. En el proceso, ambos monstruos practicaron la política de tierra quemada sobre ese territorio. Finalmente se restableció el dominio soviético y se redujo el territorio estonio. El país había perdido, al finalizar la guerra, un 25% de su población, fuera por muerte, deportación o evacuación. Para cuando Pärt alcanzaba la adolescencia, a fines de los 40, la URSS había completado la colectivización de Estonia. Toda resistencia había sido aplastada y los opositores enviados a morir en Siberia. La independencia de Estonia, que en los 20 había sido una de las más avanzadas democracias sociales de Europa, no se recuperaría sino hasta 1987, siendo una de las primeras señales de la caída de la URSS.
Pärt había comenzado su educación musical en ese contexto, a la edad de 7 años. Se cuenta que de niño jugaba con los registros más agudos y más graves del piano de su casa, pues las octavas centrales estaban malogradas. El alto contraste grave/agudo quedaría en su obra como signo de identidad y sería una de las características de su estilo personal de composición, que él denominó tintinabulum, y que estaba basado en la sonoridad del bronce de las campanas a partir de su simpleza monotonal. Luego de su servicio militar (tocó el oboe en la banda del batallón al que fue asignado), estudió en el conservatorio de Tallin. Pronto empezó a componer y trabajó intensamente creando música para cine y TV.
Al principio, influenciado por el serialismo (la escuela vanguardista de Viena, con Schönberg a la cabeza), algunas de sus composiciones fueron silenciadas por la censura soviética que consideraba a la vanguardia vienesa un símbolo de lo burgués, por su elitismo y su lejanía respecto de lo que el pueblo podía y quería entender. Luego de esa primera etapa, Pärt hizo un alto en su labor creativa y se dedicó por un tiempo al estudio: se sumergió en la música medieval, específicamente en el canto gregoriano y en la liturgia ortodoxa rusa (una portentosa tradición musical paralela al canto gregoriano), así como en la música del Renacimiento. Al finalizar este periodo de estudio, la obra de Pärt cambió radicalmente. Abandonó el serialismo y las vanguardias de la primera mitad del siglo XX, no como respuesta a la censura política sino como resultado de sus estudios, de sus nuevos aprendizajes.
He descubierto que basta con que una nota sea bellamente tocada. Esta sola nota o un momento de silencio me confortan. Trabajo con muy pocos elementos; una o dos voces. Construyo con materiales primitivos, con el acorde de tres notas, con una tonalidad específica. Las tres notas del acorde son como campanas, y de ahí que haya llamado a este estilo tintinabulum.
Arvo Pärt (de las notas del disco)

