Indiegogo es una de las webs de crowdfunding más conocidas a nivel internacional. Todos los meses, cientos de startups intentan conseguir financiación para llevar a cabo sus ideas. La mayoría no consiguen el dinero que necesitan, así que no siguen adelante o, al menos, no de forma inmediata. Sin embargo, un puñado de ideas si que alcanzan la meta de financión y se ponen manos a la obra para convertir esas ideas en productos reales. Atmotube fue una de esas ideas. En este post os contaré mi primera experiencia “satisfactoria” con un proyecto de financiación colectiva.
Todo comenzó el 1 de enero de 2016. Sí, hace ya más de un año. Ese día hice mi contribución al proyecto Atmotube. Para los que no sabéis muy bien cómo funciona esto del financiamiento colectivo, en vez de pagar por un producto y recibirlo inmediatamente (o lo que tarde el servicio de envío en llevártelo a casa), en estas webs financias los proyectos a cambio de unas recompensas. Muchas de estas recompensas suelen traducirse en ser de los primeros en recibir el nuevo producto, pero no tiene por qué. Por ejemplo, en este otro proyecto en el que participé la recompensa era una ensalada y queso feta griego. Creo que solo me queda explicar que si un proyecto no alcanza la meta fijada de financiación se devuelve el dinero a todos los que contribuyeron. Bueno, esto no es una norma estrica porque también existen proyectos con financiación flexible que si, por ejemplo, alcanzan el 80% de la meta fijada seguirán adelante, pero no es lo habitual.
Atmotube se presentaba como un gadget de un tamaño muy reducido, ideal para llevar a todos sitios, con el que poder medir la calidad del aire (temperatura, humedad, CO2, CO, bencenos, etc.). Un proyecto muy ambicioso no solo por el tamaño objetivo del detector sino por el precio final, muy asequible si comparamos con lo costosos que son este tipo de detectores.
Financiación conseguida
En apenas 10 días alcanzaron el 100% de la meta fijada. Al final de la campaña de financiación habían conseguido $280,902, es decir, un 338% del objetivo planteado. Podéis echar un vistazo a los momentos clave del proyecto en su historia, que no es más que un blog donde tratan de mantener actualizados a los backers sobre el progreso del producto. En total, más de 2300 personas han colaborado con cantidades que van desde los $89, con la recompensa de un atmotube, hasta $660 por un pack de 10 atmotubes.
Producción en masa, problemas y retrasos
Las personas con poca paciencia no deberían participar en campañas de crowdfunding. Una cosa es hacer un prototipo o incluso un producto final en pequeñas cantidades, y otra muy distinta es producir en masa para abaratar costes y en cantidad suficiente para distribuir el producto a todos los patrocinadores en un tiempo razonable. Aquí es donde todas las startups se dan el gran leñazo. Atmotube no fue la excepción.
Esta nueva etapa coincide con el fin de la publicidad, difusión y captación de patrocinadores y, de repente, después de semanas donde día sí y día también nos bombardeaban con cifras de dinero recaudado, backers conseguidos y demás, se produce el silencio total. Una ausencia total de noticias durante semanas o incluso meses. Y atmotube tampoco fue la excepción. Creo que Francine Hardaway recoge perfectamente esta etapa de un proyecto de crowdfunding en este artículo.
Certificaciones, algún defecto y más retrasos
A los retrasos habituales debidos a problemas en la produción en masa hubo que añadir otros más debido a la demora en conseguir todas las certificaciones. Los laboratorios se lo toman con calma. Por una parte mejor, creo que todos preferimos un trabajo bien hecho que uno rápido y mal. Atmotube consiguió las certificaciones CE, FCC y RoHS.
Por supuesto, conseguir estas certificaciones no implica que el producto vaya a estar libre de defectos y que vaya a satisfacer a todos los clientes. Por suerte (para los clientes), durante las pruebas finales detectaron un problema que causaba que los sensores se dañaran tras un periodo de uso. Pudieron solucionarlo cambiando los componentes defectuosos pero esto se tradujo en más retrasos.
