Fue en un Babelia de los años 90, en un artículo de mi admirado Miguel García-Posada, donde descubrí a Junot Díaz (Santo Domingo, República Dominicana, 1968). Entonces un joven dominicano de Nueva Jersey, que acababa de publicar su primer conjunto de relatos escrito en inglés, titulado Drown y comercializado en España como Los boys en la edición de Mondadori de 1996, con traducción de Miguel Martínez-Lage, uno de los grandes de la traducción en nuestro país. Leí Los boys sacándolo de la biblioteca y luego lo compré al menos dos veces en saldos de ferias del libro antiguo y de ocasión, una vez para regalarlo y otra para mí. Años después volví a leer el libro sacándolo de otra biblioteca. Fue un conjunto de relatos que me fascinó: toda la técnica del relato breve norteamericano estaba allí (una técnica depurada y bellísima), pero los protagonistas no eran camioneros y amas de casa del Medio Oeste, como en los libros de Raymond Carver o de Tobias Wolff, sino los dominicanos de Nueva Jersey, luchando por la supervivencia fuera de su isla.
Durante años esperé la publicación de un nuevo libro de Junot Díaz, durante años rastreé internet tratando de encontrar algún nuevo libro suyo en inglés, que por el motivo que fuese no había sido traducido al español y no lo encontraba. En 2007 apareció la novela La maravillosa vida de Oscar Wao, que fue ganadora del premio Pulitzer de 2007, y que hizo de Junot Díaz un escritor mucho más popular de lo que había sido hasta entonces. Compré esta novela en París en la agradable librería Shakespeare and Company. Entré allí, paseé por sus estancias y, como no iba a comprar un libro en francés (idioma del que conozco unas cinco palabras), lo compré en inglés. Leí la novela un septiembre de hace cinco años, y como a veces no entendía todo, saqué de la biblioteca la traducción de Mondadori, esta vez a cargo de Achy Obejas. Cuando no entendía algo en inglés miraba la traducción. Aquí me di cuenta de un hecho llamativo: Junot Díaz escribe en un inglés formal en el que de vez en cuando introduce alguna palabra en español (en Los boys la traducción era similar a la de un libro de Richard Ford o de Tobias Wolff, y en letra cursiva se señalan las palabras que estaban en español en el original), pero en la traducción de La maravillosa vida de Oscar Wao, la traductora Achy Obejas (de origen cubano y que también es una escritora latina que vive en EE.UU, en Illinois) transformaba el inglés formal de Junot Díaz en lenguaje coloquial dominicano. Se me escapó la risa al comprobar que por ejemplo “man” estaba traducido como “papi chulo”. En Así es como la pierdes, Achy Obejas sigue el mismo camino: ha tomado el inglés formal de Junot Díaz y lo ha vertido al español en un registro callejero de República Dominicana, sin señalar qué palabras estaban en español en el original; en cambio, el texto se llena de palabras inglesas no traducidas. Además, la transcripción de las frases se hace en su registro oral; por ejemplo, “para” está escrito como “pal” o a los participios se les suprime la “d”. Así es como la pierdes me lo dejó un compañero del colegio donde trabajo, que no había leído nada de Díaz y que le había visto en una entrevista en la televisión. Yo le hablé de Los boys y se lo dejé. Leyó los dos en orden cronológico y me comentó que le había gustado más Así es como la pierdes, precisamente por ese sabor tan dominicano de su páginas. Pensé leer en orden cronológico los tres libros de Junot Díaz seguidos. Los dos primeros serían relecturas, pero La maravillosa vida de Oscar Wao la leería en español por primera vez. Al final he leído directamente el último libro y, aunque no estoy seguro de que sea legítimo que un traductor haga esto, una recreación de un registro literario que no existe en el original, he de decir que la reconstrucción del lenguaje dominicano que hace Achy Obejas me gusta. Aunque he de señalar también que los relatos de este libro me han parecido tan buenos que creo que me habrían gustado traducidos de casi cualquier forma.
Así es como la pierdes está formado por nueve relatos, que en realidad se pueden leer como si fuesen los capítulos de una novela, ya que la mayoría están narrados por Yunior. Este personaje aparece también en las otras dos obras del autor y acaba siendo un trasunto del propio Junot Díaz. Hay acontecimientos que se narran en Así es como la pierdes que los conocía ya por Los Boys, como por ejemplo la muerte de cáncer de Rafa, el hermano mayor de Yunior, y el abandono de la familia por parte del padre. En el último cuento de Así es como la pierdes, titulado Guía de amor para infieles, por ejemplo, a Yunior le duele la espalda y el médico le dice que arrastra una lesión por haber realizado esfuerzos en el pasado. Yunior le pregunta que si puede ser por haber cargado mesas de billar y el médico le confirma que puede ser. Recordé entonces que en Los boys hay un cuento titulado Edison, Nueva Jersey donde Yunior nos narra su experiencia como transportista y montador de billares. La muerte de Rafa es una presencia constante en el libro, y quizás este hecho conduce a la escritura de alguna de las páginas más bellas y desgarradas del libro, como el cuento Flaca, donde se habla de la última relación afectiva que tuvo Rafa (“tremendo papi chulo”, según Yunior).
En principio los cuentos de Así es como la pierdes tratan de relaciones de pareja que, como es fácil suponer, no acaban bien. Las infidelidades de los protagonistas masculinos son frecuentes, infidelidades que en la mayoría de los casos se convierten en errores que conducen al protagonista (normalmente Yunior) a la infelicidad. Este sería el tema principal del primero y el último relato, titulados El sol, la luna, las estrellas y Guía de amor para infieles. Además, en los dos hay un viaje desde Estados Unidos hasta Santo Domingo. Pero el deseo sexual compulsivo y las infelicidades acaban por ser una excusa para hablar de un tema mucho más amplio: la vida de una comunidad emigrante en un país más rico, la relación de estas personas entre sí (dominicanos en la novela) con los norteamericanos y también con los dominicanos que siguen viviendo en la isla. Además del racismo y de las dificultades para abrirse camino. Del trabajo duro del inmigrante, de la nueva vida en Estados Unidos dejando una vida atrás en la isla, trata el cuento Otra vida, otra vez, que es uno de los cuentos más emocionante del conjunto, y también el más independiente, pues en él no aparece Yunior ni su familia.
El estilo de Yunot Díaz es preciso, pero con un particular halo poético que parte de la compasión de su mirada sobre sus personajes. Son cuentos tristes, pero llenos de coraje, cuentos también llenos de poesía y de humor, ricos, vivísimos.
Este libro me ha emocionado profundamente. Es estupendo.