Prematuramente en su carrera (habían editado apenas dos discos) los Black Rebel Motorcycle Club decidieron dejar en paz los pedales de distorsión -al menos por un rato- para ir en busca de inhallables raíces espirituales.
Como si una vez encontrada su fórmula hubieran decidido ir hacia atrás, en busca de un lejano espíritu Gospel-Soul de carretera que por generación jamás les pertenció, pero que en esa búsqueda decidieron hacer suyo.
Por los resultados que obtuvieron en el viaje, poco importan las cuestiones "generacionales". Desmontado el aparato noise y de vúmetros en rojo, la banda Californiana redujo aquí su sonido a los timbres justos y necesarios para lograr la comunión íntima con las canciones. En este sentido, el relato que construye "Howl"- su paciencia, su profundidad casi religiosa- lo define como una obra lisa y llanamente atemporal.
Demás está decir, por cierto, que sigue siendo el mejor disco de los BRMC a la fecha.
"Fault line" es otra gran canción, en busca del cánon de la Americana más rutera y paisajística, mientras que "Promise" encuentra el eslabón perdido con los Black Crowes más souleros.
En la segunda mitad parece gobernar aún más la reflexión crepuscular ("Restless sinner", "Gospel song") hasta desembocar en el trance final de "The line", con el trío logrando el mantra climático a ritmo lento y sostenido, derecho hasta el fade out final y ese hermosísimo hidden chant que nos conecta- otra vez- con ese Dios de carretera que jamás vimos pero sabemos que está allí.
Black Rebel Motorcycle ClubPeter Hayes
Robert Levon Been
Leah Shapiro