La astrología se basa en las constelaciones del Zodíaco, un circuito imaginario que agrupa en doce regiones la esfera celeste, por las que el Sol, la Luna y los planetas se mueven alrededor de la Tierra. Se pretende así que toda persona esta bajo un signo astrológico, desde el mismo día de su nacimiento. Pero la realidad astronómica actual muestra que las constelaciones del Zodíaco eran y son, por lo menos catorce, divididas en una veintena de constelaciones, que no giran alrededor de la Tierra.
Su culto es tan antiguo como el espiritismo, pero no debemos pensar que gozaba por ello de igual prestigio en todas las épocas. Los caldeos de Babilonia, después de haberla tenido en alta estima, la desecharon finalmente como una mera superchería, pero del imperio medo-persa se traslada a Grecia con Alejandro Magno, donde fue desarrollada por Ptolomeo. Platón ridiculiza la astrología y Aristóteles se burla de ella, pero Tácito y Cicerón la condenan, aunque se practicaba tanto en China como en la India, llegando en la Edad Media al Islam.Tal y como observa un divulgador científico como Martin Gardner, «nuestra época dista de ser ilustrada. Hoy probablemente la fracción de personas inteligentes que creen en la astrología es mayor que en la Europa del siglo XIII». Estamos ante una industria multimillonaria que llena páginas y columnas de periódicos, revistas, libros, consultorios teléfonicos y hasta máquinas tragaperras. El hombre actual, tan desprovisto de sentido y seguridad como el antiguo romano durante la caída de su imperio, se vuelve a la astrología y la brujería, en una confusión y aturdimiento, que le hace ir a la deriva.¿Ciencia?A los astrólogos les gusta recordar que la astrología y la astronomía tienen un origen común, aunque la astrología era la teoría y la astronomía la observación. No obstante muchos siguen confundiendo los términos. Un grupo de 258 astrónomos y astrofísicos españoles dio a conocer un manifiesto a la opinión pública en mayo de 1990, mostrando su preocupación por el creciente aumento de la aceptación popular de las supersticiones astrológicas. Esta declaración sigue el ejemplo de 186 científicos norteamericanos que firmaron un documento parecido en 1975, que incluía los nombres de 20 Premios Nobel, que tomaron la idea de una iniciativa semejante de la Sociedad Astronómica alemana en 1949.Los astrólogos no sólo ignoran los asteroides y los cometas, sino el importante hecho de la procesión de los equinoccios por la que el zodíaco ha cambiado en realidad un signo entero (ya que desde la época de los griegos han pasado veinte siglos, en los que el eje de la Tierra no ha dejado de girar). Por lo que los Libras en realidad son Virgos, o los Escorpiones, Libras … De hecho, los signos astrológicos no son, en realidad, más que una forma disfrazada de rebautizar a los meses del calendario, comenzando en este caso por el 21 de marzo (Aries) en lugar del 1 de enero. Así en el antiguo calendario chino, el año, mes, día y hora de nacimiento están expresados por ocho carácteres, que se comparan con ocho rasgos de la persona.Se habla de planetas cuya naturaleza es mala. Así se supone que Urano causa la muerte por catástrofes repentinas, Neptuno asesinatos, Saturno golpes y caídas, Marte heridas y quemaduras. Otros tendrían sin embargo una influencia beneficiosa (generalmente Júpiter, Venus, el Sol y la Luna). Y «desde luego que la Luna interviene en el fenómeno de las mareas, pero nada tiene eso que ver con que su supuesta influencia le sea favorable o desfavorable en el futuro a un bebé recién nacido». Los mellizos, nacidos bajo condiciones planetarias idénticas, no sólo tienen personalidades distintas, sino que viven situaciones completamente diferentes.El contenido de los horóscopos, gracias a su enorme imprecisión, permite la libertad de descifrarlos tal y como uno quiera. El lector proyecta así sus deseos y experiencias, sometiendose así a un orden cósmico impersonal, que hace de la astrología una religión. De esta manera el yo se elimina, junto con la libertad personal, por la que el individuo se convierte en un juguete de mecanismos planetarios, permitiendo que sea otro el que tome en realidad las decisiones por ti: el astrólogo.