El bloque de viviendas sociales de un suburbio del sur de Londres es el hogar de una pandilla de adolescentes problemáticos que una noche, tras la caida de un meteorito, acaban con la vida de una extraña criatura. Lo que los jóvenes desconocen es que se trata de una invasión alienígena en toda regla formada por criaturas letales que han elegido el peor lugar posible de Londres para iniciar su conquista.
El film viene de cosechar una extensa lista de críticas positivas y hasta de conseguir el premio de la Crítica, el del Público, mejor Banda Sonora y Mención Especial del Jurado en el reciente Festival de Sitges 2011 y, a pesar de ello, no me ha parecido un film digno de toda esa retahíla de elogios ni tan destacable, original y divertido como muchos lo califican. No cabe duda de que se trata de una propuesta resultona a nivel visual dado su reducido presupuesto -8 millones de libras- y que intenta enfocar el género de las invasiones extraterrestres bajo un prisma diferente y no tan manido, pero la innovación no es tan determinante y cuando tratan de introducir cierta crítica a la sociedad actual se quedan en lo dicho: en el intento.
El desarrollo es típico, tópico por momentos y, en ocasiones, bastante pueril. El intento de situar al espectador en la vicisitud de tener que posicionarse del lado de los extraterrestres o de los chicos malos de barrio queda desmontado a las primeras de cambio -yo prefiero mil veces a los bicharracos del espacio exterior antes que a la panda de ninis protagonista- y, además, ninguno de los personajes hacen gala de una personalidad destacable ni muestran un carisma desbordante, a excepción de Moses, personaje a cargo de un John Boyega que ofrece la mejor interpretación del fim. En el lado opuesto tenemos a Nick Frost con un rol totalmente secundario, prescindible y que no aporta nada a la historia más que el nombre para servir como reclamo comercial a la hora de captar espectadores. También habría que comentar un guión que cuenta con algunos momentos realmente forzados y situaciones resueltas de manera apresurada y superficial.
Tampoco es que cuente con unos efectos especiales espectaculares, aunque si cumplidores y efectivos si tenemos en cuenta el presupuesto. Donde más se nota la austeridad es en el diseño simple de las criaturas, una especie de perros o monos del espacio negros como la boca del lobo y con una dentadura fluorescente, pero sin el cerebro ni la mala baba necesaria para poner en mayores aprietos al grupúsculo adolescente protagonista. Originales son, no cabe duda, pero bastante inocentes también, y hubiera dado mucho más juego "humanizar" a estas criaturas y dotarlas de algo más de inteligencia para concebir un enemigo mucho más potente.
Si tenemos en cuenta que en esta historia el terror brilla por su ausencia y la ciencia ficción apenas está representada por las criaturas extraterrestres, nos queda un film entusiasta para adolescentes con algo de acción y mucha aventura. En cuanto a su capacidad para entretener, no cabe duda de que es un film voluntarioso, pero tengo que reconocer que la tuve que ver en varias partes porque me aburría soberanamente. Sinceramente, película para pasar el rato sin más.