Un asalto de negro y por sorpresa, un secuestro de amor, nuca a cintura, desmelenado y súbito, sol de la noche, embriagado solsticio de alma en vilo. ¿Quién pronuncia tu nombre en esta hora, marejada de amor, siniestra y bella, cuando el barco y la vela se hacen uno y no hay capitán, ni estrella ni gaviotas? Sólo tu luz, de negro, piel y seda, se introduce en las aguas de mi noche, y es mi sueño y el faro de mis sueños y es el timón que alumbra cuanto anhelo.
Isabel Ascensión M. Miralles