Los centros penitenciarios han conseguido convertirse en un subgénero lleno de historias que han inspirado al cine como en el expreso de media noche, cadena perpetua, la fuga de alcatraz, la leyenda del indomable… Pero no solo el séptimo arte se ha beneficiado del atractivo de las historias carcelarias, la música también lo ha hecho. Y si hay alguien que cultivó de forma espectacular este tema es Johnny Cash. Su amplio repertorio se compuso de canciones tradicionales, versiones de otros cantantes a los que admiraba y composiciones propias; y precisamente uno de sus temas recurrentes eran las cárceles. Con su outlaw country, el hombre de negro empatizaba en sus letras con los destinos trágicos de los presos.
A partir de los años 50, Cash empezó a dar conciertos en las cárceles. Y ya en la cúspide de su carrera, en 1968 y 1969, el icono del country, sacó dos de los mejores discos que tiene, At Folsom Prison y At San Quentin; directos de conciertos hechos en los centros penitenciarios de Folsom y San Quentin. Además, la televisión británica Granada Television, creadora de series tan míticas como Retorno a Brideshead, grabó en directo todo el espectáculo. Éxito dentro y fuera las cárceles los discos a día de hoy son una prueba genuina del espíritu y la genialidad de una de las voces más influyentes en el country estadounidense.
Si uno escucha el disco At San Quentin, se encuentra con algunos hits más famosos como I walk the line, Ring of fire, Folsom prison blues, Dady sang bass y A boy named sue entre otras. Pero también aparece la joya San Quentin. Según las palabras del propio cantante narró en el directo, fue compuesta el día antes del concierto, en el que intenta transmitir que se siente al levantare cada día entre los fríos barrotes de la cárcel del estado de Marin de California.
San Quentin habla con un punto de cinismo y mala leche sobre las duras perspectivas de la cárcel. Además hace una férrea crítica al sistema penitenciario norteamericano que por un lado está organizado por gente, políticos, que no sabe las necesidades infraestructurales y humanas reales. Y por otro lado plantea si el sistema tal y como está sirve realmente para que los que salen no vuelvan a cometer ningún crímen, o por lo contrario, su método adoctrinador está desfasado.
Pero el verdadero valor de esta canción, no solo reside en la letra, sino en la performance que ofrece y la respuesta espontánea del público con gritos, silbidos y aplausos. Su tono desenfadado y desafiante y sus letras directas, junto con los comentarios desafiando a las autoridades hacen que, por una parte tenga una complicidad total con los presos y espectadores del show; y por otro que su leyenda y aura de outlaw y jinete que lucha fuera de la ley denunciando injusticias con sus canciones crezca. La química entre Cash y sus seguidores es perfectamente palpable con sonrisas y bromas del cantante y la respuesta copartícipe de toda la platea.
La perfección técnica y vocal está en un segundo plano, ante la emoción. La conexión de San Quentin está presente en todas las canciones y le da un sentimiento y una fuerte sensación de autenticidad, sinceridad y de obra verdadera. Cash se siente cómodo y todos los oyentes se rinden ante él con gran respeto y admiración. At San Quentin trata sobre emoción y empatización, así como crítica a las autoridades. Es un sentido homenaje a la figura del proscrito que lucha para vencer a un destino adverso.