Cualquiera de los partidos que perdió Boca tanto en copa como en campeonato local fueron más ganables que el de anoche contra Nacional, donde en pocos minutos había quedado con diez jugadores por la expulsión de Linley Frazier y con un penal en contra.
Aún cuando Alonso erró el penal y Boca convirtiera el suyo por intermedio de Riquelme, la noche venía color de Ribair para el Boca tan golpeado por los resultados. Sin embargo, Nacional nunca supo utilizar el hombre de más, nunca supo qué hacer con la pelota, Viatri y Riquelme estaban intratables, nadie podía sacarles la pelota, Martínez provocaba a los lungos del fondo uruguayo, Ribair sacaba todo, y Orión, aunque es verdad que los atacantes de Nacional no supieron definir, se hizo gigante en el arco.
El partido fue un bodrio, Nacional, entre sus numerosas dificultades y la presión constante de Boca, apenas atinó a jugar cuando el ingreso del chinito Recoba, y Boca, corriendo y metiendo a lo Boca, obtuvo por fin lo que ya venía mereciendo desde el partido en Buenos Aires.
Mientras el partido fue jugable, Riquelme, Viatri, Ervitti, y Martínez fueron figuras, y cuando la cosa se puso pellaguda, Ribair, Sosa, Orión, y Viatri, sostuvieron el gol a favor y mantuvieron a Boca con las mismas posibilidades de siempre para clasificarse a segunda ronda. De Román hablaré más en los días que se avecinan ya que en su tercer partido después de ocho meses de inactividad no deja de sorprender.
La próxima parada será contra el Barcelona en Buenos Aires, y ahí sí se verán cuántos pares son tres botas. Yo lo sabía pero me lo olvidé.