La franquicia Bioshock es considerada sin duda alguna una de las grandes sagas de la pasada generación de consolas. Irrational Games con Ken Levine al mando creó una de las trilogías más ambiciosas y refrescantes de la pasada generación y nos llevó a un universo creado por la mente del desarrollador nunca antes visto.
Sin embargo, parece ser que todo esto no fúe como muchos pensábamos, un camino de rosas, y es que el propio Ken Levine se ha sincerado y ha contado el infierno que padeció durante el desarrollo de estos juegos, especialmente Bioshock Infinite, un infierno que hoy en día sigue pasándole factura tanto física como psicológicamente.
Quería hacer un juego más grande y mejor que Bioshcok [...] recuerdo que una vez pude ver una foto mía de cuando anunciamos el desarrollo de Infinite en el año 2010 y pude compararla con otra de una entrevista en el año 2013. Parecía al menos diez años mayor. El juego cambió mi vida hasta el punto en que afectaba a mi salud, el modo en el que veía los videojuegos y mis relaciones con las demás personas.
Sufro ansiedad constantemente, no soy feliz. Es una locura, porque me despierto, veo a mi bella esposa, mi perro, mi casa, los fans y todo lo que he logrado y me pregunto ¿Por qué no soy feliz?
Quede tocado, los planes de desarrollo del segundo Bioshock eran muy ambiciosos, dirigir un equipo de 30 o 40 personas no es difícil, pero gestionar a 150 empleados, caminas por un estudio rodeado de gente y no sabes quienes son, no podía con eso.
Lo cierto, es que leyendo la historia del propio Levine nos hacemos una idea de lo agobiante y estresante que puede ser el desarrollo de un videojuego. El propio Ken creador de la primera y la tercera entrega de la franquicia, vuelve a demostrar su infinito amor por el mundo de los videojuegos cuando se le vuelve a preguntar sobre Bioshock y una nueva entrega, el mismo dice "nuca digas nunca" lo que demuestra que estaría posiblemente dispuesto a ponerse de nuevo a los mandos de un equipo para traer una nueva entrega.