“Assange podría morir en prisión”, advierten más de sesenta médicos en una carta abierta dirigida a la ministra británica del Interior, Priti Patel, en la que solicitan atención médica urgente para él. Assange ha pasado sus días desde 2012 encerrado de manera forzosa. Los siete años de cautiverio forzoso vividos por el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, le están pasando una dura factura física y psicológica. Primero en la embajada londinense de Ecuador y, desde abril de este año, en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, también en Londres. En la actualidad, espera el próximo mes de febrero su juicio de extradición a Estados Unidos, por la filtración de miles de documentos confidenciales. En la misiva divulgada a mediados de octubre por los médicos –que proceden entre otros países del Reino Unido, Australia y Sri Lanka–, expresan su “gran preocupación” por la salud de Assange, de 48 años, y piden que el periodista sea llevado a un hospital universitario a fin de que sea evaluado y reciba la atención de especialistas. “Desde el punto de vista médico –recalcan– y ante la evidencia disponible, tenemos una gran preocupación por el estado físico de Assange para afrontar el juicio, en febrero de 2020. Lo más importante es que, en nuestra opinión, Assange requiere una evaluación médica urgente sobre su estado físico y psicológico”.
Detenido en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Reino Unido, la vida de Julian Asssange corre un serio peligro: sigue detenido en la prisión de máxima seguridad del Reino Unido, Belmarsh, a la espera del desenlace de un largo proceso judicial por cargos de espionaje. Según informó WikiLeaks, Assange fue trasladado varias veces al hospital de la propia prisión después de una “drástica pérdida de peso” y complicaciones de salud. Y, según afirman “está tan mal que casi no puede mantener una conversación”. “La salud de Assange ya se había deteriorado significativamente después de siete años en la embajada de Ecuador, donde estuvo en condiciones incompatibles con los derechos humanos básicos”, explicó WikiLeaks. Por su parte, el padre de Assange, John Shipton, contó a World Socialist Web Site (WSWS) que su hijo “podría morir” en prisión, como resultado de las terribles condiciones bajo las cuales está detenido. Shipton indicó que teme por la vida de Assange, y por ello llamó a las autoridades a apiadarse de su hijo. Igualmente, varios de sus amigos y allegados expresaron su preocupación por la salud del australiano, entre ellos, su hermano, Gabriel Shipton; el periodista y cineasta, John Pilger; la diseñadora de moda, Vivienne Westwoo; la actriz, Pamela Anderson y el relator especial de la ONU sobre tortura, Nils Melzer. Todos ellos lo visitaron en prisión. WSWS indicó por su parte que Assange “sería la víctima de un intento de asesinato en cámara lenta por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. Hay muchas razones para acusar a Washington, Londres y Canberra por haber planeado la muerte de Assange, al preferir esa opción en lugar de años de un proceso político para extraditarlo del Reino Unido a Estados Unidos, en un juicio amañado por cargos de espionaje”. Assange permanece detenido en una celda pequeña en completo aislamiento de 21 a 23 horas al día, no tiene acceso a información externa ni a llamadas telefónicas, como tampoco se le permite visitar la biblioteca de la prisión. Bajo las estrictas reglas de Belmarsh, tiene prohibido interactuar con otras personas, a excepción de un grupo reducido de guardias. Pero, cada vez que el fundador de Wikileaks abandona su celda, se le prohíbe comunicarse con otros presos, y sólo puede pasar algunos minutos en el patio cubierto de la prisión, donde es vigilado por varios guardias de seguridad armados.
Un mes más tarde, el suizo Nils Melzr, relator especial del Alto Comisariado para Derechos Humanos de la ONU, lograba en mayo obtener permiso para visitar a Julian Assange en la prisión británica de alta seguridad de Belmarsh. Melzer y dos reputados expertos médicos, uno de ellos psiquiatra y el otro forense, reconocieron a Assange. El relator divulgó las conclusiones del peritaje médico realizado. Melzer es profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Glasgow y no era en absoluto un admirador del fundador de WikiLeaks. De hecho, solo aceptó la misión que le encomendó la ONU después de que los abogados de Assange y una doctora apelaran en dos ocasiones solicitando un peritaje al Alto Comisariado de Naciones Unidas. “Como la mayor parte del público, yo fui inconscientemente contaminado contra Assange por la incesante campaña de desprestigio orquestada durante años, pero una vez metido en los hechos de este caso, lo que encontré me llenó de repulsión e incredulidad”, explica. “Assange fue sistemáticamente calumniado (como “violador”, “agente ruso”, “hacker” y “narcisista”) para desviar la atención de los crímenes que expuso. Una vez deshumanizado por el aislamiento, el ridículo y la vergüenza, al igual que las brujas que solíamos quemar en la hoguera, era fácil privarlo de sus derechos más fundamentales sin provocar indignación pública en todo el mundo. Durante un periodo de varios años, Assange ha sido expuesto a graves e incrementadas formas de castigo, a un trato inhumano o degradante, cuyos efectos acumulativos solo pueden ser descritos como tortura psicológica”, escribió Melzer. “En veinte años de trabajo con víctimas de guerra, violencia y persecución política, nunca me encontré con un grupo de Estados democráticos compinchados para aislar, demonizar y abusar deliberadamente a un individuo durante tanto tiempo y con tanta despreocupación por la dignidad humana y la legalidad”. Nils Melzer envió sus conclusiones en forma de tribuna a los diarios australianos Sydney Morning Herald, Camberra Times y a los habituales anglosajones de Europa y América, Financial Times, The Guardian, The Telegraph, The New York Times, The Washington Post, al semanario Newsweek y otros. Ninguno de ellos publicó una línea. Sin embargo, en su día, todos ellos nos informaron con detalle de los excrementos de Assange en las paredes de la embajada ecuatoriana en Londres, de su patinete y de su gato. En España, los principales medios también ignoraron por completo el asunto. El informe Melzer llegó discretamente a las ediciones digitales de El Mundo y La Vanguardia (solo el primero mencionaba la palabra “tortura” en el titular), con cero referencias en los demás. Y, en los últimos días, la prensa española mencionó lo menos posible a Assange.
