IBN MASARRA
Ibn Masarra, también conocido como Abenmasarra, nació en Córdoba, el año 883, dentro del ambiente mutazilista que heredó de su padre. Este era un musulmán cultivado que había traído de Bagdad las doctrinas de una famosa escuela filosófica. Su hijo, Ibn Masarra, recogió del innovador una sabiduría extensa y madura.
Su pensamiento filosófico más originario recibió la influencia del Priscilianismo (doctrina cristiana de Prisciliano de Ávila). El núcleo de ese pensamiento es una doctrina emanatista de tipo neo-platonizante. El universo está presidido por el Uno, ser divino simplicísimo del que emana todo de forma gradual, escalonándose en cinco sustancias. El origen de los seres creados es la materia prima, emanada directamente del Uno en forma de niebla caótica, sobre la que se van concretando el resto de seres. La irradiación de la luz del Uno sobre la materia origina los seres celestes, el primero de los cuales es el Entendimiento, en el que el Uno infundió la ciencia de los entes futuros; luego viene el Alma, después la Naturaleza, que origina el Cuerpo, del que surgen los seres del mundo visible, compuestos de materia y forma.
Al ser sofista daba gran importancia al examen de la conciencia referida a la purificación del ser humano, considerándola coadyuvante del ascetismo.
Todas estas ideas no eran aún aprovechadas por el pueblo, y se enseñaban en privado ante el temor de no ser aceptadas por la ortodoxia religiosa de los faquíes. A pesar de todo, Ibn Masarra llegó a hacerse sospechoso de herejía y tomó la prudente decisión de peregrinar a Medina y a La Meca en el año 912, para disolver sospechas y alejarse de posibles amenazas, coincidiendo con la llegada de Abderramán III al trono califal de Córdoba.
En su viaje hacia la Meca, encontró desde Alejandría a Bagdad, una cultura islámica en pleno período creativo, que asimilaba el pensamiento de griegos, hindúes, persas y sirios. Ocupaba un espacio predominante el filósofo y médico Al-Razhi, conocido como Rhazes. Este iraní supo renovar el espíritu de la filosofía presocrática de Pitágoras y Empédocles, en clara oposición al pensamiento de Aristóteles.
Durante su estancia en Basora, Ibn Masarra se interesó por el Racionalismo motazilita, que terminó desarrollándose algunos años más tarde en los Hermanos de la Pureza (ijuan as safá), autores de una enciclopedia popular cuya finalidad era definida de este modo:"Hacer la síntesis de todas las ciencias y de la religión." Se trataba de un movimiento islámico caracterizado por su espíritu de apertura y universalista, que fue creciendo en la península Ibérica, sobre todo desde Ibn Masarra a Ibn Arabi.
A través del sufí asceta Duh’l Nun, conoció la corriente del Gnosticismo neoplatónico, que influyó en las religiones doctrinales: el judaísmo con Filón, el cristianismo a través de Plotino y el Islam con el sufismo.
En Alejandría, lbn Masarra conoció la filosofía griega gracias a la obra del judío Plotino, que intentó realizar la síntesis entre la filosofía judía y la griega, siendo uno de los fundadores de un misticismo donde se conjugaba la influencia de la India, de Platón y del Cristianismo.
A partir de las influencias filosóficas que fue recibiendo, Ibn Masarra construyó su propio pensamiento: el Ascetismo.
lbn Masarra realizó en Occidente, concretamente en Córdoba, la primera síntesis filosófica de las más altas tradiciones espirituales de Asia y de África, siguiendo las enseñanzas del Islam de dirigir a Dios todos los esplendores del mundo.
Su lectura simbólica del Corán resucitaba el mensaje revelado: los fenómenos de la naturaleza o los acontecimientos históricos, como en otro tiempo había sido la lectura del judío Filón para la Torá, o la del cristiano Prisciliano para los Evangelios.
Según su concepción de la libertad humana el hombre es responsable de sus actos, ya que Dios no le ha determinado, por tanto es libre de ceder a sus pecados o de buscar, a través de los "signos" de Dios el"camino verdadero"que permite alcanzar los fines para los cuales Dios nos llama. La clave del pensamiento de Ibn Masarra es la trascendencia de los actos, que definen claramente el sentido y los fines de nuestra existencia.
