Al estado de Georgia, en Estados Unidos, se le conoce como “el gran melocotón”. Caminar su capital es un contraste de paisajes, música, sabores y entretenimiento
El avión aterriza puntual y el camino hacia la salida está media hora más allá. Quizá el Hartsfield-Jackson no sea el aeropuerto más grande, pero sí es el que tiene el mayor tráfico del mundo y eso se nota. La primera impresión que me formo de Atlanta es que afuera la gente se mueve igual de rápido que en el aeropuerto. Aquí no se viene a perder el tiempo, hay muchas cosas que hacer.
La ciudad, vista desde el Centennial Olympic Park
Uno se va adentrando en la ciudad como intentando rescatar alguna línea de “Lo que el viento se llevó”, la famosa novela que Margaret Mitchell escribió hace 76 años -en un tímido cuarto de una casa ubicada en lo que hoy es el Midtown- y que se convirtió en un clásico mundial; pero Atlanta parece estar envuelta por sus árboles y edificios altos, como si se despejara, por momentos, de su estilo sureño para volverse moderna. Es elegante, pero también casual, desenfadada, histórica y entretenida.
Es temprano en la mañana. No hay manera de perderse desde el Centennial Olympic Park, un parque que se construyó a propósito de los Juegos Olímpicos de 1996 y que está puesto ahí, como en el medio de todo. Cruzar sus puertas es como pasar a un jardín muy grande, donde la gente está acostada en la grama, caminando sin prisa, conversando bajo la sombra de un árbol o improvisando un juego de frisbee. El suelo de este parque está lleno de inscripciones con los nombres de todos los habitantes de la ciudad que colaboraron en su construcción, como recuerdo absoluto. La Fuente de los Anillos se lleva la atención con los chorros de agua bailando al ritmo que le pongan. Justo aquí se hacen espectáculos y en verano, es toda una fiesta. Pero claro, sus espacios no son ajenos a los indigentes, que van de un banco a otro viendo a todos pasar. Así son las ciudades.
Entre el invierno y la primavera, todas las calles
El piso del Centennial Olympic Park está lleno de los nombres de quienes colaboraron en su construcción
Estamos en pleno Downtown y un poco más allá, después de atravesar el parque, aparecen tres de las atracciones más buscadas de la ciudad; tan cerca formando un triángulo, que hasta parece mentira que el paseo se disponga de una manera tan sencilla. La mañana se puede emplear para hacer, en primer lugar, el tour por el mundo de CNN y sumergirse en esa vorágine noticiosa que inunda a Atlanta, donde no sólo se puede conocer de cerca cómo se maneja la cadena y hasta, con un poco de suerte, tropezarse al periodista Anderson Cooper en los pasillos; sino que debajo de todas las oficinas, hay una gran feria de comida y tiendas curiosas que atraen al turista, además de guiarlo sin esfuerzo hasta el Estadio Philips, el Domo de Georgia y el Estadio Turner.
Luego hay que ir al Mundo de la Coca Cola. Que una bebida gaseosa tenga su propio mundo, es muy singular. El paseo entretiene a todos. Después de escuchar un poco de la historia, sus pasillos se abren para explorar a nuestro antojo. Los niños corren detrás del Oso Polar para hacerse una foto y los más grandes prestan atención al proceso de embotellamiento, pero todos coinciden divertidos en la última sala: Taste it, donde están más de 60 sabores de bebidas del mundo que se pueden probar una y otra vez.
Para completar el triángulo, aparece el Georgia Aquarium con la promesa de no defraudar, pues es el acuario más grande del mundo con más de 80 mil peces y 500 especies. Ver a los tiburones ballena como si de monstruos gigantes se tratara, caminar bajo un túnel transparente y tener la sensación de casi nadar con ellos, no se ve todo los días. Las ballenas beluga, los delfines y las manta rayas sorprenden a cualquiera. Hay que entrar al acuario, quizá después de un buen almuerzo para pasar la tarde tranquila, porque hasta el menos curioso puede demorar tres horas recorriendo sus rincones.
En esta zona que rodea al Centennial Olympic Park, también están el Imagine It!, el Museo de los Niños y el Museo del Patriotismo y, un poco más allá, el Zoológico, pero el tiempo apremia y como las ciudades se conocen caminando, entonces hay que seguir, calle arriba, para tratar de descifrar el Downtown.
Mi entrada al tour por CNN
Algunos detalles del Mundo de Coca Cola
Pasé seis horas, seis, en el acuario de Atlanta
Atlanta fue construida sobre el Underground, donde se encontraban las vías del tren. Para llegar aquí, basta con seguir los avisos desde cualquier esquina del Downtown, y la sensación es clara: se bajan las escaleras como para entrar a otra ciudad. Esta zona hoy es un mercado urbano, que mantiene su vieja estructura, y que está lleno de restaurantes, bares y tiendas. Aquí la gente camina a otro ritmo y es normal tropezarse con obras de arte que le van dando otro toque a las calles. La música es más alta, los carros van más rápido. Más arriba está el Hard Rock Café, engalanando una esquina y calle abajo, se levanta ese distrito financiero que agita a la ciudad, junto a hoteles que invitan al lujo y el descanso. El corazón de Atlanta parece despertar todos los sentidos.
