Atravesar el miedo

Por Doctor Juan Carlos Trallero

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He tenido ocasión de contemplar recientemente un cortometraje de Eduardo Chapero-Jackson titulado Alumbramiento. El corto, que en 2007 recibió diversos premios, describe las últimas horas de vida de una persona anciana, en su cama, y las reacciones que los acontecimientos desencadenan en quienes la acompañan (sus dos hijos, uno de ellos médico, su nuera, y una enfermera).
Sin entrar en detalles (aconsejo verlo, merece la pena), lo más destacable es que, en medio de una situación de sufrimiento y angustia, y hasta de bloqueo comunicativo, hay alguien que tiene el valor de hacer lo que casi nadie hace, y atravesando su propio miedo (y el de todos los presentes), acompaña y guía a la moribunda en sus últimos momentos.
Tres podrían ser las claves. La primera es la que iluminará y dará sentido a todo lo demás, y es la verdad (la proximidad de la muerte). En este caso, la verdad dicha de forma explícita, sin preámbulos (tampoco hay tiempo para más). Visto desde un observador externo, una crueldad innecesaria, un escándalo.
Pero sin solución de continuidad, la segunda clave, el balance, rápido vistazo a la vida de la persona que se va a marchar, rápidas pinceladas de momentos amorosos y de buenos recuerdos, rápida constatación de que se deja un legado de amor. La enferma sonríe. Claro, marcharse con la satisfacción de una vida plena, o al menos con la percepción de todo aquello que sí ha merecido la pena, es la aspiración de la mayoría de seres humanos. Pero eso no puede hacerse sin reconocer previamente (de manera explícita o implícita), que se está llegando al final.
Y el tercer ingrediente es el afecto, el calor humano, los gestos, llenar esa verdad y ese balance con un "estoy aquí contigo y estaré hasta el final".

La experiencia nos enseña
Es el proceso que soñamos los que como profesionales acompañamos cada día a enfermos y a sus familias en el tramo final. Pero qué pocas veces se puede lograr. El miedo nos atenaza a todos, el miedo atroz de los familiares a poner palabras a lo que es una evidencia a gritos, y el miedo de los profesionales a intentarlo, o a desencadenar en el intento una tormenta de emociones y sentimientos que supere su capacidad de control.
Cada persona actúa como mejor sabe, y hace lo que cree que es mejor para su ser querido. Desde este blog, y basado en la experiencia propia y de los que hacemos cuidados paliativos, una vez más animo a atravesar el miedo (porque no puede evitarse sentir miedo), y atreverse a dar un paso adelante en la comunicación con nuestro familiar que se va a marchar, que mayoritariamente lo sabe, y que nos lo está diciendo con la mirada y con mensajes más o menos claros.
El modelo de ocultamiento y pudor ante la muerte se nos impone culturalmente, y ante la no experiencia previa, las personas hacen lo que han oído que hay que hacer. Nos han metido el miedo en el cuerpo, y nos han empapado en la idea de que lo mejor es silenciar y mirar para otro lado. Pero el miedo sigue ahí, contenido por el dique de la mentira, que al romperse puede causar mayores daños.
Habrá que fiarse de la experiencia de los que ya han pasado por ello, de los que han escrito abundantemente sobre el tema, y de los profesionales. Y habrá que hacer, en cierto modo, un acto de fe, y comprobar qué ocurre si damos paso a la verdad.
Y si se hace desde la naturalidad, y desde el corazón, verán que no ocurre nada malo y terrible, sino todo lo contrario.