Asán se ambienta en la segunda parte de la guerra en Chechenia, en los años 1997-1998 y cuenta la historia del mayor Zhilin, un militar corrupto, intendente, que trafica con el combustible que debe administrar. Rusos y chechenos se disputan el petróleo, la sangre de la guerra, los generales de los dos ejércitos enemigos y los señores de la guerra toman el té juntos, negocian, intercambian armas y comida. Les interesa más administrar la guerra que ganarla. Las diferencias ideológicas, nacionales y religiosas se difuminan en las bandas formadas por excombatientes de ambos bandos. A su lado coexisten pequeñas células bélicas familiares donde sólo manda la avaricia y la venganza.
La extensa narración cuenta una larga sucesión de combates, convoyes asaltados y relaciones extra bélicas entre los dos bandos. Makanin escribe con un estilo descarnado, fresco, impresionista. Hay diálogos de gran viveza y naturalidad. Su tono antibelicista, también presente en otras narraciones (como en El prisionero del Cáucaso y otros relatos, también publicada en España) se subraya con las frecuentes referencias a Asán, divinidad, fetiche o ídolo, santo y seña de los insurgentes, una especie de leyenda caucásica metida en el alma de los montañeses chechenos, que, en el fondo, termina siendo reemplazado por el dios de la avaricia.