El pasado mes de noviembre Julian Assange ya no estaba acusado de violación. La fiscalía sueca había retirado los cargos. “Los testigos se olvidan –escribe Víctor García desde Lasoga.org–, nuestro material es escaso, dijeron sus acusadores. Y han hecho mutis por el foro. La grave imputación (tres violaciones en las lujuriosas noches de Estocolmo) llevó al fundador de WikiLeaks a refugiarse en la embajada de Ecuador, en Londres. Assange negaba los cargos y sospechaba que eran una trampa para extraditarlo a EEUU, donde lo acechaban por filtrar los crímenes imperiales. Ahora que ya espera en una celda de máxima seguridad su traslado a una prisión perpetua en la democracia americana, la acusación decae. La razón, a veces, usa sonrisa amarga. La verdad tiene, en ocasiones, un ‘je ne sais quoi’ de melancolía. Las últimas imágenes de Assange hacen pensar más en un viejo enloquecido que en un joven antisistema cargado de futuro. Ha sido un trabajo de destrucción concienzudo y sistemático. Releo los editoriales de los grandes periódicos dedicados a Assange en el último año: villano disfrazado de héroe, vendido a Rusia, megalómano, estrafalario, gamberro, arrogante. No se lava. Este fue el toque final: ¿quién se puede fiar de una persona sucia en este mundo instagrantemente profiláctico? La verdad también puede acabar en el cubo de la basura con el coro gritando ‘yo acuso’. Lo de la higiene de Assange lo sacaron de unos espías españoles que debían velar por la seguridad en la embajada de Ecuador. Lo que hicieron, en realidad, fue pasarle todo lo que husmeaban a los EEUU. Luego lo publicó el New York Times, Dama Gris de la libertad de prensa a la que WikiLeaks dio munición en sus primeros pasos. También se la proporcionó al Guardian, Le Monde, Der Spiegel o El País. Era 2010 y gobernaba Obama. Los crímenes de guerra eran de Bush. Después llegaron los cables del departamento de Estado y Snowden: el espionaje masivo de Estados Unidos a amigos y aliados. Snowden vive exiliado en Rusia. Pudo escapar a tiempo. Assange, no. Assange inauguró el breve reinado de los whistleblowers (los filtradores digitales). Chelsea Manning era quien le pasaba a WikiLeaks las pruebas de los crímenes de guerra en Irak. Está presa. Como estuvo dieciocho años encarcelado Mordechai Vanunu por desvelar el programa atómico de Israel. Hervé Falciani, el informático que hizo públicos los secretos de la banca suiza, ha tenido más suerte porque colabora con gobiernos como el de España en la persecución del fraude fiscal. Es una excepción. En general, la filtración se paga con la cárcel, el exilio o el escarnio. Son los castigos habituales por nadar contra la corriente, ese estanque de aguas turbias en el que, sin embargo, nos gusta mirarnos”.
El 10 de noviembre, Aurore Van Opstal escribe en tercerainformacion.es un artículo titulado “Un gran hombre muere en absoluta indiferencia”. “Érase una vez –cuenta– un gran hombre, un poco extraño para algunos, pero con el deseo de dar a conocer la verdad sobre el mundo en el que vive. Se llama Julian Assange y nació el 3 de julio de 1971 en Australia. Es un cibermilitante, un hombre brillante que descubre que la brecha es demasiado grande entre la realidad del mundo político y la información conocida por los ciudadanos. Propone, por lo tanto, crear un sitio donde todos puedan, con total protección virtual, enviar información confidencial. Así, nace WikiLeaks. Assange y cuatro personas se encargan y llevan adelante el sitio. En 2010, publica documentos sobre la guerra de Irak, incluido un video, que se vuelve viral a nivel internacional; Asesinato colateral. Este último muestra el ataque aéreo del 12 de julio de 2007 en Bagdad. Es un flashback de guerra de Estados Unidos durante el cual un helicóptero estadounidense Apache abrió fuego contra un grupo de civiles, incluidos dos reporteros de Reuters. Al menos 18 personas mueren durante esta redada. Civiles Inocentes. Este video fue escandaloso. El presidente Obama tuvo que hablar con urgencia. Julian Assange se convirtió, ese día, en el objetivo, el enemigo público número 1 de los Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses comenzaron a investigar al portal WikiLeaks y a Assange bajo la Ley de Espionaje que data de 1917. Además, varias agencias gubernamentales, incluido el FBI, lanzaron sus investigaciones contra Assange”.
