Bajo la fe ortodoxa, en el distrito más pobre de Ferencváros un barrio proletario de Budapest, nace el 11 de abril de 1905, el tercer hijo del empleado en una fábrica de jabón Aron József, obrero errante rumano (de Transilvania en la región del Banato), y de Borbála Pöcze, campesina analfabeta húngara (de la localidad de Szabadszallas en Cumania). Le anteceden en el rango familiar dos hermanas mayores, Eta y Jolán. Apenas Attila ha cumplido los tres años, en 1908, el padre abandona a la familia; en un principio, por las preferencias que había expresado, todo el entorno cree que ha emigrado a Estados Unidos, pero finalmente su lugar de destino será Rumanía. Duro golpe que les aboca a la pobreza extrema: la madre apenas puede mantener a sus tres hijos, ni pagar el alquiler del pequeño habitáculo donde viven. Atendidos por la asistencia pública, en 1910 los niños son tomados al cuidado de la Liga Nacional de Protección de la Infancia que decide enviar a los dos más pequeños, Etelka y Attila, a un hogar de acogida en Öcsöd. Adoptados por unos campesinos ignorantes, son obligados a trabajar en la granja (como hacen los hijos de los aldeanos pobres del campo), cuidando cerdos en unas condiciones tan lamentables que los niños se escapan, y producto de este acto son devueltos a su madre en Budapest, corre el año 1912. De vuelta al hogar, una habitación húmeda e insalubre; bregando para mantenerse a flote en la miseria, la madre suministra las necesidades básicas a la familia trabajando de la mañana a la noche, lavando, limpiando y realizando labores domésticas ocasionales en casas ajenas. Sin vigilancia la infancia de József trascurre vagabunda. Inscrito en el segundo grado de la escuela primaria, en el libro de lectura de tercer grado halla la interesante historia del rey Attila. La biografía del rey de los hunos –confiesa- no sólo le interesa porque él se llama igual, sino porque los padres adoptivos, después de un conciliábulo con los vecinos, habían llegado a la conclusión de que Attila no existía y decidieron llamarle por otro nombre (un diminutivo de Iván); ese acto le llenó de estupor, como si su propia existencia se pusiera en duda. El descubrimiento del Rey Attila ejerce en el muchacho una influencia decisiva sobre su orientación personal, le enseña a reflexionar, a escuchar las opiniones ajenas y pasarlas por el tamiz de la propia experiencia, a fin de cuentas, a ello se debe su interés por la literatura. El nombre de Attila lo eligió su padre (estando embarazada su madre), después de haber soñado que su hijo sería el conquistador del mundo, por lo que insistió en llamar al bebé como el rey de los hunos; el nombre fue su única herencia paterna.
11 años tiene el mozuelo cuando se fecha (1916) su primer poema del que queda constancia. Dos años después (1918) terminada la Gran Guerra, el vasto Imperio austrohúngaro ya no existe, Hungría se encamina a un régimen totalitario nacionalista. Gracias a la Acción Real para las Vacaciones de los Niños, pasa unas vacaciones de verano en Abazia. En ese tiempo la madre ya evidencia los graves síntomas de su enfermedad. De regreso a Budapest, vende periódicos y pan, comercia con sellos y luego con billetes blancos y azules como un aprendiz de banquero (en la época de la inflación que se produjo en la Hungría de la post-guerra, circulaban dos tipos diferentes de billetes, unos blancos y otros azules, los primeros tenían más valor que los segundos y la gente especula con ellos). Entre tanto, sin apenas haber asistido a las clases, pasa los exámenes de grado en la escuela primaria y del curso complementario, y se gradúa. Durante las navidades de 1919, víctima del exceso de trabajo, las privaciones y un cáncer de útero, fallece su madre con 43 años. Una vez más las circunstancias arrastran. El Servicio de Huérfanos nombra como tutor legal a su cuñado Ödön Makai, empleado de banca primero y luego abogado independiente, desposado contra la opinión de su familia con Jolán la hermana mayor de Attila. El adolescente se muda a vivir con sus hermanos, quienes gozan de una posición desahogada y pueden pagarle los gastos de la educación en una escuela secundaria. Entretiene la primavera y el verano, trabajando a bordo de las barcazas de la compañía Atlántica que navegan por el Danubio. Con la llegada del nuevo curso, su tutor y el doctor Sándor Glesswein le envían al seminario católico de los Hermanos Salesianos en Nyergesújfalu; debido a su condición de ortodoxo sólo permanece en el centro quince días en total, de allí le trasladan al colegio Demke en Makó (pequeña ciudad al sur de Hungría), donde obtiene una plaza gratuita. Como viene siendo costumbre, también ocupa el verano de 1920 desarrollando una actividad laboral, da clases en Mezóhegyes a cambio de comida y alojamiento.
En marzo de 1936 se involucra en la creación de la revista literaria de izquierdas “Szép Szó” (Bonita palabra o la palabra hermosa). Como coeditor de la misma, a través de un amigo libretista, conoce a Béla Bartók, encuentro que le hizo muy feliz. En verano se consuma la separación definitiva de Judit. “Duele mucho”, el último de sus poemarios, se publica en diciembre. Antes de acabar el año, su enfermedad empeora, se somete a terapia, es el inicio de un continuo entrar y salir del sanatorio.
“Fugaces recuerdos, ¿en dónde desaparecisteis?
Lo que mis manos tocan no tocan ya mis manos¿Acaso no soy digno de jugar otro poco¡Frágiles mariposas, venid, volad aquí!Fugaces recuerdos, soldaditos de plomo
que tanto anhelé otrora
y cuyas bayonetas supe enderezar.¡Turcos, bóers, venid, rodeadme aquí!
¡Oh, cañoncitos, formad las baterías!
Tan pesaroso está mi corazón…¡Ay, defendedme!”.
(Versión Eva Tóthâ)
Su tumba se encuentra en el cementerio de Kerepesi en Budapest.