Aún no ha llegado el día. La noche es larga y prometedora, un escaparate de cristal oscuro tras el cual, el pequeño Leonardo contempla la vida con una mezcolanza de fascinación y temor. Lleva más de un siglo observándolos. Cómo se aman, cómo se hablan, el modo en que las facciones de sus rostros cambian por completo cuando el entendimiento, la tolerancia o la comprensión se olvidan en senderos desconocidos.
Su madre, Selene, le ha aleccionado bien. El pequeño querubín de rubios bucles dorados, ojos cerúleos y piel tan blanca como las primeras nieves de invierno sabe que los humanos son desconfiados por naturaleza. Jamás le aceptarán como un igual, jamás podrá Leonardo formar parte de esas jubilosas pandillas de niños zascandiles a quienes espía mientras juegan, corren, chillan y urden travesuras sin que sus madres sospechen lo que traman.
Escondido tras los matorrales del bosque de los druidas grises acaba de ver a lo lejos a su amiga Nerea. Es su secreto, el mayor secreto de su vida durante los ciento sesenta años de su incipiente existencia; apenas un suspiro en el marco temporal que atañe a los vampiros. Nerea va cogida de la mano de sus padres, cantando y saltando alegre. Ahora está tan cerca que puede Leonardo distinguir restos de chocolate reciente en la comisura de los labios de la pequeña niña pelirroja. Por un momento, ella dirige su mirada, esos ojos verdes llenos de malicia y travesura, alegría a borbotones y cháchara incontenible, hacia su escondrijo oculto tras la maleza. Solo Nerea conoce el refugio, su hogar bajo la cripta del eximio compositor checo Zdenêk Fibich, el gran amor de su madre.
Aún no ha llegado el día. Leonardo cuenta los minutos y segundos para reunirse con su única amiga, esa niña preciosa y alegre como un cascabel que le ha robado el corazón. Ella no le juzga ni le rechaza por ser diferente. Son los mejores amigos y así será para toda la eternidad. Han hecho un juramento bajo el olmo sagrado de Ánibas, a espaldas de su madre, a espaldas del mundo. Ellos no entenderían la naturaleza del amor inocente de dos niños separados por un abismo racial: una hermosa niña humana y el último descendiente del linaje de una casta de vampiros que databa del año 2500 antes de Cristo.