En 2010, Assange viaja a Suecia, donde un fiscal abre una investigación preliminar tras el testimonio de dos mujeres suecas, una de las cuales quería obligarlo a probar el SIDA (lo que hizo) después de tener relaciones sexuales con él, la otra se negó a firmar la declaración presentada por la policía. Después de haberlo clasificado, Suecia reabrió la investigación preliminar, en mayo de 2019. En 2012, Julian Assange, acorralado por todos, busca asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. Permanecerá allí, encerrado, de 2012 a abril de 2019. Con el cambio de presidente en Ecuador, a principios de 2019, Assange es arrestado en la embajada por las fuerzas de seguridad británicas. Desde entonces ha sido enjaulado en Inglaterra. Estados Unidos solicita extradición por ‘piratería’. Al momento de escribir esta nota, Julian Assange se está muriendo. Habría perdido casi 9 kilos desde el comienzo de su confinamiento. Apenas encontrando palabras para describir la inusitada barbarie a la que es sometido, y marcada por un envejecimiento prematuro, como efecto colateral. Sin entrar en los misterios de la ley británica, el caso Assange plantea una cuestión fundamental del derecho internacional. Assange es ciudadano australiano, no ciudadano estadounidense. No cometió ningún delito en aquel país. Filtró información confidencial, pero la transmitió a otros (Chelsea Manning fue su confidente) y bajo ningún punto de vista la ha robado. Desde un punto de vista periodístico, más precisamente desde el periodismo de investigación (rama cuasi en extinción), todos los periodistas hacemos esto, con información generalmente menos importante, pero el principio es el mismo. Si no, el caso Watergate no hubiese acontecido. En la propia prensa yanky, se habla constantemente de información proveniente de ‘fuentes oficiales no identificadas’. Si Assange va a ser extraditado al “país de las libertades” y encarcelado por el resto de su vida, significa que, en principio, todos los países que espían a los yankys deberían entregarles a sus espías, así como a todos los periodistas que publican información al respecto. Información obtenida por ‘medios ilegales’. Pero, cuando esta misma situación se produce a la inversa, es decir, desde las Agencias de Inteligencias yankys, desde la propia Defensa americana, ¿qué tribunales internacionales actúan para extraditar? Si bien Estados Unidos no es un defensor de la soberanía nacional de otros países además del suyo, aquí hemos alcanzado una etapa extraordinaria y la falta de reacción de los gobiernos aliados de Estados Unidos, principalmente británicos y australianos, ilustra el grado extremo de sumisión. El director estadounidense Oliver Stone, dice de él: ‘Julian Assange es un editor de la verdad. Ha hecho un trabajo notable en nombre de la humanidad a pesar de su trato inhumano. Este caso es crucial para la supervivencia de nuestros derechos a ser informados y a nuestra libertad esencial para luchar contra la opresión de los Estados Unidos y el Reino Unido, ¡y ahora contra la tiranía!’.
Hasta la torre se hizo a un lado para que, en el resquicio celestre, pudiéramos observar la Luna llena. Claro que, en este caso, es la Torre de Pisa la que ya lleva 800 años inclinada.
Por uparte, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, describió como “machirulo maleducado” al portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith: “No hay estética sin ética: espantoso es usted y sus ideas, señor Smith”. Colau lo dijo a través de una publicación en Twitter después de que Ortega Smith hubiera asegurado que el belén instalado en la plaza Sant Jaume es “como Ada Colau, una cosa deslavazada” sin buen gusto ni sentido común, según él. Colau destacó que es una tradición que cada Navidad se abra este debate sobre el belén, que este año representa un trastero con ornamentos y recuerdos navideños en cajas de diversos tamaños.
El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, B. Vergara, Manel F., Pat, Eneko, J. R. Mora, Atxe, Malagon, Pedripol…
Pep Roig, desde Mallorca: Círculo vicioso, Pobres aislados, Con la pata quebrada y en casa, Ser viejo (como yo) como problema nacional, Retroprogresistas…
Los vídeos de esta semana:
TEMAS: Julian AssangeWikiLeaksLibertad de prensa
EP.808: Pink Floyd Co-Founder Roger Waters: The US and UK are Trying to KILL Julian Assange!
Robert de Niro's 'Fuck Trump' speech at Tony awards