Atado y bien atado.

Publicado el 22 marzo 2013 por Romanas

Hace muy poco escribíamos por aquí que Franco lo había dejado todo atado y bien atado porque, siguiendo la estela de Lampedusa, había dispuesto lo necesario para que pareciera que todo había cambiado a fin de que todo siguiera igual. Los franquistas, para los cuales Franco no es un ser humano sino un dios, una especie de Moisés que ha guiado a su pueblo elegido a través de las terribles trampas tendidas por un mundo absolutamente perdido por los diabólicos laberintos que un marxismo demoníaco había sembrado por todas partes menos en su España, mundo que tuvo a España en cuarentena por mor de esa minucia que supuso que se integrara en esa eclosión del nazifascismo que supusieron Hitler, Mussolini y él mismo, y que, al final, no ha tenido más remedio que rendirse a la evidencia de que Franco, como siempre, tenía razón.  Franco  murió, en su cama, por supuesto, pensando, que siempre había tenido razón, tanta que, al fin, todos habían acabado yendo adonde él los esperaba desde hacía largo tiempo, el marxismo-comunismo no había sido sino un intento del maligno Satanás para hacerse, por fin, con el dominio del mundo, arrebatándoselo, de tan innoble manera, al Dios de los Ejércitos, de los cuales, él, el invicto Caudillo había sido la nueva encarnación de El en la Tierra. Bien, todo esto parecerá una soberana locura pero lo cierto es que él, Franco, acabó por creérselo viendo que todos los que lo rodeaban así lo creían. El caso es que, convencido de su mesianismo, no se resistió a intentar hacer su obra imperecedera. Y buscó entre todos los que lo rodeaban a un discípulo capaz de culminar su obra, cuando él ya no estuviera, ya que hasta entonces, todo seguiría igual por la mera inercia. El elegido se llamaba Fraga. Ha habido incluso quien ha llegado a afirmar, sin el menor sonrojo, que Fraga era demócrata. Sí. Incluso algún autotitulado izquierdista ha demostrado una especie de reverencia ante su capacidad intelectual para regir la que se llamó transición política desde una de las peores dictaduras hacia la democracia, afirmando, sin ningún rubor, que a esta especie de Frankestein redivivo le cabía todo el Estado en la cabeza. Pero lo importante de este engendro monstruoso del nazifascismo recalcitrante no estaba en la cabeza sino en el corazón. De modo que asumió con toda la fuerza de sus peores instintos la tarea de conseguir que la obra de Franco perdurara para siempre en España: la Constitución.  A mí hay dos cosas que me producen una inmensa rabia: que alguien hable de la evidencia de la justicia cuando la pronuncian los jueces y de la democrática naturaleza de cualquier decisión cuando está de acuerdo con nuestra Carta Magna.  Nuestra Constitución es el mayor simulacro que ha producido cualquier clase política en el mundo. Pensada, concebida por el mayor  y más convencido de todos los franquistas, no supone otra cosa que el peor de los intentos para que nunca pueda erradicarse de este país el legado de Franco.  No hay una sola norma en toda su articulado que no implique la decisión de que el franquismo siga vivo “in eternum”.  Ya sé que muchas de ellas están copiadas al pie de la letra de otras constituciones europeas, pero es el sesgo que se le imprime a los preceptos esenciales lo que la constituye en un claro intento de perpetuar el franquismo.  De modo que, ahora, podemos ver cómo 2 jueces luchan encarnizadamente para hacerse con la competencia para enjuiciar el más importante de los conflictos que nunca haya tenido este país, puesto que en el caso Bárcenas no se trata de dilucidar si éste se hizo inmensamente rico sólo con las irrisorias comisiones que el PP le permitía detraer de los ingresos que las empresas, sobre todo urbanísticas, proporcionaban a este partido a cambio de que les adjudicase en condiciones fraudulentas los permisos de obras y otras gabelas no sólo la Administración Central del Estado sino todas esas otras, la inmensa mayoría, que desempeña el PP, sino, lo que es absolutamente decisivo: determinar si el partido más importante de España, el que no sólo gobierna ahora sino que probablemente lo haga durante mucho, mucho tiempo, como lo hizo por ejemplo el famoso PRI mejicano, dadas las ventajas que Fraga consignó a su favor en la Constitución y sus leyes complementarias, está organizado y funciona como una auténtica organización mafiosa, lo que, a pesar de todas las normas que Fraga promovió para protegerle, significaría su hundimiento dada la insoportabilidad que su pervivencia representaría para todo el orden internacional.  