La autora noruega Asne Seierstad
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Asne Seierstad, nació en Oslo en 1970 y ha cubierto como freelance varios conflictos bélicos de los que ha dejado constancia en los libros que ha publicado: el de Afganistán, del que trata este libro; la segunda guerra de Chechenia ("El ángel de Grozni"); o la invasión de Irak en 2003 ("Ciento y un días: crónicas de una guerra"). También tiene otro libro titulado "De espaldas al mundo: retratos de Serbia", aparecido en 2005, en el que la autora muestra sus impresiones sobre las distintas zonas (Croacia, Bosnia, Kosovo, Montenegro) que formaron la gran Serbia.
Mi Valoración No suelo leer obras de no ficción redactadas por periodistas porque casi siempre, en mi opinión, están demasiado atadas al momento concreto o al personaje político sobre el que se centran. En esta ocasión me dejé llevar por el título, engañoso claramente, pensando que tras él encontraría referencias a títulos y valoraciones de obras literarias. Me equivoqué. Tan sólo he visto alguna alusión a los "Versos satánicos" de Salman Rushdie y al poeta afgano Rumí que tanto gusta al librero, quien por lo demás sólo persigue hacer negocio con los libros de texto y las postales que imprime en Pakistán a bajo coste y luego vende, triplicando su precio, en sus librerías de Kabul.
Una vez leído diré que "El librero de Kabul" no me ha gustado mucho, pues pese a transmitir informaciones de interés, -desconocidas unas y muy sabidas otras por un occidental sobre todo teniendo en cuenta la fecha de su publicación-, mi juicio sobre la obra cae, por el indudable peso que en ella tienen los aspectos negativos sobre los positivos, del lado del NO.
Lo Negativo
- NO hay estructura. Seierstad escribe de manera periodística, sin prestar atención a la unidad del relato familiar que en principio sus lectores pensamos que quiere hacer. Pero no, su única pretensión es la de lanzarnos unas estampas de la vida cotidiana de esta familia en Kabul sin afán ninguno de construir un relato coherente y unitario que avance hacia algún desenlace lógico. Estamos ante una serie de fotogramas fijos de la sociedad afgana, sin desarrollo alguno.
- NO hay objetividad. Admitido ya que la periodista noruega sólo pretende hacer la crónica de la vida cotidiana de una familia afgana, en mi opinión prescinde del obligado distanciamiento que garantice un relato objetivo. Pienso que la persona Asne Seierstad tiene desde el principio mismo de su escrito tomada posición: "la vida occidental es mejor que la que presento en esta crónica".
- NO tiene en cuenta el contexto. Pese a ser una reportera bélica que ha cubierto varios conflictos, creo que no da al momento concreto por el que pasa la familia del librero la importancia que merece: Kabul está en ruinas, prosiguen los atentados por sus calles especialmente a partir de la hora de queda, la miseria de sus habitantes es mucha, dar de comer diariamente a todos los miembros de la familia es una aventura...
- NO estamos en Occidente. La autora sí acierta cuando nos muestra el comportamiento de Bob, un periodista nortemaericano que quiere entrevistar al mismísimo Bin Laden. A Bob sólo le interesa su periódico occidental, no los problemas de los afganos:
"El interés de la revista se centra en las fuerzas norteamericanas que están en la zona, esas fuerzas especiales y secretas a las que es prácticamente imposible acceder." (p. 240)
SÍ es interesante, sin embargo,observar en el libro cómo el intento de trasplantar a esta parte del mundo modos ajenos a su cultura tradicional se estrellan uno tras otro, ya sean los modales soviéticos o los norteamericanos. La democracia occidental personificada en el primer ministro Hamid Karzai choca con los señores de la guerra que hoy dominan las distintas zonas del país al igual que ayer cuando apoyaban con el mismo ímpetu al régimen talibán.
- NO está bien escrito. Para mí es lo peor de todo. Este libro tiene los defectos que suelen asociarse a la escritura periodística: rapidez, lugares comunes y lenguaje poco cuidado. Su lectura es asimismo veloz, rápida y exige muy poco esfuerzo lector. Tiene las características propias de un best-seller, esto es, un producto destinado única y exclusivamente a la obtención de pingües beneficios económicos dejando de lado cualquier pretensión artística. En definitiva todo lo que no me satisface como lector.
- Contra el burka, símbolo de represión. Mientras muchos de los noes anteriores no son explícitos, la oposición al burka sí que es clara y manifiesta. La periodista noruega cifra en él la brutal sumisión que sufre la mujer afgana. La escasa libertad femenina queda simbolizada en despojarse o no del burka. Leila, la hermana de Sultán, se lo quita en cuanto tiene ocasión y hasta se atreve a mostrar su rostro desvelado a algún chico. Pero 'la burka' no deja de ser un signo externo, la verdadera libertad va por dentro y Leila, -único personaje literariamente atractivo del relato-, está prisionera en su propia cultura que le impide dar opinión o hacer elección sobre asuntos que sólo a ella deberían competerle como es el matrimonio. Naturalmente para entender el comportamiento de Leila no podemos olvidar la brutalidad masculina hacia cualquier mujer cuando ésta no se aviene a sus deseos o decisiones
- Denuncia de la falta absoluta de derechos humanos. Quizás esta denuncia sea lo que salva este psicodrama de la familia del librero. En efecto es así: las mujeres son un cero a la izquierda: no pueden opinar, no pueden mostrarse, trabajan en la casa sin horario alguno, sólo son objeto de deseo, el marido puede repudiar y negar la manutención a la esposa y a sus hijos, etc.; los hombres, en especial el padre, son la autoridad incontestable; los castigos por robo son desmedidos; los padres castigan físicamente a sus hijos; la violencia sexual contra la mujer y en algunas zonas contra los jóvenes (hay regiones en las que la homosexualidad está muy extendida) se practica sin prácticamente posibilidad de denuncia.