Susana Martínez.
Unos días antes de las elecciones, estaban unos jóvenes protestando, cerca de las instalaciones de la asamblea legislativa de mi comunidad, porque no le habían entregado su Tablet. Ante esta situación salió a conversar un funcionario, y les explicó que serían entregadas, luego que terminara el proceso electoral. Luego, supe que fue así. Esta situación me hizo recordar, las luchas estudiantiles de décadas anteriores. Donde los estudiantes protestaban por pasaje estudiantil, gratuidad de la educación y por cierres de universidades; por dichas peticiones recibían peinillas, bombas lacrimógenas, balas. Algunos eran torturados, morían en combate, o los desaparecían. Típico de los que se hacen llamar demócratas.
También cabe señalar, las penurias que vivieron las personas de tercera edad cuando protestaban por una pensión digna, las cuales recibían la misma dosis adeca-copeyana. Y así sucesivamente, pasaba con los que alzaban su voz ante la injusticia. Cuyo lema de la época era: “Disparen primero y averigüen después”. Son los mismos que se arrodillan a los poderes económicos, ahora quieren darnos cátedra de democracia.
Bien lo dice una canción de Alí Primera: “Al pueblo tratan de quitarle la memoria”. De alguna forma esa estrategia funcionó: taparon el pasado con los problemas existentes. Prometiendo un cambio, que se les está yendo de las manos, por las numerosas peticiones de sectores económicos, que tienen que complacer.
Sin embargo, ante los hechos, no podemos refugiarnos de los errores, sin direccionar soluciones. No cabe duda, que no será fácil enderezar el camino. Por este sentido, la crítica no puede estar huérfana de la acción. Es verdad, cuando nos auto criticamos, podemos herirnos… pero esa es parte de la cura. Asumamos la culpa, así nuestro credo se hará en colectivo.