Ibn Masarra definió cuatro niveles de finalidad y de acceso a la plenitud humana:1. Existe una felicidad relativa, correspondiendo a la intención fluctuante y momentánea del hombre.2. Otro nivel, más elevado, es el de la armonía de la acción con la naturaleza del individuo en su totalidad.3. Por encima de los dos anteriores se encuentra la realización de las exigencias de la perfección esencial del ser.4. La felicidad suprema, que es la respuesta incondicional a la llamada de la ley divina.
Esta visión del mundo implica la libertad del hombre, la exaltación de la razón que le hace capaz de dominar sus apetencias corporales e instintos del cuerpo.
Exige también una interpretación simbólica de las escrituras, y reconoce el valor de todas las revelaciones con el mismo espíritu con el que el Corán revela la unidad de todas las religiones y considera la sumisión a Dios ("islam") como su denominador común: esta religión se presenta y se ofrece como el coronamiento de todos los logros antiguos.
Ibn Masarra trató de hacer un todo de la ciencia (estudio de los "signos" de Dios), de la sabiduría (reflexión sobre los fines), y de la fe, y su filosofía que veía en la luz el símbolo de Dios.
Entre sus tratados de filosofía se encuentra una Crítica de las religiones (Naqd al adyan), La medicina del alma (at-tibb ar-ruhani), Libro de las propiedades de las letras (Kitab Jawass al huruf) y Epístola de la reflexión (Risalat al-I´tibar).
En una ermita de la sierra de Córdoba fundó junto a un grupo de discípulos una importante escuela filosófica: Escuela masarri. En ella se estudiaba principalmente las doctrinas de Empédocles sobre el origen del universo y sus elementos. Tuvo sus manifestaciones en Córdoba y Pechina (Almería), y que a la muerte de Ibn Masarra derivó hacia el comunismo, el amor libre y la anarquía.
La influencia de Ibn Masarra se prolongó durante más de un siglo, gracias a la política de comprensión y tolerancia que existió bajo los reinos de los califas Abder Rahman III, (912 a 961) y Hakam II (961 a 976) que protegían a los filósofos y los sabios. Pero tras la llegada de Almanzor al Califato, los clérigos islámicos Fuqahas, adversarios de lbn Masarra, emprendieron una serie de persecuciones contra aquellos filósofos y eruditos cuyo pensamiento no se ajustaba al dogma más ortodoxo del Islam.
La escuela de Ibn Masarra fue obligada a la clandestinidad. El imam de la comunidad de sus discípulos, Ismal Ibn Allah. Al Ruayin (contemporáneo de lbn Hazm), permaneció fiel al espíritu ascético y místico de Ibn Masarra. Para entonces, el Masarrismo se había transformado de filosofía a política. A partir de la concepción ascética, según la cual toda propiedad es una impureza cuando no va dirigida a la satisfacción de las necesidades cotidianas, considera que ninguna propiedad es legítima cuando no está consagrada al servicio de Dios. Y este comunismo místico fue extendiéndose entre las clases menos favorecidas de Córdoba, en un momento de decadencia debido a la peste y al hambre. Los masarris reclutaron adeptos entre los más pobres.
A partir del siglo XI, la doctrina de Ibn Masarra entró en una paulatina decadencia. Sus últimos discípulos, los sufíes de Almería, fueron los únicos en protestar cuando los fanáticos fuqahas ordenaron quemar las obras de Ghazali, causando un persecución por decreto oficial del sultán almorávide Yusuf Ibn Tashfin, en 1106.
La filosofía de Ibn Masarra tuvo un notable influjo en Al-Ándalus, pues sus enseñanzas fueron recogidas por en Ibn Hazm y su legado ha quedado de manifiesto en el Libro de los cercos de Ibn al Sid de Badajoz; en el Kuzarí de Yehudá Haleví; en la Física de Averroes, en la "filosofía oriental de la luz" de Avicena, en Semtob ben Falaquera y en Ibn Arabí. En el mundo cristiano, el pensamiento de Ibn Masarra encontró su inspiración en eruditos de la talla de Raimundo Lulio, Dante y Bacon.
Se perdieron los libros de Ibn Masarra, y en la actualidad solo se conoce su filosofía a través de los testimonios escritos por Ibn Arabí, Ibn Hazm y el historiador Ibn Said. El gran filósofo y poeta judío lbn Gabirol, de Málaga, resumió su pensamiento en su libroFons vitae.
La vida y obras de Ibn Masarra han sido estudiadas en profundidad por el arabista español Miguel Asín Palacios, quien publicó en 1914 la biografía Abenmasarra y su escuela: orígenes de la filosofía hispano-musulmana.