Una de las cosas que voy a extrañar cuando Cuba sea un país ordenado, serán estos días en que la piratería digital todavía es patriótica y adquieres en cualquier esquina lo mismo lo mejor del Discovery, las magníficas series del History Channel o los subyugantes seriales de ABC o Fox. A propósito de series, estoy disfrutando mucho Mad Men, parcialmente transmitida aquí en un horario de madrugada como Los hombres de la calle Madison. Con esto de las series y películas a la carta, solo pongo la tv cubana para los noticieros, o un momentico de Telesur para leer la cinta que corre por la parte inferior de la imagen.
Si yo, que soy payasísima y no me interesan los reality, ni MTV, ni las telenovelas, y solo con lo que me gusta puedo mantenerme alejada de la programación nacional; qué decir de mis vecinos. El cabeza de familia, mi vecino Tomás del que ya he hablado aquí, tiene la pelea perdida. Parece que como militante del Partido le han “orientado” la lucha contra al paquete audiovisual, pero su mujer y hasta su hija, también militante y civil del Minint, adoran La Voz, El Gordo y la Flaca, Bailando por un sueño, Belleza Latina y sobre todo, Caso Cerrado. La esposa de Tomás le hizo su rotunda declaración de intenciones a Tomás, y por el volumen, al resto del barrio:
–Así que aquí la gente puede hacer sus reuniones de gusanería y no pasa nada (esos somos nosotros); pueden hacer sus reuniones de religiosería y no pasa nada (mi vecina Tania, también conocida de ustedes), ¿y yo no puedo ver Caso Cerrado? Pues a mí ni p…, me sale del b… verlo y no pienso dejarlo.