Un año más hemos sobrevivido al carnaval. Como ya os conté en na entrada anterior el tema era difícil, pero como todos sabéis siempre hay una salida fácil, un atajo, y esa es la opción tomé. Quizás la vía cómoda, quizás dejadez, no lo sé pero no nos supuso un gran quebradero de cabeza, y cangrejito parecía satisfecho, imagino porque no se le veía, así que todo perfecto.
Hubo otros cinco ladrones, uno también con pasa montañas, los otros cuatro a mi me parecían "chulapones madrileños", pero igual en el cuento tenían esa pinta. Al menos yo, pasé del cuento y lo puse de ladrón, pero no de cuento, de barrio, de los chungos, con su chaqueta de piel con remaches, cremalleras y un pasa montañas.
Este año el pasacalles fue muy rápido, tardaron muy poco en dar la vuelta, al entrar de nuevo al colegio, cuando cangrejito me vio se puso de esta guisa (foto). Con eso, ya me lo decía todo, aunque después en casa me lo dijo de viva voz "Odio Carnaval". Llevaban una charanga para animar el mini pasacalles, y si no lo sabéis os lo digo yo, no soporta los ruidos fuertes. Así que así pasó por delante, lanzándome un mensaje subliminal para el mundo, directo para mi.
La verdad es que estoy planteándome darle la posibilidad de no salir el año que viene, pero falta un año y las cosas pueden cambiar, así que ya veremos llegado el momento. Aunque quizás así parezca más diferente aún de lo que ya es, somos extraterrestres y tenemos que pasar desapercibidos, pero con cangrejito es difícil.