Aparentemente, se sitúa su origen en la reverencia o inclinar el cuerpo hacia adelante, con lo que se expresa la subordinación a los deseos del otro. Asi, supondría una reverencia abreviada.
Por una parte, el lenguaje corporal suele ser el reflejo de sentimientos internos por lo que si nos sentimos de acuerdo, o simplemente positivos, nuestra cabeza asentirá casi automáticamente. Sin embargo, manteniendo una postura neutral y asintiendo intencionadamente, también es posible crear el efecto inverso, empezar a experiementar sentimientos positivos.
“El arte de negociar y persuadir” Allan Pease