Aumenta la LGTBfobia en Brasil

Por Sarah_abilleira @PonteEnMiPiel
Numerosos ataques homofóbos durante 2011 han servido para recordar que todavía queda mucho camino que recorrer para alcanzar un buen grado de tolerancia en Brasil.
Las playas de Ipanema, en la capital brasileña, es uno de los conocidísimos paraísos donde la tolerancia hacia la homosexualidad se hace evidente, un lugar donde las parejas del mismo sexo no sienten la necesidad de ocultar sus muestras de afecto.
Pero, tan solo con alejarse algunos metros de la ondeante bandera gay de estas playas cariocas, la cruda realidad es muy diferente tal y como lo manifiesta Miguel Macedo, presidente de la ONG Diversidad Nacional: "Este país no es tan liberal como luce a primera vista", aseguró el activista por los derechos de los gais. Claro que es agradable poder venir a la playa y pasar un buen rato con mi novio, pero luego puedes dar la vuelta a la esquina y ser golpeado en la cabeza".
Un estudio publicado recientemente por el Ministerio de Justicia brasileño sobre la violencia homofóbica, pionero en este país, revela que el pasado año una media de 19 reportes sobre este tipo de incidentes llegaban a las oficinas de las autoridades nacionales y locales.
Sin ir más lejos, en noviembre de 2011, en pleno centro de la ciudad de Sao Paulo, cinco jóvenes atacaron a personas que ellos creían que eran homosexuales mientras fueron grabados por las cámaras de vigilancia de una sucursal bancaria.
Este suceso, hizo abrir un nuevo debate en los medios de comunicación creando un nivel de conciencia sobre la problemática homofobia que reina en el país.
El caso más escalofriante ocurrió en junio de este mismo año, cuando ocho hombres pegaron una brutal paliza a dos hermanos gemelos mientras se abrazaban pensando que éstos pudieran ser gais. Uno de ellos murió a consecuencia de los severos golpes que recibió en la cabeza.
Por todo ello, la comunidad LGTB de Brasil lleva a cabo una fuerte campaña para que se criminalice por ley estos actos homófobos, como sí sucede con los actos de rechazo y violencia hacia las personas de diferente raza, etnia, nacionalidad o religión.
María Amelia Veras, profesora titular del Hospital Universitario de Santa Clara, no cree que la homofobia en Brasil haya aumentado en los últimos tiempos sino que se está haciendo más visible: "Los homosexuales brasileños le están mostrando a la sociedad más abiertamente su orientación sexual y eso los convierte en blancos fáciles de los que ya eran homófobos".
El exmilitar y congresista del Parlamento brasileño, Jair Bolsonaro, considera que una posible legislación antihomofóbica haría que los gais y lesbianas del país se convirtieran en una clase "especial" de ciudadanos.
Por si fuera poco, el diputado ha utilizado este ejemplo para argumentar su declaración, "si un comerciante no quiere venderle algo a un cliente homosexual porque este tiene mal crédito, la tienda podría terminar siendo reportada como homofóbica".
Pero la oposición a la que tienen que hacer frente la comunidad homosexual brasileña, sin duda, proviene directamente de la conservadora iglesia evangélica.
El popular predicador Silas Malafaia, considera exagerado el debate sobre una nueva ley antihomofóbica porque ve un gran abismo entre criticar un estilo de vida y practicar o promover la violencia. "Este proyecto de ley antihomofobia es un descarado intento de bloquear la libertad de expresión", ha dicho.
Estas actitudes condujeron hace seis años a un grupo de evangélicos cristianos gais a fundar su propia iglesia, la Iglesia Contemporánea de Río de Janeiro.
Su pastor, Elías Barbosa, declara que en su iglesia el servicio religioso es completamente igual que el que pueda oficiar cualquier otro pastor del país con las mismas oraciones e himnos.
"Las iglesias evangélicas tradicionales dicen que están allí para atendernos, pero en realidad nos juzgan y actúan de una manera muy prejuiciosa. Esa es la razón por la cual se creó esta iglesia, para que los homosexuales puedan venir y alabar a Dios de la manera que somos, sin escondernos".
Esta es la realidad presente en Brasil, un país donde los homosexuales han ganado visibilidad derechos civiles en los últimos años, pero donde al parecer todavía queda mucha lucha.
Fuente: CáscaraAmarga