Otro seudónimo de gran reconocimiento en el mundo literario es el de John Le Carré, nombre con el que se identifica David Moore Cornwell, reconocido escritor británico, considerado como un especialista en tramas de espionaje; sin embargo en sus inicios escribió novelas policiales, como es el caso de Asesinato de calidad, su segundo libro.
Es también la segunda aparición de Smiley, personaje creado por Le Carré, y que lo acompañará en 4 historias más.
Es una historia sin espías, más detectivesca, basada en la investigación del asesinato de la mujer de un profesor, y enmarcada en el ambiente de los colegios exclusivos ingleses. Con pequeñas dosis de ironía y humor británico. Constituye junto con la anterior, la introducción al ciclo de Smiley, y resulta también algo inmadura y tentativa, en busca aún de la voz narrativa propia, que ya aparece con fuerza en “El espía que surgió del frío”.
George Smiley, protagonista indiscutible de gran parte de la narrativa de Le Carré desde "Llamada para el muerto", solo está haciendo un favor a una vieja amiga, Ailsa Brimley, editora de un pequeño periódico a cuya redacción ha llegado una carta de una lectora en la que afirma que su marido intenta asesinarla.
La carta llega a destino demasiado tarde, pues, en extrañas circunstancias, sin indicios que prueben la existencia de un asesino, Stella Rode, la mujer del ayudante de dirección del distinguido Colegio Crane, ya está muerta. Smiley tendrá que ir a Crane para, como es su costumbre, escuchar, preguntar y meditar para ir desvelando, capa a capa, la compleja red de intrigas y odios que sustenta a uno de los colegios más exclusivos y conservadores de Gran Bretaña.
Stella Rode era piadosa, encantadora y caritativa, parecía absurdo que alguien pudiera querer hacerle daño. Sin embargo, ahí estaba su cadáver para demostrar lo contrario.
Sin renunciar a su condición de agente secreto, George Smiley, el famoso personaje creado por Le Carré, entra esta vez en escena como detective para intentar resolver un crimen tan brutal como inexplicable.
El examen del cadáver demuestra que la joven fue víctima de un brutal asesinato. Pero el examen de la habitación, la casa y los alrededores demuestra, sin ningún género de dudas, que nadie estuvo allí. Y que, por tanto, nadie pudo asesinarla.
Recomendable para los fanáticos de Le Carré