De aquí que resulte erróneo identificar la música de Pärt como deudora del minimalismo, como lo han hecho un montón de críticos: no sólo porque lo antecede (en última instancia el tintinabulum es contemporáneo del minimalismo), sino porque descubre la sencillez que comparte con él por sus propios medios, totalmente opuestos a los del minimalismo. Si este fue desarrollado desde la experimentación con la electrónica que vino de la música concreta y la vanguardia postserialista europea, la aproximación de Pärt se desarrolló a través del rechazo a la atonalidad, al dodecafonismo y a cualquier experimentación, y desde la recuperación de la simpleza aprendida de la música antigua.
Terry Riley llegaría a conclusiones similares más o menos al mismo tiempo (y Glass y Reich lo seguirían): la recuperación de la tonalidad, el regreso de la articulación alrededor de jerarquías tonales, emparenta claramente a los minimalistas con Pärt. En In C de Riley, hay elementos que también se pueden encontrar en “Fratres” de Pärt: la repetición, el movimiento hacia la ampliación de una sonoridad simple, sin las transgresiones sónicas que se desarrollaban en la música concreta y en la loca experimentación electrónica (eventualmente, en el free jazz, pero esa es otra historia, una antiacadémica). La gran diferencia entre Pärt y el primer minimalismo, el de Riley, es que en Pärt la improvisación está más limitada (los músicos juegan con la intensidad; no con las notas o el tiempo), mientras que en Riley es fundamental.
Pero la importancia de Pärt está precisamente en esa capacidad suya para integrar elementos: el valor de la nota única y de la combinación simple en acordes de tres notas; la importancia de los armónicos naturales que podemos encontrar de manera muy clara en las campanas, la combinación contrastante de los registros grave y agudo, el viaje que se produce en el oyente cuando es llevado por esta marea sonora.
Y la dimensión espiritual: la música de Arvo Pärt es música religiosa (de ahí que a quién sabe quién se la haya ocurrido llamarla —y, discúlpenme, pero me parece ridículo— “postminimalismo sacro”); muchas de sus obras están hechas para honrar símbolos del cristianismo ortodoxo que profesa, y a para ser ejecutadas en ambientes religiosos, en iglesias y abadías, cuyas amplias naves juegan a favor del tintinabulum, del armónico natural, y recuperan el espíritu —exactamente el mismo espíritu— que se gestó de los siglos V al IX entre los muros religiosos, para dar lugar a lo que conocemos como “canto gregoriano” (por la síntesis que Gregorio I hizo de lo que ya venía sucediendo en abadías, conventos y catedrales de toda Europa: la misa cantada en coro unísono). Quien haya escuchado un coro o un órgano en una catedral sabrá a qué me estoy refiriendo: ahí, en ese espacio sonoro, sucede algo que es mayor que la música; la armonía cobra vida y no es extraño que esa vida pueda ser interpretada como intervención divina.
Pärt emigró fuera del entorno soviético en 1980; se fue a Viena y se nacionalizó austriaco, aunque no dejó nunca de estar vinculado con su país de origen, especialmente una vez que Estonia recuperó su independencia (y se convirtió, nuevamente, en una de las democracias sociales más avanzadas de Europa, una de las pocas que no ha cerrado puertas a la inmigración). Con 84 años, vive en VIena y se mantiene activo; recientemente fue entrevistado por el diario ABC de España, y se refirió en esta entrevista a la actual crisis planetaria producto del covid19:
Este minúsculo coronavirus ha demostrado de forma dolorosa que los humanos somos un único organismo, y que nuestra existencia sólo es posible en relación con otros seres vivos. Ahora más que nunca, el término relación debe entenderse como una máxima, como la capacidad de amar, un requisito quizás demasiado alto para un ser humano.
Arvo Pärt en entrevista con ABC
Lo que la música de Arvo Pärt produce es una sensación de algo más grande que la música en sí misma, pero que sólo puede ser producido por la música. Llamémoslo esperanza. Nos está haciendo falta.

[La imagen de carátula es "Pequeña casa de madera en un prado floreciente" (1909), del pintor estonio Konrad Magi, claramente influenciado por el impresionismo]


Revisión de "Fratres" de 1992 que incluye percusiones

El "Cantus" a la memoria de Britten en vivo con la orquesta de la BBC

"Spiegel im Spiegel", versión para cello y piano
Lista de temas:
1. Fratres (Hermanos, 1977)
2. Cantus in memoriam Benjamin Britten (para orquesta de cuerdas y campana, 1977)
3. Summa (para orquesta de cuerdas, con base en el Credo de la misa cristiana, 1978)
4. Spiegel mi Spiegel (El espejo en el espejo, para violín y piano, 1978)
5. Festina lente (Apresúrate lentamente, para orquesta de cuerdas y arpa, 1988, revisión de 1990)
Tabula rasa (para dos violines, orquesta de cuerdas y piano preparado, 1977):
6. I. Ludus (con movimiento)
7. II. Silentium (sin movimiento)
Alineación:
- Tasmin Little / violín
- Martin Roscoe / piano
- Robert Aldwinkle / piano preparado (mediante la inclusión de tornillos para dar la sensación de campanas)
- Bournemouth Sinfonietta, bajo la dirección de Richard Studt (violín II).