Somos bombardeados con información y tenemos un acceso privilegiado a todo tipo de medios de comunicación, y más con la llegada de las nuevas tecnologías, pero a menudo nos abruma el exceso. Nos convertimos en esclavos de la comunicación o de los medios. De hecho, llegamos a confundir términos y pasamos de amar una profesión enfocada a la comunicación a detestarla porque nos absorbe completamente. ¡Y qué decir con la llegada de las redes sociales! Sin ánimo de menos preciarlas (que yo #SoyMuyFan), hace tiempo tenía una pequeña conversación sobre cómo estos neuvos canales han ayudado en la acentuación del ‘borreguísimo’.
Cuanto menos un tema preocupante que el Museo de la Comunicación de Berna recoge en una exposición dedicada a la sobrecarga de información, en donde también propone una clínica para el diagnóstico y el tratamiento de la ‘info-obesidad’. Curioso ¿verdad?
Desde el 4 de noviembre hasta el 15 de julio de 2012, el público podrá utilizar los servicios de esta clínica que realiza pruebas de comportamiento en el campo de la comunicación (grado de dependencia, aversión y culpabilidad) y da consejos sobre la mejor manera de limitar el estrés derivado del sobre consumo de informaciones. Consejos que van desde cómo mejorar una búsqueda en Internet hasta cómo seleccionar correctamente el correo o resistir a la invasión de los comentarios en Twitter.
Además, el museo dispone de unos rincones a modo de ‘cabinas de relajación’ en función del diagnostico que recibamos:
- Verde, para aquellos que están ‘sanos’.
- Amarillos, para quienes estén cansados por el flujo de la publicidad en su buzón o en Internet.
- Rojo, para los ‘enfermos graves’ que necesitan unos momentos de meditación.
En cualquier caso, al no quedarnos la exposición cerca precisamente, creo que la solución más simple es la de aprender a seleccionar con rigor la información que recibimos y la que decidimos transmitir al resto.