Asylum: Bienvenido al asilo de Dunsmoor.

Publicado el 29 julio 2014 por Fantomas
“Asylum” (1972), es un film de terror del director Roy Ward Baker, el cual está protagonizado por Peter Cushing, Patrick Magee, Robert Powell y Britt Ekland.

El Dr. Martin (Robert Powell) visita el Asilo Dunsmoor para los Dementes Incurables, con la intención de asistir a una entrevista de trabajo con el Dr. Starr. Sin embargo, a su llegada se encuentra con que el Dr. Rutherford (Patrick Magee) es quien lo está esperando. Al parecer la presión del trabajo ha sobrepasado al Dr. Starr, quien se ha convertido en uno más de los internos del asilo. Para asegurar su puesto en Dunsmoor, Martin es enviado a entrevistar a cuatro de los pacientes de la institución para ver si es capaz de descubrir cuál de ellos es realmente Starr.



Inspirados en el clásico del cine de terror, “Dead of Night” (1945), los productores norteamericanos Max Rosenberg y Milton Subotsky, quienes habían fundado la productora británica Amicus, entre los años 1965 y 1980 realizaron nueve antologías de terror, de las cuales tres fueron dirigidas por Roy Ward Baker: “Asylum”, “The Vault of Horror” (1973), y “The Monster Club” (1981). Tanto Baker como un puñado de otros realizadores, actores, y diversos profesionales que trabajaban en la industria cinematográfica británica, también tuvieron la oportunidad de participar en varias de las producciones de la compañía Hammer Films, la cual era la competencia directa de la Amicus. Aunque las similitudes entre las producciones de ambas compañías eran evidentes, si por algo se caracterizó la Amicus es que a diferencia de la Hammer, que prefirió priorizar el rodaje de cintas de horror gótico y de época, la productora de Rosenberg y Subotsky optó por ubicar la mayoría de sus películas en la época contemporánea, lo que eventualmente le traería bastantes dividendos. De la mano del escritor y guionista Robert Bloch, quien por ese entonces era un colaborador habitual en este tipo de cintas, “Asylum” se sumerge de lleno en el mundo de la locura y lo sobrenatural, centrándose en la figura de un joven psiquiatra el cual tendrá que discernir que es real y que es el producto de la mente enferma de cuatro pacientes de una institución psiquiátrica, a los cuales tendrá que entrevistar con tal de asegurarse un puesto laboral en dicho lugar.

La primera paciente que el Dr. Martin entrevista y cuya historia le da vida al primer segmento del film titulado “Frozen Fear”, es una mujer que se hace llamar Bonnie (Barbara Parkins). Bonnie le cuenta como ella y su amante, Walter (Richard Todd), conspiraron para deshacerse de Ruth (Sylvia Syms), la esposa de este último. Una noche, luego de que Ruth regresara de una clase de vudú, Walter la asesinó utilizando un hacha, con la que también desmembró el cuerpo en varios pedazos, los cuales luego de envolverlos en papel, procedió a guardarlos en un congelador ubicado en el sótano de su casa, junto con un extraño amuleto que cargaba la víctima. Para su mala fortuna, dicho amuleto místico será el responsable de que los restos de Ruth cobren vida para vengarse de su calculador esposo y de su amante. De los cuatro segmentos que presenta el film, este es probablemente el más aterrador de todos. Aun cuando la fotografía no es precisamente memorable, como tampoco lo son las interpretaciones de los actores que protagonizan la historia, “Frozen Fear” funciona de maravilla básicamente porque utiliza una fórmula que ha sido probada en múltiples ocasiones desde los inicios de la literatura gótica: presenta a una pareja de personajes desagradables decididos a cometer actos cuestionables, por los cuales eventualmente reciben el castigo que se merecen. En la medida que el crimen sea lo suficientemente macabro y la retribución sea tan atroz como el mismo crimen, este tipo de historias siempre van a tener el efecto deseado, aun cuando en esta ocasión el segmento pierde parte de su encanto una vez que es posible ver las partes del cuerpo de Ruth moviéndose a través del sótano.



El segundo paciente que entrevista el Dr. Martin es Bruno (Barry Morse), y su historia le da vida al segmento titulado “The Weird Tailor”. Bruno es un viejo y empobrecido sastre que alguna vez fue dueño de su propia tienda junto a su esposa Anna (Anne Firbank). Ante la posibilidad de ser expulsado de su tienda, Bruno acepta trabajar para un misterioso hombre llamado Smith (Peter Cushing), quien le ofrece una generosa suma de dinero por la realización de un traje para su hijo. Para dicho fin, Smith le entrega a Bruno una tela especial y una serie de instrucciones las cuales deben ser seguidas al pie de la letra. Algunos días más tarde, cuando Bruno se dirige a entregarle el traje terminado a su cliente, este no puede esconder su asombro cuando se entera que Smith ha perdido toda su fortuna, y que el traje va a ser utilizado para cumplir un macabro propósito. Robert Bloch había adaptado esta historia previamente para la serie de televisión “Thriller”, en el año 1961. En esa versión, la cual se apega bastante más al relato original, el sastre era retratado como un hombre cruel, mientras que su esposa era descrita como una mujer solitaria que pasaba sus días charlando con el maniquí de la tienda. En esta oportunidad, Bruno es presentado como una víctima de su propia desesperación por mantener su tienda funcionando, lo cual lo lleva a cometer una serie de actos moralmente cuestionables, mientras que su esposa solo es retratada como una mujer abnegada cuya única preocupación es su marido. Este segmento no solo presenta un mejor trabajo de dirección por parte de Baker, sino que además cuenta con las estupendas interpretaciones de Morse y Cushing, quienes les otorgan una marcada profundidad a sus personajes. El único problema de este segmento, es que su clímax resulta ser algo apresurado, lo que merma notoriamente el efecto de la revelación final del relato.

