Aprendí contigo mis primeras canciones en francés. Al ritmo de Il est trop tard, Ma solitude, Ma liberte, Le Metèque y tantas otras pues como tú judía errante aterricé en París, a los pies de tantos exilios voluntarios e involuntarios.
Te vi por primera vez en el Festival de cine fantástico de Avoriaz, cuando un tal Alex de la Iglesia, ilustre desconocido entonces, ganaría con su Día de la Bestia. Con aquel vasco y su musa la Maura, pasamos una noche de desenfreno y copas en las que el diablo no se vistió de Prada precisamente. Hablamos de la enseñanza en Deusto, de aquella religión casposa y de un tal Moustaki que andaba por el festival y con quien casi todo el mundo gracias a sus canciones había aprendido a chapurrear sus primeras palabras en francés : Liberté, solitude, et faire l´amour.
Durante la cena de gala, Moustaki se sentó a mi mesa, y conversamos largo y tendido. Aquel judío griego tenía una gran debilidad por España y sobre todo por todo lo que tuviese nombre de mujer con un par de ojos negros y unos buenos tacones.
Recuerdo de él su dulzura, sus manos y su voz. Su temple, su altura gigantesca y esa manera suya de sonreír y de amar la vida.
Recuerdo también la canción que me dedicó aquella noche a capella:
Aquí os la dejo Chanson pour elle :
À bientôt, viejo zorro!!! Cualquier día nos vemos!!!
Y gracias por todo lo que me diste y que de ti aprendí. Les amis de Georges, te vamos a extrañar...