Las lesiones graves producidas por las radiaciones, en todo el organismo, son en primer lugar el síndrome de médula ósea, que afecta principalmente a la formación de células sanguíneas con la correspondiente supresión de defensas; se produce con cantidades de 2 a 10 Gy, y puede recuperarse en un periodo de 4 a 6 semanas, si las infecciones responden a los tratamientos.
Con dosis de entre 10-100 Gy se produce el síndrome gastro-intestinal, que añade a las lesiones anteriores la desaparición de las células intestinales, con pérdida de membranas y el correspondiente desequilibrio de electrolitos. Produce vómitos, diarreas, deshidratación y estados confusionales.
Con dosis superiores a los 100 Gy aparece el síndrome del sistema nervioso central; afecta a la bomba de potasio cerebral produciendo edema cerebral y por supuesto muerte inmediata.
Lo importante de los efectos de estos accidentes para las áreas no expuestas a esas dosis son los isotopos radiactivos que se producen, y que por el viento o por la contaminación del suelo y plantas y animales pueden llegar a zonas más lejanas.
Los isotopos más importantes dentro de estos accidentes producidos por las radiaciones son los del Xe, Cs, Cd, St y muy importante el I-131. Este isotopo del iodo en el organismo es conducido al tiroides y se sintetiza en las hormonas tiroideas por lo que se extiende a todo el organismo. Como forma preventiva se debe administrar una dosis importante de iodo no radiactivo para bloquear la glándula tiroidea y así se eliminaría el I-131.
MANUEL MARTÍNEZ MORILLO, CATEDRÁTICO DE RADIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Via: abc