En la previa, la expectativa por ver a la Crema superaban cualquier análisis que podía hacerse del partido y del rival. Un estadio remozado, el antecedente del buen inicio de torneo y las ganas de ser, tapaban el echo de que Carlos Trullet no podía contar con cuatro jugadores titulares en la formación inicial. Por su parte, el equipo de Sarandí llegaba armadito, afiatado y con ganas de recuperarse del mal paso de la primera fecha.
Y en la cancha, rápidamente se vieron las diferencias entre uno y otro. Arsenal se acomodó muy fácilmente a las reducidas dimensiones de la cancha, cubrió mejor todos los espacios y marcó presencia en todos los sectores. Atlético, a pesar de plantarse de igual a igual, no encontraba los caminos para dañar y rápidamente sucumbió ante el complicado juego de su oponente.
Veinte minutos, entre los 13´ y los 33´, le bastaron al team de Lechuga Alfaro para asestar tres goles a través de sus delanteros: un cabezazo de Óbolo primero (en off side) y dos veces Leguizamón al aprovechar sendas distracciones y errores defensivos del local. La Crema, daba ventajas increíbles, no hacía pie y a esa altura era un desconcierto total del que no se salvaba ningún jugador.
Para la segunda etapa, el DT local intentó alguna variante táctica pero el orden y pulcritud de la visita fueron un escollo insuperable al que solo pudieron vulnerar en una ocasión a través de Alexis Castro, que cambió por gol un penal que a él mismo le había cometido Campestrini. A la postre, el gol fue solo decorativo.
La conclusión del match es que Arsenal es siempre el mismo: un equipo duro, ordenado, que tiene la que para mi va a ser la mejor pareja de defensores centrales de la categría (López – Burdisso), con un mediocampo batallador y delanteros a los que no se les puede dar ventaja. En tanto de Atlético, se puede decir que recibió un cachetazo de esos que llaman la atención, que obligan a pensar, reordenarse y sacar conclusiones para no volver a repetir errores que tarde ó temprano lo pondrán en una incómoda situación.