Irán, país gobernado por unos fanáticos religiosos cuya obsesión es volatilizar Israel, está a punto de obtener, si no tiene ya, la bomba nuclear, por lo que es lógico pensar que el país de los judíos atacará preventiva y exclusivamente las bases donde se prepara esa arma, sólo o en compañía de aliados como EE.UU.
La agresión quizás nos salve a nosotros mismos de cualquier locura de esos seres que enviaban a decenas de millares de niños a explotar en los campos minados durante la guerra Irán-Irak de los 1980.
Les daban una llavecitas de plástico para que una vez muertos abrieran la puerta del Paraíso donde los esperaban las huríes.
El arma nuclear en poder de un régimen de fanáticos religiosos es el peligro definitivo para los enemigos de Alá que, como nosotros, escandalizamos a los clérigos como Alí Jamenei y a sus políticos orates, como Mahmud Ahmadineyad.
El mundo de la razón y de los infieles que no sigue a Mahoma y a su nieto Hussein debe ser castigado con fuego, con la bomba montada sobre los cada día mejores misiles de los ayatolás, necesarios también para la reconquista de Al-Andalus.
Ese peligro es una de las razones para la creación del escudo antimisiles de la OTAN que preparan los estadounidenses, y que tendrá uno de sus centros principales en Rota, Cádiz.
Pero de momento el mayor amenazado es Israel. El odio hacia ese país es más irracional aún que el que los ayatolás le tienen a sus propios homosexuales, a los que ahorcan colgándolos de grúas.
Claro que arrasarán Israel, país con la extensión de la provincia de Badajoz , con 7,6 millones de habitantes, de los que 1,5 millones son árabes, y cuya salvación es el ataque preventivo.
Con toda la razón.
---------
SALAS