La forma que tiene de canalizar toda esa rabia y esa furia que tiene dentro es a través del boxeo. Por lo general el boxeo en el cine está tratado desde una perspectiva negativa, relacionada con la mafia, el crimen y las drogas. Aquí se ve como una forma de catarsis. Tanto el director como Carlos Bardem no querían que fuera una película en donde se fingiera que se boxeaba sino que se boxeara de verdad en la medida de lo posible. Los actores que participan en las peleas son boxeadores e incluso para Alex González esta no es la primera vez que se pone los guantes ya que en la película de 2005 Segundo Asalto también interpretaba a un boxeador. De todos modos, el boxeo no es el tema principal de la película sino el marco de referencia en el que se mueven los personajes; de lo que realmente trata Alacrán Enamorado es de la transformación del protagonista y cómo supera su odio y su rabia. Los que hacen posible este cambio son el entrenador Carlomonte al que da vida Carlos Bardem y Alyssa, que trabaja limpiando en el gimnasio y que da vida Judith Diakhate. Carlomonte fue una importante figura del boxeo pero sus días de gloria ya han pasado y ahora tan sólo le queda los recuerdos y la frustración de tener que enseñar a otros lo que el ya no puede hacer. El reto de entrenar a Julián puede ser la forma de redimirse y de volver a la luz tras tanto tiempo en la oscuridad. El personaje de Luis, Miguel Angel Silvestre, es el que intenta que Julián se mantenga en el grupo y no le gusta que este ya no forme parte de la familia que se han montado. La especial relación que mantiene con este y la diferente forma que trata a los demás del grupo, en algún momento de la película parece que uno pueda pensar que el interés sea sexual y sienta celos por la novia de su “hermano”.
Carlos F. Navajo
La película está muy bien rodada y las escenas de peleas son bastante impactantes. El trabajo de los actores también está a la altura y para Carlos Bardem puede suponer uno de los mejores trabajos que ha hecho hasta la fecha y quizás sea esta la ocasión en la que pueda llevarse el Goya que le negaron por Celda 211. Aunque breve, el personaje de Javier Bardem impresiona, quizás la forma en la que se despide resulte algo fría y no está a la altura; pero las escenas en las que sale son muy buenas y sus discursos reflejan un pensamiento que por desgracia está calando en la sociedad y es que en momentos de dificultad en donde estamos todos más vulnerables, uno puede acabar aceptando argumentos e ideas que rechazaría completamente por racistas, poco democráticas y fascistas. Quizás el problema de la película es que la historia no ofrece demasiadas sorpresas al espectador. De todos modos, lo importante no es tanto cómo termina sino cómo es el viaje que hace el protagonista desde un punto hasta la superación a través del amor.