Así las cosas, como dice, como no se cansa nunca de decir esta prensa absolutamente canallesca que traiciona siempre su deber de informarnos, serán los jueces los que digan la última palabra en este asunto como lo están haciendo desde la muerte del dictador en todos los asuntos decisivos para que este desdichado país funcione como una democracia, al menos en su apariencia.  Y, por uno de esos milagros que se imponen al azar y a la necesidad, a pesar de haber atado tan bien a la judicatura que siempre que un juez decente ha logrado penetrar en la magistratura, a pesar de todos esos infinitos filtros de que ésta dispone para impedirlo, todo el organismo judicial en su conjunto se mueve como un sólo hombre, para expulsarlo definitivamente y absolutamente estigmatizado de dicha carrera, el caso Garzón es el más claro ejemplo demostrativo de lo que estamos diciendo, un nuevo juez campeador ha logrado atravesarlos hasta este momento casi impune.  Y éste es el mismo que no sentenció de acuerdo con los intereses de la casta dominante, en ese juicio en el que se decidía la inocencia cuasi virginal del hombre que llevó al PP a las más altas cimas de su liderazgo político. Se atrevió a establecer con la rotunda solemnidad que establecen las sentencias judiciales que aquel monstruoso atentado de Atocha, que produjo casi 200 víctimas directas y muchas otras más indirectas, no  había sido perpetrado por Eta, tal como Aznar se empeñó en sostener llamando incluso personalmente no sólo a los directores de todos los diarios importantes del país sino también a los corresponsales extranjeros y a los miembros del cuerpo diplomático.  Porque Aznar sabía, como cualquier otro hijo de vecino, que si el pueblo era consciente de que aquel monstruoso atentado no era sino la lógica  represalia de su decisivo papel en el genocidio de Irak, el PP no podía ganar las elecciones generales de ninguna manera. De modo que aquel juez insolente por honrado, temerario de tan valiente, se ve ahora por mor del reparto de asuntos en la Audiencia Nacional, con que le ha correspondido conocer de la querella de IU contra una serie de políticos y empresarios mencionados en los llamados "papeles de Bárcenas" y todo el PP, sus afiliados y simpatizantes, así como las numerosas mesnadas franquistas que se  conservan incólumes en su integridad, han cursado las órdenes oportunas para que todo el aparato judicial español se oponga como un sólo hombre a que este juez de tan infausta memoria tramite las diligencias abiertas como consecuencia de dicha querella y lo están logrando según nos cuentan las últimas noticias de la prensa: su citación a declarar ante él de Bárcenas y de todos esos empresarios que aparecían en sus llamados papeles ha sido dejada sin efecto por la Sala de lo Penal 2 de su Audiencia a instancias, como no, de los fiscales que dependen del General, íntimo amigo, además de compañero, del inefable Gallardón e integrante como él de parte del propio aparato judicial diseñado por Franco.  O sea que, para usar un lenguaje a tono con la època del año en que nos hallamos, “consumatum est”, todo se ha acabado, adiós a la posibilidad de que el nuevo juez campeador continúe con su instrucción del caso Bárcenas, dejando que éste continúe en las manos de un juez provisional que, en septiembre, va a ser sustituido por uno de la cuadra, ¿o es cuadrilla?, del PP, de modo que las posibilidades de saber la verdad, toda la verdad, sobre este caso se han esfumado definitivamente, porque lo que sí que es verdad, absolutamente,  que Franco lo dejó todo atado y bien atado.