Uno de los encantos más desconocidos de Asturias, es la arquitectura de ciertas casonas o palacetes, que jalonan todo su territorio y que son conocidas como las Casas de los Indianos.
Somao, La Casona de Don Amando
Créditos: Jesús Arango - RUA
¿Quiénes eran estos personajes de folletín protagonistas de no pocas zarzuelas –Los Gavilanes-, canciones –Maytechu Mía- y de numerosas novelas? Según la Real Academia Española (RAE), en su cuarta acepción, el indiano, es la persona que llega rica de América.
Allá por los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, Asturias fue, junto con Galicia y el País Vasco, una fuente importante de emigración a América, siendo sus destinos principales Cuba, México y Argentina. Dada la situación económica de la zona, los habitantes de Asturias tenían que buscarse los garbanzos donde fuese, y uno de los destinos más apetecibles eran las Américas. Y como las Américas, eran conocidas como las Indias Occidentales, de ahí viene la definición.
Todo aquel que volvía rico, tenía la obligación de demostrar su riqueza, y el primer signo externo, era la de construir la mayor casa del pueblo. Detalle característico –que aún hoy se puede apreciar-, es la presencia de la palmera indiana, siempre colocada en la parte delantera de la mansión, como homenaje inequívoco a la tierra donde el afortunado había hecho fortuna.
Tanto en la zona central, como en la occidental y oriental, está lleno de esas construcciones tan características, construcciones que hoy dan cobijo a herederos, hoteles rurales, restaurantes, museos o instituciones, pero que se encuentran muy arraigadas en las poblaciones donde se encuentran instaladas.
Se calcula que en toda Asturias hay unas 2.000 edificaciones con el sello de indianas. De oriente a occidente, y de norte a sur, el viajero puede asombrarse con estas casas singulares, símbolos de un pasado glorioso, que aparecen de repente en cualquier rincón de la agreste geografía asturiana.
El patrimonio de Colombres
En el límite con Cantabria y a la orilla del Mar Cantábrico, se encuentra el concejo (municipio) de Rivadedeva, cuya capital es Colombres, sede del Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, ubicado en La Quinta Guadalupe, edificio que data de 1905. Un recorrido por sus salas es tremendamente recomendable, ya que el viajero podrá transportarse a edades anteriores, degustando con deleite las formas de vida de los ricos de la época, y viendo las calamidades de aquellos que no hicieron fortuna.
Colombres, Casa de Piedra
Créditos: Jesús Arango - RUA
Sin salir de la villa, el Ayuntamiento, las conocidas como Casas de Chamberí, la Casa Solariega de Manuel Ibáñez Posada, la Casa Roja, la Casa de Piedra y Anexa, la Finca Las Raucas, la Casa de los Leones, la Villa Las Palmeras, Villa Ignacia, La Solana y las Casas Tradicionales de la calle Lamadrid, completan un patrimonio artístico único en el mundo.
El alojamiento en esta zona es familiar y barato, aunque eso sí, fuera de la temporada alta de los meses de julio y agosto, fechas en las que los precios se disparan. Destacan el Hotel San Angel, La Quinta de Villanueva, El Mirador de La Franca y el Hotel Spa y Golf Don Silvio de próxima apertura.
En lo referente a la gastronomía no destacaré ningún establecimiento, ya que todos son recomendables, y sentarse en sus mesas provocará la satisfacción de los comensales.
El Llanes indiano
A ambos lados de la calle de La Concepción se alzan una serie de edificios del mayor interés en lo que fue uno de los primeros ensanches de la villa. Ya en el centro encontramos El Casino terminado en 1910, La Casa de Romano y varias en la Avenida de la Paz. En Poó de Llanes, destaca la Casa de Hartasánchez, en Posada Villa Pilar y en Nueva Villa Concha, precioso chalet de 1908.
¡Qué decir de Llanes en cuanto a oferta hotelera! Amplia, numerosa y para todos los bolsillos, a excepción –al igual que en Colombres-, de los meses veraniegos por excelencia.
En el apartado gastronómico, recomiendo muy vivamente acercarse por los chigres del puerto, en los que podrán disfrutar del bonito más fresco y de un marisco vivo, en un ambiente totalmente marinero.
Arriondas y Villaviciosa
Villaviciosa, Xalé de Oles
Créditos: Jesús Arango - RUA
Aunque en menor cuantía que en la zona más oriental de Asturias, estas dos poblaciones ofrecen al viajero algunas joyas que merecen ser vistas, como el Chalet de Severino Pando, Las Casas de la Habana, la Casa de Amelia Mirayes, La Teyería, La Casona y sobre todo, el Chalet de los Valle, todas ellas en la villa parraliega de Arriondas, famosa por ser el inicio del Descenso del Sella.
La aristocrática Villaviciosa, enseña orgullosa su Molín del Tornón-La Enciena, el Xalé de Oles y la gran Vista Hermosa, que apabulla al visitante al entrar en la villa.
Quien acuda a la zona ha de alojarse en el Hotel Rural El Gran Duque, coqueto establecimiento rural, en el que le tratarán a cuerpo de rey.
De Pravia y un pueblín llamado Somao
A orillas del Nalón, y en la parte central del Principado, se encuentran los concejos de Pravia, Soto del Barco y Muros del Nalón. Paraíso de la angula, esta zona de Asturias es rica en casas de indianos, así como en otras construcciones singulares. No hay que olvidar que la puebla de Pravia fue capital del Reino de Asturias allá cuando reinaba el rey Silo, y mantiene monumentos como la Iglesia de Santianes (Prerrománica), La Torre de Arango, el Palacio de Inclán y el archiconocido Conjunto Histórico Artístico, cuyo elemento principal es La Colegiata, declarado Bien de Interés Cultural.
Llanes, La Javariega de Poo
Créditos: Jesús Arango - RUA
En lo que respecta a las casas de indianos, vemos El Otero, el Chalet de Martínez Bances, el Chalet de Florencio de la Noceda, y alguna otra que nos dejaremos en el tintero.
Más cerca del mar, en Somao, destacan Villa Radis del año 1900, la Casa de Don Amando, La Casona, el Palacete de Solís y la Casa de Doña Basilisa.
Como centro de operaciones, hay que usar –sin excusa- el Hotel Villa Magdalena o Palacio de la Magdalena, en Soto del Barco, cuyas instalaciones ubicadas en un palacio mandado construir por Juan de Llano Ponte, Obispo de Oviedo en el siglo XVIII, son un pecado de placer y relax en pleno siglo XXI.
Asturias no necesita motivos para visitarse. Asturias ofrece mil y un encantos al viajero. Desde su gastronomía, sus paisajes, su arte, hasta las posibilidades de deportes extremos. Si bien todo lo dicho anteriormente es verdad, las Casonas de Indianos, pueden ser la disculpa para pasar una temporada en el Principado. ¡Qué ustedes los disfruten!
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© Roberto González, Derechos Reservados
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