¿Religión?La astrología tiene mucha relación con la religión. En las antiguas civilizaciones se usaba para intentar averiguar los signos de la voluntad divina a traves de los astros, y en consecuencia el destino del hombre. Los sacerdotes se transmitían en unos libros secretos la experiencia adquirida en su observación. Michel de Nostradamus (1503–1566) fue un medíco judío francés convertido al catolicismo romano, que halló una eficaz cura contra la peste bubónica. Se hizo famoso por su libro Centurias (1555), que comprende unas series de estrofas de cuatro versos, escritos en francés y latín, que pretende predecir el futuro hasta el año 2000 a.C., incluida su propia muerte y la del rey francés Enrique II en 1559. Su lenguaje es extraño y oscuro, sin orden lógico ni cronológico. Pocas veces se dan fechas, pero según el autor, intencionadamente.Hubo mucho interés con el cambio de milenio por las profecías de personajes como Nostradamus, igual que sucedió con el Comentario a Apocalipsis del Beato de Liébana al final del primer milenio. El diseñador francés de origen español Paco Rabanne temía la destrucción de París el verano de 1999, por lo que ordenó a todos sus empleados que abandonaran la ciudad el 11 de agosto, cuando un eclipse de Sol se hizo visible desde el norte de Francia. Su libro 1999—El Fuego del Cielo describe este cataclismo de acuerdo a una visión que tuvo de joven, en la que gente ardía y no se apagaba, aunque se lanzaran al Sena. Muchos ven en Nostradamus otros muchos acontecimientos recientes como la guerra en Kosovo, la tensión entre la OTAN, Rusia y China, o los conflictos entre la India y Pakistán. Pero ¿de dónde saca Nostradamus estas predicciones?En el prefacio de sus profecías Nostradarnus reconoce a Dios como la fuente de todo poder; por lo tanto, Dios debe inspirar a un hombre antes de que éste pueda entender el futuro. El astrólogo usando las palabras del Salvador verdadero, advierte que no se echen las perlas a los puercos. También reconoce que el hombre no puede conocer los tiempos y sazones que Dios ha reservado únicamente para su propio conocimiento. Pero Nostradamus se aparta de las Escrituras judío cristianas al creer que Dios quiere gobernar el destino del hombre en la Tierra por medio de la influencia de estrellas y constelaciones.La Biblia condena la astrología con firmeza, tanto en la ley (Dt. 18:10–12) como en los profetas (Is. 47:12–14). La Escritura muestra a los astros desde el principio como criaturas de Dios, y al desmitificar el cielo, libra al hombre de un porvenir determinado por las estrellas. La astrología, lejos de dar seguridad acerca de nuestro destino, nos hace totalmente dependientes, en una sumisión ciega a las fuerzas de la naturaleza, cuando nuestro dueño y nuestro guía no son las estrellas, sino aquel que nos ha creado. Ahora te toca a ti decidir en quién quieres confiar: ¿en Dios o en las estrellas?Mantener una concepción mágica del mundo puede tener trágicas consecuencias. La influencia de los planetas no puede determinar la conducta de nadie, ¡pero su horóscopo sí! Hace que la culpa no sea nuestra, sino ¡de las estrellas! El peligro de la astrología, incluso considerada como una especie de juego que uno se cree sólo a medias, es que el consumidor de horóscopos acaba respondiendo en su determinismo a lo que supuestamente le predicen los astros. La predicción se convierte así en una profecía que se cumple a sí misma, ya que acaba influyendo en mayor o menor medida en el comportamiento del individuo, la opinión que uno tiene de sí mismo, su poder de iniciativa y, a la larga ¿cómo no? ¡su destino!…
«La culpa no está en las estrellas, sino en nosotros mismos».SHAKESPEAREBasta con preguntar a las personas en nuestro entorno para darnos cuenta que todo el mundo conoce su signo del Zodíaco, incluso aquellos que no sienten por la astrología la más mínima curiosidad. La astrología «posee el aura de una ciencia y el misticismo de una religión». Confundida con la astronomía (que es una ciencia exacta que estudia las magnitud, el movimiento y las distancias de los cuerpos celestes), significa literalmente, en griego, «la palabra» (logos) de «las estrellas» (astra). Pretende ser el estudio de las reacciones de la vida a las vibraciones planetarias por el horóscopo: «el instante, el día o la hora» (hora) que se examina y se observa (skópeo).