Por José R. Cortés Criado.
¿Qué no haría una madre por su retoño? La mamá de esta historia es el prototipo de la mayoría de las madres, la que se descompone cuando no sabe dónde está su pequeño, la que consuela a su hijo cuando se hace daño, la que le aplaude cuando hace algo increíble, la que trata de darle todos los gustos, la que siempre tiene tiempo para escuchar a su niño, la que lo ve siempre guapo, la que lo tranquiliza cuando lo ve asustado…, en fin, la supermadre que está siempre al quite ante cualquier eventualidad bien para ayudar o dar un empujoncito para que algo suceda. Si graciosa son las manifestaciones de cariño de la mamá, mayor ingenio tienen las imágenes que hablan por sí solas, basta con observar los rostros de la madre y del hijo para comprender el texto, el lenguaje expresivo de sus caras es inequívoco. La ilustradora, Lucía Serrano ha buscado el fondo blanco para siluetear sobre él las imágenes de las personas, animales y cosas que componen el escenario de la obra; y sobre esos dibujos en blanco y negro de las dependencias de la casa, del parque o de la calle aparecen dibujos infantiles, propios de un neolector que pinta sobre el suelo, paredes o mesas sin importarle el dibujo de fondo. La mezcla de texto y dibujos son buenas y crean una atmósfera entre real y fantástica que envuelve a esta solitaria mamá y su vástago, ya que en ningún momento se hace referencia a la figura masculina. Libro divertido, ameno que nos saca al lector adulto más de una sonrisa cómplice; seguro que a los pequeños lectores les encanta.