Llegados a este punto, pasaron otros dos meses sin noticias y la gente empezó a ponerse nerviosa. Es lo que siempre ocurre en estas campañas de crowdfunding… ¿será un timo? ¿me habrán engañado? Creo que yo también me habría puesto nervioso, pero en esos momentos vivía feliz en la ignorancia. La verdad es que al patrocinar el proyecto se me había olvidado subscribirme al blog de noticias del proyecto y como sabía que iba para largo se me olvidó completamente. Vamos, que por esas fechas ni recordaba que había pagado por un atmotube, mucho menos iba a preocuparme por el retraso de dos meses en algo que no contaba con ello.
Recordé todo esto y me puse al día en la historia de atmotube, además de reírme bastante leyendo los comentarios de otros backers, cuando me llegó un correo pidiéndome confirmar mi dirección para recibir mi atmotube. ¡Es verdad! ¡Había comprado uno hacía casi un año! Este correo me debió llegar a finales de agosto o septiembre. No me llegó el paquete hasta principios de diciembre. No os preocupes, en estos meses tampoco estuve nada ansioso porque a los pocos días de confirmar mi dirección se me volvió a olvidar. Así que la ilusión que me hizo al ver el paquete con mi atmotube fue la misma que cuando me llega un paquete de Amazon Premium de entrega al día siguiente, ¡o incuso más!
Paquete impecable
La verdad es que el empaquetado y la presentación del producto es digna de una empresa que lleva dedicánsose a esto muchos años. El atmotube llega en un cilindro de cartón con todo lo prometido en su interior: un atmotube de titanio, un cable USB-C para cargarlo y un pequeño manual de instrucciones y especificaciones. Todo pintaba genial, pero los problemas estaban camuflados en el interior, en el software y el firmware.
Problemas de software y soporte inexistente
Es una lástima que un producto con un acabado final tan bueno venga con un software aún en pañales. Soy optimista y creo que esto tiene una solución relativamente sencilla que acabará llegando, pero a día de hoy es lo que hay, y mentiría si os dijera que atmotube es lo que prometían.
El primer gran problema es la batería. Es de esperar que un medidor de la calidad del aire pueda funcionar durante días, semanas y siendo ya un poco exigentes (quizás irrealistas), meses. La verdad es que no llega a las 7 horas de funcionamiento. Y el problema, aunque parezca mentira, no es la batería. La batería podría durar perfectamente durante un par de semanas si se pudiera escoger otro modo de medida, fijado a 1 segundo por defecto y sin posibilidad de cambiarlo. Además, con la última actualización de la app para Android, que justo recibí hoy, han decidido quitar ese ítem del menú de opciones que antes aparecía sombreado y bloqueado. Parece que la cosa va para largo…
Hay muchísimos otros bugs en la aplicación. Por ejemplo, para actualizar el firmware del atmotube tuve que utilizar otro móvil con Android 4.4 porque mi Nexus 4 con Android 6 (también probé con Android 7) fallaba. Tampoco es posible apagar el dispositivo desde la aplicación para tratar de reservar la batería hasta el lugar en el que queramos medir. Todo estos fallos, algunos detalles más y un par de dudas los resumí en un correo que mandé directamente al equipo a través del correo de soporte a mediados de diciembre. Nunca recibí respuesta, tampoco a otro correo que mandé un mes después en enero. Y esto es lo que más me fastidia del proyecto, que no haya un blog actualizado de noticias, actualizaciones regulares del software, un foro para que los usuarios puedan intercambiar dudas y experiencias con el atmotube, y una comunicación fluida con los clientes. En fin, un soporte inexistente que termina de oscurecer el bonito envoltorio de titanio del atmotube.
Solo queda esperar a una actualización que incluya muchas de las funcionalidades prometidas y solucione otros tantos bugs pendientes. Si ese día llega, prometo escribir otra entrada en detalle explicando el funcionamiento del atmotube, de momento no merece la pena.