Ya comienza a caer la tarde y la mejor manera de terminar el día es en el Sun Bar Dial del hotel Westin, el único edificio redondo y alto que se ve desde muy lejos. Se suben 72 pisos para poder llegar al bar, sentarse en una mesa o la barra con una copa de vino en la mano -o lo que quiera-, y comenzar a girar de manera casi imperceptible, mientras la ciudad se deja ver en toda su amplitud. Cuando ya es de noche, Atlanta se convierte en un juego de luces y el ambiente sureño comienza a cobrar vida en ese laberinto de calles.
Si el cansancio aún no se siente en el cuerpo, buena idea es acercarse hasta Decatur, una ciudad pequeñita, tan cercana que no se sabe en qué calle estamos entrando y en cuál saliendo. Sus cafés son bohemios, los restaurantes variados y hay sitios como The Original Chocolate Bar en el que se puede probar un bombón de kiwi y naranja, entre muchos otros sabores, mientras se escucha en vivo a un grupo de blues. Se puede cenar en Decatur, digamos que en el restaurante Noodle, y pedir un Thai Peanut Noodle: cebolla, zanahoria, frijoles chinos, maní y claro… noodles.
Desde el piso 72 del hotel Westin
Y aquí desde el Piedmont Park (que me recuerda mucho al Central Park de NY)
En Atlanta hay, por lo menos, cien calles que se llaman Peachtree (árbol de durazno). Al principio, me confundo, pero después entiendo que las reconocen más por números que por otra cosa. Sin embargo, la principal Peachtree está en el Midtown y es en esa calle donde tiene su apartamento sir Elton John, muy cerca del Buckhead, esa zona residencial tan famosa, como costosa; llena de hoteles, restaurantes y tiendas donde se deja ver lo más in de la ciudad.
Es en el Midtown donde se concentra la movida artística más interesante de Atlanta y donde las curiosidades saltan por las esquinas. La primera parada es en la Casa y Museo Margaret Mitchell; una estancia acogedora que se mantiene intacta, cercada y arropada por los edificios. Es posible caminar dentro de la casa y conocer el cuarto en el que la escritora dio vida a “Lo que el viento se llevó” y es que la historia es muy importante para esta ciudad, por eso todos van a recomendar este paseo.
Luego, el camino lleva hasta el Museo de Arte High: una estructura blanca que se levanta sobre un jardín impecable, y que permite dar un vistazo a algunas obras en su plaza pública, sin necesidad de pasar propiamente al museo. Sin embargo, adentro esperan más de 11 mil obras que aseguran una visita entretenida.
Después de almorzar, hay que dar un vistazo al Sitio Histórico Martin Luther King. La ciudad cambia, conserva la historia pegada en la fachada de las casas. Fue en el distrito Sweet Auburn donde nació el reverendo y su casa está ahí, remodelada para recibir a quien quiera visitarla; además de la Iglesia Bautista Ebenezer y el Mausoleo de King. Para terminar el paseo, puede pasar por la Biblioteca y Museo Presidencial de Jimmy Carter, que tiene una réplica de la Oficina Oval y del Premio Nobel de la Paz que recibió el expresidente norteamericano.
El High Museum of Art me hizo sonreír
Las casas típicas del sur. Un pedacito del Sitio Histórico Martin Luther King
Una buena manera de despedirse de Atlanta es desde el Piedmont Park, el parque que atraviesa al Midtown y que muy al estilo del Central Park en Nueva York, es una invitación a caminar, a andar en bicicleta o hacer ejercicios, mientras la ciudad se deja ver como pintada. Lejana, pero sin salir de ella.
Para ver más fotos de este viajen, pasen por este ÁLBUM
¿Qué más se puede hacer? Si hay tiempo, se puede buscar el camino hacia el Stone Mountain, el sitio al que van los que quieren escapar del bullicio de la ciudad. Es un parque lleno de árboles y espacios verdes. Debe su nombre a que tiene una roca a la que es posible subir caminando o en teleférico y que tiene la escultura tallada más grande del mundo: mucho más extensa que un campo de fútbol.
¿Dónde comer? En Flip Burger Boutique se van a encontrar con un menú extenso de hamburguesas gourmet y curiosos acompañantes, mientras saborear cualquier bebida escogida en el bar. Este sitio es propiedad del chef Richard Blais, ganador de la 8va temporada del programa Top Chef All Stars y es muy curioso, además de delicioso. También pueden degustar una exquisita cena en Figo, con más de veinte pastas y salsas hechas en casa y donde te atienden en inglés, italiano, español o como sea, pero con una sonrisa amplia. Para un desayuno más sofisticado, está Canoe en el que es posible pedir unos Huevos benedictinos con salmón y espárragos para tener energías suficientes y caminar la ciudad durante el día. Pueden ver también el post En Atlanta se come bien