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Así habló zaratustra (1885), de friedrich nietzsche. la muerte de dios.

Publicado el 16 agosto 2021 por Miguelmalaga
ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA (1885), DE FRIEDRICH NIETZSCHE. LA MUERTE DE DIOS.Hay libros de los que uno oye hablar desde muy temprana edad, libros que poseen un halo mítico que rozan lo prohibido, como si su lectura nos fuera a revelar una serie de verdades escandalosas que deben permanecer ocultas. El hecho de que Nietzsche formara parte integrante del programa de la asignatura de filosofía en la educación preuniversitaria le restaba bastante de todo lo anterior. Además, muchos de los que decían haberlo leído no eran luego capaces de explicar de manera coherente las principales ideas del filósofo. En cualquier caso, no es fácil acercarse a un libro como Así habló Zaratustra, tenga uno la edad que tenga. Se trata de un texto exigente, con un alto valor literario, casi tanto como filosófico, si se lee en lengua alemana. El ensayo más famoso de Nietzsche constituye una especie de desafío a la herencia cristiana de occidente, basándose en las ideas de muerte de Dios, la voluntad de poder y la idea del superhombre.Casi antes de matar a Dios, Zaratustra debe acabar con la moral establecida, algo que intenta hacer desde la exposición de una visión descarnada de la realidad del hombre. Y aunque Zaratustra comienza siendo un ser radicalmente solitario, que comulga plenamente con el paraje en el que habita, al final necesita bajar a la urbe para encontrarse con los hombres. Su doctrina, como sucedió con Jesucristo, necesita un receptor:"Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombre, el rayo que brota de la oscura nube que es el hombre."Y esta nueva doctrina pretende, entre otras cosas, acabar con la idea tradicional de compasión. La muerte de Dios y la muerte de la moral significan el advenimiento de un hombre nuevo, cuya principal misión debe ser transformarse en superhombre. La pérdida de la religión hace tambalearse la estructura social imperante. Los hombres ya no necesitan otra guía más que el propio Zaratustra, alguien que se supone les va a guiar a la libertad radical de manera individual, una meta que está vetada a la masa plebeya. Para eso la persona debe transformarse una especie de tabula rasa que deje de lado su bagaje de aprendizaje social y comience a ser de nuevo:"¡Pero sólo el hombre es para sí mismo una carga pesada! ¡Y muchas de las cosas que residen en el interior del hombre son semejantes a la ostra, es decir, nauseabundas y viscosas y difíciles de agarrar!"Desde luego, la idea radical en contra del cristianismo que supone la muerte de Dios es lo que debió causar más escándalo en la época en la que fue publicado el libro y esta postura en contra de la moral biempensante ha contribuido desde siempre a rodear a este libro de un halo de rebeldía que quizá ya se encuentra un poco superado en los tiempos presentes. Es curioso que Nietzsche, pese a matarlo, se ensañe con la moral judeocristiana, presentándola como algo maligno, como una rémora al avance del hombre:"Él era un Dios escondido, lleno de secretos. En verdad, no supo procurarse un hijo más que por caminos tortuosos. En la puerta de su fe se encuentra el adulterio. Quien le ensalza como a Dios del amor no tiene una idea suficientemente alta del amor mismo. ¿No quería este Dios ser también juez? Pero el amante ama más allá de la recompensa o de la retribución. Cuando era joven, este Dios de Oriente era duro y vengativo y construyó un infierno para diversión de sus favoritos"Desde luego un Dios contradictorio que puede ser el ser más despiadado y el más amoroso a la vez. Prometer llanto y rechinar de dientes a quien no le siga es una actitud más cercana a la imposición que al amor incondicional a toda la humanidad. En cualquier caso, tampoco Zaratustra parece amar mucho más al género humano. Él se limita a transmitir sus verdades, pero ni siquiera es capaz de estar demasiado tiempo en compañía de quienes se declaran sus discípulos y aspirantes a superhombres. Zaratustra, que tiene mucho de cascarrabias, los desprecia en el fondo de su corazón, porque no los encuentra dignos de sus enseñanzas, aunque a veces pueda mostrar un poco de ternura hacia ellos. En realidad, en una especie de eterno retorno, Zaratustra acaba atraído por la soledad que le proporciona la vida como ermitaño en plena naturaleza.No es difícil, una vez terminado el libro, comprender cómo los nazis se adueñaron de parte de esta doctrina y se declararon a sí mismos como seres superiores capaces de superar la moral tradicional, de situarse más allá del bien y del mal, simplemente porque creían contar con la fuerza bruta para hacerlo. Pero esta es una historia para otra ocasión.

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