Atención

Publicado el 23 abril 2017 por Teremolla

   El pasado mes de febrero se constituyó por fin en el Congreso, la Subcomisión para un Pacto de Estado en materia de Violencia de Género.

Y digo por fin porque han sido necesarios demasiados asesinatos de mujeres y criaturas a manos de hombres que dijeron amarlas para que se tomara en consideración este tema por parte de todos los grupos políticos con representación parlamentaria.

El primer síntoma de que algo no está yendo bien en la credibilidad del discurso político de algunos grupos presentes en dicha subcomisión ha sido que la propuesta para los Presupuestos que presentó el Partido Popular no contempla ninguna partida presupuestaria para cubrir la lucha contra esta lacra de forma integral tal y como prometió este partido. Algo comienza a no encajar.

Pero hay más. Si hacemos un ejercicio de memoria recordaremos que fue este mismo partido, el PP quien llevó al Tribunal Constitucional la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de género. Lo cual hacía patente su disconformidad con algunos preceptos contenidos en dicha ley, que hemos de recordar que fue pionera en su momento aunque quedaran algunas lagunas en su aprobación. Afortunadamente el Tribunal Constitucional dejó clara su validez y constitucionalidad.

Ahora y con la negociación del Pacto de Estado en esta materia, mucho me temo que se van a volver a aparecer viejas discusiones que tanto la ley orgánica como la sentencia del Constitucional dejaron claras.

Y una de esas discusiones, posiblemente sea la de su denominación. Y lo digo porque ya se ha comenzado a marear la perdiz con este tema. Y se está haciendo porque algunos agentes interesados ya vuelven a hablar de violencia doméstica. Y no lo es.

Y por ello, hoy voy a hacer un poco de pedagogía como recordatorio para dejar claros algunos conceptos.

Cuando hablamos de violencia de género hablamos de lo que la propia Ley Orgánica 1/2004 en su Exposición de motivos define como:

“el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.”

Por tanto es una violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho mismos de serlo y como símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Y quiero hacer hincapié en este tema para evitar que se confunda con otros tipos de violencias existentes pero que NO SON DE GÉNERO O MACHISTA.

Desde el feminismo se ha insistido e insiste todavía en la necesidad de dar a conocer el origen de la violencia machista o de género. Y ese origen, como vemos es la desigualdad entre mujeres y hombres.

Ante la eterna pregunta de porque no se contempla la violencia ejercida por mujeres hacia los hombres como violencia de género, la respuesta ha de ser (desde mi punto de vista, por supuesto) muy clara: porque el origen no es la desigualdad social.

Las violencias nunca son buenas. En eso estamos de acuerdo. Pero las violencias machistas de todo tipo (física, psicológica, económica, sexual, estructural, verbal, etc.) son consecuencias del sistema patriarcal vigente y que se reproduce cotidianamente en miles de pequeños gestos que implican desigualdades entre mujeres y hombres.

Cuando se me pregunta que ocurre entonces cuando una mujer agrede a su pareja sea cual sea su sexo o género (habitualmente la pregunta la realizan hombres), mi respuesta es siempre la misma: Eso es violencia de pareja o familiar dependiendo del parentesco. Pero no es de género. Entonces normalmente aparece la polémica.

Y aparece dicha polémica porque en el espacio simbólico masculino no existe el mismo concepto de desigualdad y, por tanto, de violencia.

Si bien es cierto que nadie reconoce como lógica la violencia (sobre todo la física), en demasiadas ocasiones y sobre todo a ELLOS les cuesta mucho de entender que hay muchos tipos de violencias machistas. Y como ejemplo les pongo el piropo como una forma de agresión. Porque lo es, es una agresión verbal a una mujer que libremente transita por un espacio público y con el piropo se la reduce a una condición de objeto sexual, despojándola de su condición integral de persona. No suele gustar el ejemplo y siguen las preguntas y ejemplos rebuscados de situaciones. Porque en definitiva necesitan reivindicar “su” concepto de IGUALDAD que es sinónimo de SUPERIORIDAD HEREDADA y repleta de privilegios que no reconocen como tales, puesto que los han vivido desde siempre como algo NATURAL.

Me he permitido hacer hoy este recordatorio pedagógico porque mucho me temo que en la negociación del deseado Pacto de Estado contra la violencia de género, algunos elementos masculinos e incluso femeninos, van a intentar una ofensiva mediática con el objetivo de confundir a la opinión pública para así intentar legitimar unas posiciones que el propio Tribunal Constitucional les negó.

Además creo que tienen otro objetivo y es la ridiculización de las posiciones feministas a través del discurso de la falsa igualdad del que ya están hablando. Y para ello utilizan la figura de la acción positiva para la equidad real y la pretenden convertir en arma arrojadiza contra las propias mujeres en aras del mantenimiento de esa naturalidad que para el patriarcado significa la desigualdad y la subordinación de estas.

Observo con preocupación cómo aparecen nuevos focos patriarcales que, en aras de una pretendida igualdad, buscan el ejercicio de privilegios. Y siempre esos privilegios se ejercen en contra de las mujeres o sobre las propias mujeres y niñas.

Y este no es un discurso victimista en absoluto. Nace de la reflexión de lo que estoy observando los últimos meses tanto en redes sociales como en mi propia cotidianeidad. Y me preocupa mucho.

Hemos luchado mucho para que ahora se pierda lo conquistado. En el Congreso y en la subcomisión para el Pacto de Estado contra la violencia de género nos estamos jugando mucho. Y el patriarcado lo sabe y jugará sus bazas.

Desde estas líneas quiero animar a nuestras compañeras feministas presentes en esa subcomisión parlamentaria y a todas las voces expertas feministas que tengan que comparecer,  a ser las voces de todas las personas que el 7 de Noviembre de 2015 tomamos las calles y plazas de Madrid exigiendo ese Pacto de Estado.

Nuestra energía feminista ha de empapar sus discursos para que el patriarcado no imponga los suyos.

Por un verdadero Pacto de Estado contra la Violencia de Género que acabe con los asesinatos de mujeres y niñas y con todas las formas de violencias machistas.

Por un Pacto de Estado que busque la eliminación de las desigualdades, origen de las violencias machistas. Y por tanto, por un Pacto de Estado Feminista!!

Ben cordialment,

Tere