El tercer segmento titulado “Lucy Comes to Stay”, tiene como protagonista a Barbara (Charlotte Rampling), una joven que durante el último tiempo ha estado encerrada en una institución psiquiátrica por su adicción a las drogas, y que una vez que es dada de alta se va a vivir con su sobreprotector hermano George (James Villiers). Agobiada por las restricciones que la ha impuesto George y la Srta. Higgins (Megs Jenkins), una enfermera contratada por su hermano para cuidarla las 24 horas del día, Barbara termina recayendo en las drogas. Es entonces cuando la visita su vieja amiga Lucy (Britt Ekland), quien la anima a revelarse utilizando una serie de drásticas medidas cuyo objetivo es asegurarse que George y la Srta. Higgins no interfieran en sus planes. Este es sin lugar a dudas el más débil de los cuatro segmentos, en gran medida debido a que Bloch sobrevalora su propia historia más de la cuenta. Y es que este tipo de relatos en los cuales el protagonista eventualmente se revela como el amigo/familiar/niño al cual culpa de todas las desgracias que suceden a su alrededor, han sido utilizadas hasta el cansancio en esta clase de cintas, casi siempre con mediocres resultados debido a lo evidente del giro final. Lamentablemente, “Lucy Comes to Stay” no es la excepción a lo antes mencionado. No solo la dirección de Baker resulta algo torpe en este segmento, sino que además Charlotte Rampling no logra que el espectador desarrolle algún nivel de simpatía por su personaje. Britt Ekland por su parte, realiza una labor bastante más destacable que su compañera, pero de todas formas no logra sacar a flote una historia carente de elementos de real interés.



En el último segmento titulado, “Mannikins of Horror”, el Dr. Martin conoce al Dr. Byron (Herbert Lom), un paciente que pasa sus días fabricando muñecos cuyos rostros corresponden a los rostros de personas que él alguna vez conoció, incluyendo uno que luce como él. Byron asegura que los muñecos poseen órganos internos similares al de los humanos, y que él es capaz de transferir su voluntad al muñeco forjado a su imagen y semejanza. Una vez terminada la entrevista, Martin se reúne con el Dr. Rutherford con la certeza de que ha logrado deducir cuál de los pacientes es realmente el Dr. Starr. Mientras ambos facultativos discuten acerca de cuál es la mejor manera de tratar a los pacientes del asilo, una pequeña figura empieza a acercarse sigilosamente al Dr. Rutherford con intenciones desconocidas. Desde un punto de vista estructural, “Mannikins of Horror” viene a cerrar de buena manera la historia que le da vida al film, aun cuando el segmento es relatado de manera apresurada. De hecho, funciona de mejor forma que gran parte de los finales utilizados en las antologías de la Amicus, los cuales usualmente se reducían a ser pequeñas escenas marcadas por la ironía, la cuales estaban situadas inmediatamente después del último segmento. En esta ocasión, el tramo final de “Asylum” no solo presenta la estupenda pero breve actuación de Herbert Lom, sino que además cuenta con la presencia amenazadora de los macabros muñecos fabricados por Byron, e incluye una sorpresiva y satisfactoria vuelta de tuerca que tiene relación con la revelación de la verdadera identidad del Dr. Starr.

En cuanto al aspecto técnico del film, mientras que el trabajo de fotografía de Denys N. Coop y la dirección de arte de Tony Curtis se muestran bastante irregulares a lo largo de la cinta, la banda sonora conformada por temas de diversos autores, entre los que se destacan las canciones del compositor ruso Modest Músorgski, “Night on Bald Mountain” y “Pictures at an Exhibition”, es uno de los puntos altos de la producción. “Asylum” bien podría ser considerada como una película que intenta explorar la psiquis de cuatro personas con obsesiones bastante particulares. Es posible encontrar un hombre obsesionado con asesinar a su esposa, un sastre obsesionado con cobrar sus honorarios, una joven obsesionada con su alter ego, y un doctor obsesionado con la venganza y con la fabricación de pequeños muñecos vudú. Incluso podría argumentarse que ellos no están locos, ya conviven en un mundo donde lo sobrenatural está permitido, por lo que hasta cierto punto solo son víctimas de sus obsesiones. Pese a su irregularidad y a presentar un segmento totalmente olvidable, “Asylum” hoy es recordada como una de las mejores cintas de antología de las que se tenga memoria, especialmente por la forma en como Bloch y Baker logran conectar todos los segmentos mediante un arco narrativo que se presenta particularmente interesante para el espectador.



por Fantomas.