Volviendo a la vecina, nos juntamos en el descansillo para coger el ascensor y después de darnos las buenas tardes se queda mirando mi bolsa y me pregunta ¿Qué has comprado? Si, como lo leéis. Yo pensaba que yo era cotilla, pero esto ya me pareció el colmo, que alguien que no conoces te pregunte qué has comprado es lo más en intromisión. Me dieron ganas de contestarle “Un vibrador señora, ¿sabe lo que es?” pero me abstuve y sólo dije “cosas”. Menuda respuesta absurda, “cosas”. No es que hubiera comprado nada que no se pudiera contar, tres chorradas, unas cartulinas, unos trapos de cocina y una caja con instrumental para hacer manualidades con las niñas. Da igual lo que hubiera adquirido, la cuestión es que no se pregunta a alguien que no conoces qué lleva en una bolsa ¿No? ¿Soy un bicho raro y esto es normal?
Qué mal llevo a la gente que mete sus narices en los asuntos ajenos…