Así está bien

Publicado el 31 diciembre 2021 por Molinos @molinos1282
 «The more perfect you try to become, the more vulnerable you generally are» (Morgan Hausel) 

Parar. Hacer todo más despacio, como si tuviera ciento treinta años o fuera un niño de seis caminando por la calle, pasando la mano por la pared y parándome cada tres metros para mirar algo que me llama la atención. Ir tan despacio como Turbón, mi perro, que nunca tiene prisa, siempre cree que se ha perdido algo y que lo que haya delante ya llegará, para qué correr. 

Mi propósito para el año en que cumpliré cuarenta y nueve años es ir más despacio. Llego a este día con la sensación de que he terminado la carrera pero que el año que viene paso de apuntarme, que como reto bien pero que mejor me lo ahorro la próxima vez. Quiero dejar de exprimir los días embutiendo en ellos todo lo que pueda. Esta obligación de hacer muchas cosas me la impongo yo misma. Quiero llegar a todo lo que quiero aprender, a todo lo que quiero escuchar, a todo lo que quiero ver, a todo lo que quiero escribir, a todo lo que quiero organizar y a todo lo que quiero dormir y veo claramente que mi ambición excede con mucho mis posibilidades temporales. Por eso tengo que parar. Decir que no a las cosas. Cambiar la frase "a ver si puedo" por "así está bien". 

Así está bien. Me gusta como lema para el año. ¿Solo he leído un libro al mes? Así está bien. ¿Solo un episodio de podcast al día? Así está bien. ¿Escribir en el blog cuando pueda? Así está bien. 

Así está bien. 

En 2021 me he cambiado de trabajo, al trabajo de mis sueños. He dejado de conducir mil kilómetros a la semana y, ahora, uso tan poco el coche que se me olvida donde lo he aparcado. He aprendido que Gallinaufry significa batiburrillo en inglés y vi Madrid nevado como nunca en mi vida. Mi mejor amiga se presentó a las elecciones de la Comunidad de Madrid y lo hizo, y está haciendo fenomenal. Estuve en La Palma, otra vez, con mis hijas  y Juan. Fui a mi primera observación astronómica y sigo sin superar mi vértigo cósmico. Llevé a mis mejores amigos a Cicely para descansar, reencontrarnos y ser solo eso, mejores amigos. Aprendí que cuando te trasplantan un riñón no te quitan ninguno, te vas a casa con tres aunque uno no funcione. He paseado por El Retiro por la mañana, cuando los que corren ya se han ido y los que pasean no han llegado. He caminado por la Gran Vía más que en toda mi vida. He estado en Almagro, las lagunas de Ruidera y el castillo de Peñarroya. He ido tres veces a Cicely y todas he pensado en quedarme a vivir allí. Participé en un concurso de televisión en el que casi gano treinta mil euros y, lo mejor, nunca se llegó a emitir. O quizás sí y no me he enterado que también puede ser. Algunos de mis mejores amigos han empezado a cumplir cincuenta y María cumplió dieciocho. Clara está viviendo a nueve mil kilómetros y sorprendentemente, o quizá no tan sorprendentemente, no nos echamos de menos. Estoy más cerca de saber como es protagonizar un tutorial de you tube porque cada vez que hace tortilla en Seattle me llama para que la supervise. He estado dos veces en Valencia y he dado clases de podcasts. Grabé un video para una farmacéutica y mi editorial ha decidido reeditar Los días iguales. Dije adiós a Toledo con una alegría casi obscena. Se murió Nán y mi hermano Gonzalo se ha mudado a su nueva y preciosa casa. Recién llegados de la isla de Lesbos, comí higos rellenos preparados por la madre de mi adorable profesora de inglés. Me regalaron una sesión de fotos maravillosa. Volví a terapia y me cambié de banco. María empezó telecomunicaciones y yo pensé en apuntarme a yoga, pero se me pasó. Estuve en Aguamarga y estrené una nueva pluma. Murió Jaime Fontán y estuve en Barcelona. Volví a la trilogía de Antes de.. para verla con Clara. Le encantó. Me han reconocido tres veces por la calle. Me perdí la cena de Nochebuena. Vimos delfines y vomité en el barco. 

Así está bien.