Atención: Milanés al volante

Por Saraytg @Desdemilanblog

Montarte con un milanés en un coche es una de dos: o no valorar lo suficiente tu vida o es que no te queda más remedio. Sin duda en mi caso es la segunda de las opciones.

Dicen que en Milán se conduce mucho mejor que en el sur de Italia… Bien… No quiero ni imaginarme lo que debe ser eso entonces… Aunque lo primero que debo decir es que no sólo en Italia se conduce mal. He visto muuuchos casos para hacer un estudio en nuestra querida España sobre el “cómo-se-puede-conducir-tan-mal-y-seguir-con-vida”. Por lo tanto, no es una cosa de nacionalidades ni mucho menos, es una cosa de personas.

Pero una cosa no quita a la otra… lo cierto es que si he estado a punto de sufrir varios infartos en el supermercado (como ya os conté), en el coche con Mr. Paulson creo que incluso he estado en coma y he vuelto a la vida en cuestión de segundos. Ellos dirán que no conducen mal… NOoooooo…. PARA NADAAAA!!! Ellos lo que pasa es que se creen un agente 007 o el protagonista de “Too fast & Too furious” por las carreteras italianas.

Los milaneses sacarse se sacan el carnet de conducir, sin embargo, debe ser común que sobre todo los hombres hagan un “reset cerebral” en cuanto tienen el carnet en su mano. Ellos no tiene reglas para conducir, a lo sumo, tienen “sus reglas” que además según ellos cualquier resto de conductores conoce. Sólo respetarán aquellas reglas que consideren extrictamente necesarias o por miedo a ser multados. Unos ejemplos: ¿qué sentido tiene no poder adelantar por la derecha? Eso es un absurdo! Pues ala! A adelantar por cualquier parte del espacio de asfalto que haya. Y recalco esto del asfalto porque el andén también vale para adelantar si fuera necesario sin ningún tipo de problema.

Otra de las cosas que les gusta mucho es pitar (al igual que a los españoles) y jugar al “que te pillo, que te pillo, apártate ya!”. Este divertido juego consiste en ponerse en el carril de adelantamiento, meter el acelerador hasta el fondo hasta encontrar otro coche en el carril, pegarte lo máximo posible a la parte trasera del vehículo, pitar, dar las largas… hasta que se aparte; entonces metes el turbo otra vez hasta el próximo vehículo que encuentres. Qué divertido eh?!!

Tampoco es necesario parar en los pasos de cebra. Únicamente se detendrá el vehículo si el valiente peatón se ha lanzado ya a cruzar y si no se reduce la velocidad o se cambia la trayectoria lo atropeyas 100% seguro.

Sobre la velocidad, ¿quién dijo que las señales de velocidad indicaban la velocidad máxima a la que se puede circular? En todo caso, es una “sugerencia” y el conductor ya decide por sí solo.

En mi caso, doy gracias al cielo porque Mr. Paulson conduce ahora un poco mejor que antes. Quiero pensar que ha sido por mi estupenda influencia pero la realidad me demuestra que es por el cómo chupa gasolina las maniobras clásicas de adelantamientos y aceleraciones a tope. Pero esto ahora, imaginaos al principio… pensad que me he recorrido buena parte de la geografía española e italiana en coche. Yo no sé cómo sigo viva a estas alturas tras tantos kilómetros de carretera recorridos…

Me he pasado horas de viajes de susto en susto, con el corazón en la garganta, clavando las uñas en el reposabrazos, cerrando tanto los ojos que los párpados me atravesaban la carne, e incluso pegando algún grito de película de terror, cabreandome mucho y queriendo llorar unas cuantas veces. Y él, a toda mi frustración y a todo mi terror como copiloto me da la sensación que querría ponerme frente al coche y atropellarme para que me calle y no le de más la lata mientras está al volante. Me he llevado algún susto tan grande que hasta le he asustado a él!

Sin embargo, el peor momento que he vivido con él en un coche no fue culpa de su conducción… íbamos con las ventanas abiertas de par en par hace un año por el norte de España (qué bonita es Cantabria y Asturias!!) cuando de pronto una abeja se cuela dentro del coche. Primero se choca con la cara de Mr. Paulson, después se choca con mi pierna y yo ya empiezo a gritar… y todo esto en la Autovía a 140 km/h… PARAAAA EL COCHEEEEE!!!!!! PÁRALOOOOOOOO!! PÁRALOOOOOOOOOOOOO! En una maniobra de giro de 90 grados, coge la salida que estábamos a punto de pasarnos a una velocidad indecible hasta llegar a una rotonda y salir del coche ambos como si dentro estuviera el diablo…

Dios… qué mal rato pasé y no se cómo no volcamos en el giro… pero salimos vivos de la experiencia y aprendimos una lección: Las ventanas no se abren nunca en el coche”.


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