Asking for it, de louse o'neill

Publicado el 21 mayo 2016 por Annagallagher @Anna_Gallagher
· Título: Asking for it · Saga: libro único
· Autor: Louise O’Neill
· Editorial: Quercus Books
· Fecha de publicación: septiembre 2015
· Páginas: 346
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· Sinopsis:
It's the beginning of the summer in a small town in Ireland. Emma O'Donovan is eighteen years old, beautiful, happy, confident. One night, there's a party. Everyone is there. All eyes are on Emma.
The next morning, she wakes on the front porch of her house. She can't remember what happened, she doesn't know how she got there. She doesn't know why she's in pain. But everyone else does.
Photographs taken at the party show, in explicit detail, what happened to Emma that night. But sometimes people don't want to believe what is right in front of them, especially when the truth concerns the town's heroes...

· Puntuación: ★★★ (3/5)
· Mi opinión:
Emma O’Donohue es una joven de dieciocho años con una vida bastante normal, hasta que una noche asiste a una fiesta (como ha hecho mil veces antes), bebe y toma alguna droga… Y hasta ahí llega su memoria. La mañana siguiente la encuentran tirada en el porche de su casa, en un estado lamentable y sin recordar nada de la noche anterior. Ahora bien, a su vuelta al instituto descubrirá que alguien ha subido a Facebook fotos y vídeos de lo que sucedió.
Asking for it me tiene dividida: me ha gustado mucho el mensaje que transmite; ahora bien, como libro… le falta. Me ha parecido que el ritmo es bastante irregular, peca de repetitivo, y me ha faltado más trabajo en los secundarios y en las descripciones.
‘Come on. No one forced the drink down her throat, or made her take shit. And what guy was going to say no if it was handed to him on a plate?’ She laughs. ‘She was fucking asking for it.’

Al comienzo me sentía muy confundida entre tanto nombre y tan poca explicación. La historia gana interés cuando llega la escena de la fiesta, pero una vez superada vuelve a decaer y ya no lo recupera hasta las páginas finales. De hecho, es precisamente en esta segunda mitad donde creo que el texto peca de repetitivo y donde, durante muchas páginas, no se aporta casi nada nuevo al lector.
Es una pena que la forma como se nos cuenta cojee, pues, tal y como comentaba antes, me ha gustado mucho la discusión que inicia esta novela. Considero que el consentimiento sexual es un tema muy importante del que no se habla tanto como se debería, motivo por el cual celebro que haya libros como este.
O'Neill ha conseguido que me hierva la sangre, precisamente porque todo lo que contaba, ese slut-shaming que plasma a través de Emma, lo siento muy cercano. Lo veo cada día. Las acusaciones que recibe Emma las he oído mil veces: que si ella bebió demasiado y hasta dicen que se drogó, pero es que mira qué corto el vestido que llevaba, pero con la de chicos que se lleva a la cama habitualmente… Claro, cómo vamos a culpar a esos chavales, fue ella la que se lo buscó.
En definitiva, me da mucha rabia que una obra como esta, que tenía tanto potencial y tanto que ofrecer, quede desmerecida por la manera como se narra la historia. Sin embargo, quiero felicitar igualmente a la autora por atreverse a escribir sobre un tema tan comprometido como este. En especial querría recomendaros el epílogo de Asking for it, en el que la autora explica el porqué ha escrito esta novela y algunos testimonios que han llegado a ella tras haberla publicado.
We teach our girls how not to get raped with a sense of doom, a sense that we are fighting a losing battle. When I was writing this novel, friend after friend came to me telling me of something that had happened to them. A hand up their skirt, a boy who wouldn’t take no for an answer, a night where they were too drunk to give consent but they think it was taken from them anyway. We shared these stories with one another and it was as if we were discussing some essential part of being a woman, like period cramps or contraceptives. Every woman or girl who told me these stories had one thing in common: shame. ‘I was drunk . . . I brought him back to my house . . . I fell asleep at that party . . . I froze and I didn’t tell him to stop . . .’
My fault. My fault. My fault. When I asked these women if they had reported what had happened to the police, only one out of twenty women said yes.
The others looked at me and said, ‘No. How could I have proved it? Who would have believed me?’
And I didn’t have any answer for that.