Siempre que pienso en conceptos como el amor y la familia, se me antoja como una tarea inconmensurable por la cantidad de vertientes y matices que pueden dar significado a estos dos sustantivos. Por que no todo el amor es del ‘bueno’ y no toda la familia es la establecida por la sangre como muchas veces nos quieren vender. Por que las relaciones entre los seres humanostienen tantas caras y aristas que pueden comprender desde el amor incondicional hasta el mismo odio en un mismo vinculo. Y si no, preguntadle a Victoria, la protagonista de Asuntos de muertos.
La vida de Vic, como la llaman sus conocidos, ha estado siempre marcada por el pasado, la familia y su infancia. Más bien, lo correcto sería decir que por el negocio familiar: hablar con los muertos. Lo que hace años era una estafa montada por su hermana y su padre, para desgracia de todos los implicados, termina por no serlo tanto en el futuro. Un misterioso y tormentoso pasado ira cobrando luz, donde la tortuosa relación de amor fraternal e incondicional con su hermana mayor será la mayor clave de todo.
Los terrores más cercanos
El amor fraternal llevado hasta el extremo. El amor, denso y misterioso, que deambula entre la línea de lo perturbador y lo necesario. Ese afecto que necesitamos, aunque nos haga daño. Nieves Mories nos lleva de paseo por una familia de los horrores, anclada en el amor traumático y condenada a ser seres quebrados e incompletos desde su nacimiento. Un tourpor una quebradiza unión familiar que ha destruido sus vidas desde el comienzo. Un amor llevado hasta las últimas consecuencias por unos personajes que no saben más que errar una y otra vez, por que no saben que camino deben seguir en su condenada existencia.
Asuntos de muertos habla de la miseria y de la tortura psicológica. De personas que no encajan en el molde y como nos destruye a nosotros mismos intentar meternos en él. Nieves escarba en lo sofocante que puede ser una malsana relación familiar y demuestra lo complejo que puede llegar a ser alejarnos de esas cosas que nos hacen daño. Porque, aunque a veces no queramos, la familia carnal acaba siendo nuestro primer contacto con el mundo. El problema, es cuando esa guía es infame, no existe o se pierde por un camino donde alcanzar la felicidad es un lujo que no está al alcance de la mano. Sin embargo, lo peor es que a veces no podemos -ni sabemos- como escapar de él. Un terror demasiado cercano para muchos.
Cuidado, saltan vísceras
Quizá una de las cosas que más me ha fascinado de Asuntos de muertos es su escritura. Nieves te arrastra al barro, te barniza con él y luego te remata, cuando estás bien sucio, con un buen crochet de derecha. ¡Zas! al suelo y vuelta a levantarse. La prosa es potente, con una protagonista que nos habla directamente a la cara y verbaliza, de forma tan compleja, una relación que de otra forma no se podría entender. El elemento sobrenatural está ahí, pero creedme, no es lo más interesante aquí. Lo que hechiza e hipnotiza es la ráfaga de escenas y momentos que se van presentando y debemos saber completar nosotros mismos en el puzle.
Nieves juega con la temporalidad, arrastrándote de pasado a presente y viceversa entre momentos poéticos, cotidianos y viscerales, construyendo de forma poco formal una historia que te atrapa y nunca te quiere soltar. Porque las verdades salen a la luz, directas y escupidas al rostro. Si, no apartes la mirada, aunque hace daño y saltan vísceras. Límpiate y sigue. Es una construcción fragmentada pero muy planificada, que da la información necesaria en cada momento para causar el daño necesario con precisión de cirujano. Asuntos de muertos se desata con una voz vehemente, sarcástica y hasta enfermiza, pero de la que solo emana sinceridad. Una sinceridad sofocante, dañina y que cuando cierras el libro, aún no te deja en paz. Los muertos están muy vivos, y los vivos un poco muertos.