La práctica continuada, regular, competitiva o no, del ciclismo, obliga a nuestra espalda o columna vertebral a efectuar unos esfuerzos de sostenimiento estructural, en condiciones ajenas a las habituales de la bipedestación (la capacidad que tienen los humanos de andar apoyándose sobre las extremidades inferiores). Como consecuencia de ello, el ciclista padece de estrés en determinadas áreas de la espalda.
Estos ejercicios de refuerzo se hacen para contener el dolor de espalda, que puede verse incluso incrementado por unas incorrectas posiciones en nuestra bicicleta. Nos estamos refiriendo a la posición adelantada o retrasada del sillín, a la inclinación del mismo, a la posición demasiado baja del manillar, a dismetrías de nuestras extremidades inferiores …
La espalda se divide en tres áreas:
– Zona lumbar. Es la zona inferior de la columna y la más afectada y vulnerable de todas, debido a que ha de soportar la mayor carga de presión estructural. Viene a estar implicada en más del 40% de las patologías que causan dolor de espalda a los ciclistas.
– Zona dorsal. Es la zona media de la columna y sujeta las costillas.
– Zona cervical. Es la zona superior de la columna y se encarga del sostenimiento y movimiento de la cabeza y cuello.
Como es sabido, la columna vertebral la componen las vértebras, y éstas están unidas mediante ligamentos, potentes músculos, y separadas para evitar roces fatídicos mediante unas almohadillas intervertebrales llamadas discos.
En el interior de las vértebras se extiende la médula espinal, y entre cada par de vértebras, ramificadas en una especie de cableado o afluentes, las raíces nerviosas que retroalimentan eléctricamente la columna vertebral.
Cuando cualquiera de los integrantes anteriormente citados sufre una lesión, siempre suele soportar bastante dolor de espalda debido a la sensibilidad por la presencia de tanto tejido nervioso.
El caso más conocido y extendido en la espalda es el de la hernia discal, y más conocido aún el extremo de la patología ciática. En este caso, el dolor puede irradiarse incluso hasta la parte más distal de las piernas, aún cuando la lesión esté producida a la altura lumbar.
Los ciclistas no son un sector de deportistas que se vean especialmente afectados por hernias provocadas por la práctica del ciclismo. Generalmente son patologías de tipo ligamentoso y/o lumbar. El ciclista suele verse más afectado por patologías de origen mecánico, es decir, postural, y no por daños internos importantes como puede ocurrir en deportes de cargas importantes o impactos continuados como halterofilia, rugby, fútbol americano, etc.
La postura que adopta el ciclista sobre la bicicleta, hace que la disposición de todas y cada una de las vértebras se vea alterada, implicando directamente a todos los elementos que forman parte de la citada estructura. En consecuencia, los músculos paravertebrales, articulaciones, ligamentos, discos, etc. cambian absolutamente su forma de trabajo comparándola con la posición más natural y habitual como ha de ser la de bipedestación.
La posición sobre la bicicleta, y más aún cuando buscamos un mejor acomodo aerodinámico, provoca que se incremente la tensión y el trabajo muscular y ligamentoso de toda la parte posterior de la columna vertebral, especialmente en la zona lumbar y cervical. La zona lumbar invierte radicalmente su disposición, alterando su curvatura fisiológica . Por otra parte, la zona cervical trabajará mucho más, ya que nos vemos obligados a impulsar hacia atrás la cabeza para no perder el contacto visual con la carretera, al inclinar nuestro tronco hacia la zona del manillar con el objetivo de reducir la resistencia aerodinámica e incrementar nuestras prestaciones.
Todos estos esfuerzos se ven dimensionados exponencialmente, debido al elevado número de horas que mantenemos al organismo sometido a este estrés.