Atemporal

Por Bitacoradeviajes
Cuánto daños nos hicimos, creyendo que nuestro amor era capaz de soportar cualquier embate y terminamos perdiéndonos en vericuetos burocráticos, cubiertos de reclamos, desconfianza y quejas.Cuánto daño nos hicimos, confiando en que nuestros sentimientos nos harían más fuertes, más aguerridos y más aptos para convencer a los opositores de que nuestra causa era justa, pura y seria.Cuánto daño nos hicimos, hipotecando nuestros corazones en pos del otro y terminamos mintiéndonos con excusas banales y cobardías explícitas.Cuánto daño nos hicimos, soñando un futuro juntos que fuimos incapaces de concretar por miedo, conformismo e hipocresía.Cuánto daño nos hicimos, colmándonos de besos, abrazos y palabras de amor para dejarnos, luego, vacíos, con la irremediable sensación de sabernos incompletos y vagar buscando quien nos ofrezca un mendrugo de cariño para completarnos por dentro.Cuánto daño nos hicimos, mostrándonos incorruptibles y severos defensores de nuestros sentimientos para acabar aceptando los sobornos de una falsa paz, construida a base de la tranquilidad de los otros.Cuánto daño nos hicimos prometiéndonos un porvenir compartido cuando el presente nos agobiaba con acusaciones perversas, castigos autoimpuestos y sacrificios obligados.Cuánto daño nos hicimos, viéndonos como pájaros libres, flores silvestres y el interminable mar para terminar sabiéndonos inertes rocas, sapos defectuosos y hojas secas.Cuánto daño nos hicimos creyendo nuestras deliciosas expresiones, liberadoras promesas y amorosas palabras para acabar confiando en nuestras mentiras despechadas, blasfemias irreverentes y entredichos solapados.Cuánto daño nos hicimos enamorándonos de nuestros posibles pecados y defectos para terminar odiando nuestras más puras virtudes, logros y voluntades concretas.

©Silvina L. Fernández Di Lisio
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